Pier10
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Estaba en Santiago de Chile, paseando por la cuadra mayor, cuando robaron el hotel en el que me hospedaba. Infelizmente mis mochilas fueron hurtadas y me quede con la ropa del cuerpo, mi pasaporte y unos dólares.
Después de varios días pidiendo ayuda, finalmente junte un dinero para poder ir a Tacna.
En Tacna tengo un amigo, el cual no dudo en prestarme un poco de dinero para regresar a casa. Pero antes de eso, me dijo que necesitaba una ropa limpia y un buen baño. A lo que le respondí: a la lista hay que agregarle un buen plato de comida. Mi amigo no es adinerado así que me llevo a una feria de ropa barata y en ella acabe comprando unos pantalones jeans por el módico precio de 20 soles.
Cuando finalmente llegue a mi casa. Me preste dinero de mis padres y le pague a mi amigo el doble de lo que me presto. La generosidad siempre tiene que ser bien recompensada.
Al día siguiente empecé a buscar trabajo. Repartí hojas de vida por todo lado. Ese mismo día me llamarón de dos lugares para entrevistarme al día siguiente.
En la primera entrevista empecé a sentir que mi entrepierna me picaba mucho. Me intentaba rascar frotando mi pantalón sin que nadie me viera. Cuando llegue a mi casa, me saque el pantalón en la sala y vi que una herida con pus se había formado.
Sin pensarlo fui a consultarme con mi prima, que es dermatóloga. Su consultorio era modesto, con cuadros de muestra y jarras antiguas. Su saleta tenía un sofá rojo, que olía a limpio. En él estaba una linda señorita de aproximadamente 25 años, con un vestido negro bien corto para la época. Sus labios maquillados y sus ojeras le daban un tono misterioso. Sus cabellos pintados de rubio, le asentaban tan bien, que por unos momentos creí que eran naturales.
- Hola. – le dije sentándome en el sofá.
- Hola. – respondió cortante.
Después del saludo florecieron unos minutos de silencio. Cuando quería quebrar el hielo, ella cogió una revista de modas y salud y empezó a ojearla. Hice lo mismo, me puse a leer, pero siempre con un ojo en ella. Pude ver que cerca de su pulso, había una macha roja, muy parecida con la mía. En eso la puerta del consultorio se abre y una señora con un perfume delicioso sale acompañada de mi prima.
- Primo. – me dijo abriendo los brazos.
- Prima, que gusto, después de muchas lunas que te veo. – respondí abrazándole.
- Mira, no es que no te quiera atender hoy, pero estoy contra el tiempo y Micaela ha agendado su consulta con anticipación. Es que tengo un simposio en una hora y no puedo faltar.
- No hay problema, regresó mañana.
- Gracias por entender, pero solo por si acaso dime que tienes. – sus ojos brillantes no dejaba de ver el reloj.
- Me ha salido una herida con pus en la entrepierna. – dije bajando mi voz.
- Puede que sea una foliculitis o un forúnculo, pero habría que ver. Por coincidencia Micaela tiene lo mismo. Espera aquí un segundo.
Ella giro y le dijo a Micaela, que era la chica que estaba en el sofá, que si podía atendernos juntos, que tenía prisa. Micaela acepto.
Los tres entramos al consultorio y mi prima me pidió que le muestre la herida.
- Pero es que está en mi entrepierna. – dije mirando a Micaela.
- No se preocupe, yo mirare para el otro lado. – respondió Micaela riendo.
Después de unos minutos, mi prima nos explicó sobre la importancia del manto hidrolipídico en la piel y que lo más que probable era que teníamos un staplylococcus aureus. Nos pidió para lavarnos más las manos y redoblar el cuidado con el lavado y procedencia de la ropa. En ese momento me acorde del jean de 20 soles.
Cuando la consulta acabo, mi prima ofreció dejarnos cerca del centro, Micaela acepto y a pesar de que era para el lado opuesto donde yo iría, acepte.
Micaela bajo en la plaza principal de la ciudad y yo junto con ella.
- Bueno, a cuidarse que no hay de otra. – dije en ton de despedida.
- Pues sí. Que este bichito pica como no tienes idea.
- Créeme que la tengo.
