Magnum000
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01
Distinguida cofradía, de repente como a muchos de ustedes, tambien me ha tocado vivir o trabajar un tiempo en varias zonas de lima, en particular saben que en muchas urbanizaciones entre bodeguitas y puestos de desayuno con gente muy trabajadora, tambien hay kioskitos de periódicos con expertos canillitas que se vuelven nuestros fieles proveedores.
Así conocí a Juli C., una chatita que apenas pasaba por encima del metro cuarenta y había heredado la esquina de venta de periódicos de su familia en una conocida avenida del sur de lima. La conocía de vista por años, pero en esa época empecé a frecuentar su kiosko. Solía vestir más o menos el mismo estilo de ropa: un par de zapatillas comodísimas, unos leggins ajustados y un chalequito de canillita. Sobre su cabello lacio atado en cola, una gorrita con publicidad del diario mas vendido. En cada atención no era fuera de lo común ver sus ojos achinados y su piel canela un poco bronceada por el sol del verano. Peru su voz aguda salamera y el buen trato me hacían un cliente frecuente muy cómodo con el producto y servicio.
Eso hasta que empecé a frecuentarla semanal y ordenadamente para comprarle mi periódico favorito. Con el tiempo la confianza era tal que me fiaba y cobraba los consumos al fin del mes incluso en los dias que no tenia efectivo, la esperaba en la esquina hasta que ella se acercara a sentarse conmigo en la berma de en frente para compartir alguna bebida refrescante. Creo que con el tiempo nos sentíamos muy cómodos en esa relacion provechosa casera-cliente frecuente que algunas veces se da.
Así empecé a notar que pese a su pequeña estatura por detrás medio oculto por el chalequito que llevaba, se manejaba un trasero por lo menos atractivo, o en palabras mas lujuriosas, algo apetecible. En su labor diaria usaba dos tipos de leggins o pantalonetas, de esos tipo de gimnasio los que marcaban sus nalgas metiéndose entre la raja de sus glúteos y a veces de los mas corrientes que si bien eran mas holgados aplanaban sus nalgas hacia los lados resaltando aún mas su silueta curvilínea de chatita. Por delante la vista no era menos impactante, tras las sencillas camisetas, solían cobijarse unas tetitas de buen volumen que ajustaba en brasieres holgados y cómodos.
Aunque no tengo preferencia en especial, he llegado a conclusión que para atraerme física o sexualmente no basta para sea una experimentada seductora o una despampanante modelo. Creo que ese plus mezcla de atracción y tensión sexual ocurre especialmente cuando hay ciertos atributos entre ellos la complicidad. Y así agarré la costumbre de serle fiel en mis pagos para mirarla en 4 momentos claves.
-Al acercarme empezaba mirando su culo a la distancia, siendo inevitable detenerme a observarla cada vez que se agachaba para ordenar su ruma de periodicos. Solía ganarme con su ropa interior de turno marcándose fuertemente en sus leggins.
-Al esperar por mi vuelto no podía mas que disimular viendo como destacaba su monte de venus prominente en medio de sus muslos torneados. ¿Se depilaría o estaría al natural?
-Alagacharse a buscarme algún diario en verano, se deslizaba el cuello de su camiseta lo suficiente para permitirme entrever la tirita de su bra o rajita de sus tetitas apenas presionadas por sus copas (generalmente color carne, rosados u oscuros) que lucían medio grandes en su cuerpito pequeño.
-Cuando nos sentábamos a charlar, siempre en leggin, solía acomodar sus cosas en sus generosos muslos , abriendo las piernas y dejándome expuesto algún presagio de banquete, de lo que veía podía imaginar una panochita tierna con labios formados de volumen medio con promesa de profundidad y ajuste.
Ya cuando me compre mi SUV dejé de ir por el paradero, con el tiempo extrañaba sus ojitos achinados, su carita trigueña de niña engreída y sus labios de "putita" cuando me hacia bromas y le daba propinas por guardarme mi periódico. Aunque alguna veces pasaba en fin de semana por el mismo paradero ya no me la cruzaba con frecuencia, hasta que me la encontré caminando rumbo a mi casa.
