Quiero agradecer sus mensajes y comentarios acerca de mi último relato, para quienes quieren saber qué pasó después les diré que mi esposo me perdonó, fue momento para renovar nuestros votos y desde ese día se ha desvivido por hacerme sentir amada, nuestros encuentros sexuales ahora son más seguidos e incluso estamos buscando un bebe que bendiga nuestra relación. Hoy más que nunca me siento dichosa, amada, como una recién casada.
Pero si eso es cierto; porque estoy aquí en este hotel de mala muerte de rodillas ante cofrade lamiendo su hermoso pene con mucho placer, mientras me mira de esa forma que me vuelve loca?….
Ups creo que me adelante mucho discúlpenme; sucedió hoy, regresaba del gimnasio como cada mañana en el bus, esta vez había más gente de lo normal y más de uno me comía con la mirada o había buscado esos toqueteos disimulados en el bus; debo confesar que no me disgustan, al contrario me hacen sentir deseada por esos desconocidos; no me considero una modelo pero esta licra se pegaba tanto a mi cuerpo como una segunda piel que realzaba mis nalgas y muslos.
Había subido un hombre de más de 50 años, en traje y con un maletín, que nada más verme se puso detrás de mí y tapándonos con su maletín se pegaba disimuladamente a mi, yo al notar sus intentos me exite y haciéndome que buscaba una dirección me incline pegando mi trasero a su pelvis para luego incorporarme pero manteniendo el roce de nuestros cuerpos; por varios minutos disfrute de su herramienta entre mis nalgas mientras nos movíamos disimuladamente. No pasaron ni 5 minutos cuando pegándose a mi oído susurrándome dijo:
- Que rico te mueves - mientras su mano acariciaba mi nalga disimuladamente; yo reía haciéndome la desentendida gire mi cabeza coqueta cuando lo vi.
Me puse pálida, era él, no podía ser, era cofrade quien no se había perdido de los toqueteos de aquel hombre, ¿Cómo habíamos coincidido aquí?, me puse nerviosa y me separe bruscamente del tipo, pedí permiso y me aleje de ambos hombres acomodándome cerca de la puerta, no gire mi cabeza rogando que mi paradero llegará pronto, pero no tenía tanta suerte, no paso ni siquiera un minuto cuando sentí una mano posarse en mi nalga y acariciarla con descaro, tenía miedo a girarme, me separe un poco y se volvieron a pegar mas a mi, sentí esos dedos intrusos moverse de una nalga a la otra, giré asustada queriendo gritar, pero era él que me miraba poniéndome tan nerviosa, era como si me desnudara ante todos.
- le sucede algo??? - me dijo con una sonrisa en el rostro, negué con la cabeza y volví a girar.
Dueño de la situación llevo sus dedos a recorrer la linea que separa la costura entre las nalgas, subía y bajaba, despacio, cada vez acercándose mas a mi oyito; oh no otra vez, no otra vez esos dedos urgando en lo mas intimo de mi ser; se acercaba mas yo me aferraba a la baranda y respiraba agitadamente, miraba asustada tratando de pedir ayuda cuando su dedos ya tocaba mi ano por encima de la licra y lo movía en circulos llevándome a las nubes; lo que inicio como una tortura se convirtió en una caricia sublime que no pude evitar negarme, cuando su dedo se hundía en mi ano mis nalgas reaccionaban aprisionándolo y soltándolo, esto se repitió mas de una vez poniéndome cada vez mas receptiva a su juego.
No contento con ello su dedo bajo y fue directamente a mi sexo, sin pausas, sin demora, buscaba lo que para el era suyo, poso sus dedos sobre mi sexo e inicio una morbosa masturbación, lo hacia lentamente, recreándose en cada parte de mi piel cubierta por la licra; yo cerré los ojos muy excitada y separe un poco las piernas, estaba rendida a su juego. Llegamos a mi paradero gire mi cabeza para decírselo pero me estampo un beso, era nuestro primer beso, nuestras lenguas se enroscaron y ya poco me importo, estaba disfrutando como nunca en un bus, vi al tipo de traje bajando y que no se había perdido detalle de lo que sucedía, las puertas se cerraban dejándolo ahí en el paradero. Los dedos se paseaban de mi sexo a mi ano y yo disfrutaba sin importarme donde estaba o quien me podía ver.
Ya nos habíamos pasado varios paraderos y la gente disminuía, él detuvo sus caricias y me tomo de la muñeca trayéndome a este hotel de mala muerte, no se cuantas caras me vieron entrar aquí o si tal vez en el trayecto cruzamos con algún conocido. solo se que cuando llegamos a la habitación tiró de mis ropas dejándome en mi minúscula tanga y se dedicó a mirar mi cuerpo.
- Que ricas tetas tienes y van a ser mías - dijo para seguidamente hacer suyo mis senos que en ese momento estaban inflamados, subían y bajaban por mi excitación.