Nos reímos y cuando parecía ser el final ella me dijo para sentarnos en una banca y comer un helado para intentar descubrir en donde fue que contrajimos el “bichito”.
Continuará…
Después de varios días pidiendo ayuda, finalmente junte un dinero para poder ir a Tacna.
En Tacna tengo un amigo, el cual no dudo en prestarme un poco de dinero para regresar a casa. Pero antes de eso, me dijo que necesitaba una ropa limpia y un buen baño. A lo que le respondí: a la lista hay que agregarle un buen plato de comida. Mi amigo no es adinerado así que me llevo a una feria de ropa barata y en ella acabe comprando unos pantalones jeans por el módico precio de 20 soles.
Cuando finalmente llegue a mi casa. Me preste dinero de mis padres y le pague a mi amigo el doble de lo que me presto. La generosidad siempre tiene que ser bien recompensada.
Al día siguiente empecé a buscar trabajo. Repartí hojas de vida por todo lado. Ese mismo día me llamarón de dos lugares para entrevistarme al día siguiente.
En la primera entrevista empecé a sentir que mi entrepierna me picaba mucho. Me intentaba rascar frotando mi pantalón sin que nadie me viera. Cuando llegue a mi casa, me saque el pantalón en la sala y vi que una herida con pus se había formado.
Sin pensarlo fui a consultarme con mi prima, que es dermatóloga. Su consultorio era modesto, con cuadros de muestra y jarras antiguas. Su saleta tenía un sofá rojo, que olía a limpio. En él estaba una linda señorita de aproximadamente 25 años, con un vestido negro bien corto para la época. Sus labios maquillados y sus ojeras le daban un tono misterioso. Sus cabellos pintados de rubio, le asentaban tan bien, que por unos momentos creí que eran naturales.
- Hola. – le dije sentándome en el sofá.
- Hola. – respondió cortante.
Después del saludo florecieron unos minutos de silencio. Cuando quería quebrar el hielo, ella cogió una revista de modas y salud y empezó a ojearla. Hice lo mismo, me puse a leer, pero siempre con un ojo en ella. Pude ver que cerca de su pulso, había una macha roja, muy parecida con la mía. En eso la puerta del consultorio se abre y una señora con un perfume delicioso sale acompañada de mi prima.
- Primo. – me dijo abriendo los brazos.
- Prima, que gusto, después de muchas lunas que te veo. – respondí abrazándole.
- Mira, no es que no te quiera atender hoy, pero estoy contra el tiempo y Micaela ha agendado su consulta con anticipación. Es que tengo un simposio en una hora y no puedo faltar.
- No hay problema, regresó mañana.
- Gracias por entender, pero solo por si acaso dime que tienes. – sus ojos brillantes no dejaba de ver el reloj.
- Me ha salido una herida con pus en la entrepierna. – dije bajando mi voz.
- Puede que sea una foliculitis o un forúnculo, pero habría que ver. Por coincidencia Micaela tiene lo mismo. Espera aquí un segundo.
Ella giro y le dijo a Micaela, que era la chica que estaba en el sofá, que si podía atendernos juntos, que tenía prisa. Micaela acepto.
Los tres entramos al consultorio y mi prima me pidió que le muestre la herida.
- Pero es que está en mi entrepierna. – dije mirando a Micaela.
- No se preocupe, yo mirare para el otro lado. – respondió Micaela riendo.
Después de unos minutos, mi prima nos explicó sobre la importancia del manto hidrolipídico en la piel y que lo más que probable era que teníamos un staplylococcus aureus. Nos pidió para lavarnos más las manos y redoblar el cuidado con el lavado y procedencia de la ropa. En ese momento me acorde del jean de 20 soles.
Cuando la consulta acabo, mi prima ofreció dejarnos cerca del centro, Micaela acepto y a pesar de que era para el lado opuesto donde yo iría, acepte.
Micaela bajo en la plaza principal de la ciudad y yo junto con ella.
- Bueno, a cuidarse que no hay de otra. – dije en ton de despedida.
- Pues sí. Que este bichito pica como no tienes idea.
- Créeme que la tengo.
Nos reímos y cuando parecía ser el final ella me dijo para sentarnos en una banca y comer un helado para intentar descubrir en donde fue que contrajimos el “bichito”.
Continuará…