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Distinguida cofradía, de repente como a muchos de ustedes, tambien me ha tocado vivir o trabajar un tiempo en varias zonas de lima, en particular saben que en muchas urbanizaciones entre bodeguitas y puestos de desayuno con gente muy trabajadora, tambien hay kioskitos de periódicos con expertos canillitas que se vuelven nuestros fieles proveedores.
Así conocí a Juli C., una chatita que apenas pasaba por encima del metro cuarenta y había heredado la esquina de venta de periódicos de su familia en una conocida avenida del sur de lima. La conocía de vista por años, pero en esa época empecé a frecuentar su kiosko. Solía vestir más o menos el mismo estilo de ropa: un par de zapatillas comodísimas, unos leggins ajustados y un chalequito de canillita. Sobre su cabello lacio atado en cola, una gorrita con publicidad del diario mas vendido. En cada atención no era fuera de lo común ver sus ojos achinados y su piel canela un poco bronceada por el sol del verano. Peru su voz aguda salamera y el buen trato me hacían un cliente frecuente muy cómodo con el producto y servicio.
Eso hasta que empecé a frecuentarla semanal y ordenadamente para comprarle mi periódico favorito. Con el tiempo la confianza era tal que me fiaba y cobraba los consumos al fin del mes incluso en los dias que no tenia efectivo, la esperaba en la esquina hasta que ella se acercara a sentarse conmigo en la berma de en frente para compartir alguna bebida refrescante. Creo que con el tiempo nos sentíamos muy cómodos en esa relacion provechosa casera-cliente frecuente que algunas veces se da.
Así empecé a notar que pese a su pequeña estatura por detrás medio oculto por el chalequito que llevaba, se manejaba un trasero por lo menos atractivo, o en palabras mas lujuriosas, algo apetecible. En su labor diaria usaba dos tipos de leggins o pantalonetas, de esos tipo de gimnasio los que marcaban sus nalgas metiéndose entre la raja de sus glúteos y a veces de los mas corrientes que si bien eran mas holgados aplanaban sus nalgas hacia los lados resaltando aún mas su silueta curvilínea de chatita. Por delante la vista no era menos impactante, tras las sencillas camisetas, solían cobijarse unas tetitas de buen volumen que ajustaba en brasieres holgados y cómodos.
Aunque no tengo preferencia en especial, he llegado a conclusión que para atraerme física o sexualmente no basta para sea una experimentada seductora o una despampanante modelo. Creo que ese plus mezcla de atracción y tensión sexual ocurre especialmente cuando hay ciertos atributos entre ellos la complicidad. Y así agarré la costumbre de serle fiel en mis pagos para mirarla en 4 momentos claves.
-Al acercarme empezaba mirando su culo a la distancia, siendo inevitable detenerme a observarla cada vez que se agachaba para ordenar su ruma de periodicos. Solía ganarme con su ropa interior de turno marcándose fuertemente en sus leggins.
-Al esperar por mi vuelto no podía mas que disimular viendo como destacaba su monte de venus prominente en medio de sus muslos torneados. ¿Se depilaría o estaría al natural?
-Alagacharse a buscarme algún diario en verano, se deslizaba el cuello de su camiseta lo suficiente para permitirme entrever la tirita de su bra o rajita de sus tetitas apenas presionadas por sus copas (generalmente color carne, rosados u oscuros) que lucían medio grandes en su cuerpito pequeño.
-Cuando nos sentábamos a charlar, siempre en leggin, solía acomodar sus cosas en sus generosos muslos , abriendo las piernas y dejándome expuesto algún presagio de banquete, de lo que veía podía imaginar una panochita tierna con labios formados de volumen medio con promesa de profundidad y ajuste.
Ya cuando me compre mi SUV dejé de ir por el paradero, con el tiempo extrañaba sus ojitos achinados, su carita trigueña de niña engreída y sus labios de "putita" cuando me hacia bromas y le daba propinas por guardarme mi periódico. Aunque alguna veces pasaba en fin de semana por el mismo paradero ya no me la cruzaba con frecuencia, hasta que me la encontré caminando rumbo a mi casa.
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