Su juguetona lengua succionaba el pezón y luego lo bordeaba saboreando cada centímetro como un poseso. Yo tenía que sujetarme a él para no caerme y cuando pensaba lo que estaba haciendo me sentía más a gusto todavía.
Cuando el cofrade acabó con mi seno derecho, se dirigió a saborear el izquierdo y cuando me dio un pequeño mordisco en el pezón lance un gemido que fue una mezcla de placer y dolor. Lamio y chupo mis senos haciéndome gritar una vez más, tiraba de mis pezones con sus dedos, mientras nos devoramos las bocas, luego de varios minutos en los que casi me hace llegar al orgasmo solo comiéndome mis senos, paro de golpe dejándome al límite y sonriéndome con esa mirada que me desarmaba puso sus manos sobre mis hombros para hacerme poner de rodillas, abrirse los pantalones y ofrecerme su pene.
Por dios era hermosa, en la playa no me había detenido a verla y realmente era una hermosa verga, no era grande pero era gruesa, roja, venosa, la cabeza púrpura y latía como un animalito que necesitaba el calor mis labios. No me podía resistir, me la lleve a la cara besándola, lamiéndola, chupándola toda, me la pasaba por mi rostro y su olor me volvía loca. Nunca me había esmerado tanto chupando un pene, ni siquiera con mi marido, pero ese no era un pene era una hermosa verga y no podía despegarme de ella.
Cofrade viéndome en esa situación, jugaba conmigo, me daba golpecitos en la cara y boca con ella, me tomaba del cabello y me hacía que la hundiera más en mi boca, estaba llena de saliva, y de mis ojos caían lágrimas por el esfuerzo realizado, pero seguía en mi labor con una devoción que ni yo misma hubiera reconocido.
-Te vez hermosa con mi verga en tu boca - dijo en un momento acariciándome la mejilla, me puse roja de la vergüenza y aunque lo quiera negar me sentí especial, querida, deseada; adoraba ver como ponía los ojos en blanco y se estremecía, productos de mis lamidas y chupeteos, luego de más de 10 minutos empezó a bufar como un toro y a gemir más fuerte, era síntoma de su inminente venida.
Sentí como su verga se tenso, como sus testículos se movían y el tronco de su verga se preparaba para expulsar su semen, quise retirarme pero él me sujetó con fuerza y a pesar de mis esfuerzos se vino en mi; las emociones, el miedo a ahogarme, la lucha por liberarme fueron una mezcla de emociones que nunca antes había experimentado, al final deje de luchar y solo me dedique a recibir su semilla, a tragar cuanto pude cayendo rendida por este mar de emociones.
Cofrade se levantó y empezó a vestirse sin girar a verme, me sentí decepcionada, utilizada, no pude evitar preguntarle con cierta vergüenza de mi parte:
- cofrade no vas a….. - me puse roja de la vergüenza ¿Cómo podría preguntarle si no iba a hacer que también termine? Esa no era la educación que yo había recibido.
- ¿no que? - pregunto cofrade, estoy segura que el sabia a que me refería, pero me quería hacer sufrir, vi cierta sonrisa en sus labios.
- yo, estoy… - me costaba mucho decirlo, no podía acabar la frase hasta que respirando hondo lo solté:
- No vas a hacerme terminar a mi? - Ya lo había dicho, estaba roja de la vergüenza, lo había dicho de la manera más suave que pude.
Levanté mi mirada y él estaba ahí mirándome como a una pequeña, a su pequeña. Estaba arrodillada y mientras él venía a mi, a cada paso me sentía más sumisa a su ser, a eso que solo las mujeres sentimos cuando estamos ante un hombre de verdad.
Mirándome fijamente me tomo de la mano y me levanto, sin despegar su mirada llevo su mano a mi entrepierna y luego de acariciarlo introdujo un par de dedos, lance un gemido que fue apagado con un profundo beso, su lengua recorría mi boca mientras sus dedos hacían lo mismo en mi sexo, me aferraba a él, me tenia en un estado de excitación que produjo que cayera sobre la cama mientras sus dedos me hacían el amor.
- estas caliente no es así??, dímelo - me susurro al separarse de mis labios.
- si lo estoy, no pares por favor ya estoy casi - no pude terminar la frase porque llegue a un potente orgasmo que me hizo reir, llorar, gemir.
Cofrade no se detenía, seguía masturbándome, ahora con más rapidez con mas pasión, me ponía sensible, quería que parara, quería retirar su mano pero se aferraba a mi, esa sensación una vez más de desesperación provocó que mis piernas temblaran mi corazón latiera con mucha fuerza y un nuevo orgasmo mucho más potente que el anterior me hizo ver estrellas cayendo desfallecida, cofrade se levantó, sonriendo de esa manera que me desarmaba, dijo que nos volveríamos a ver, tal vez en su casa o tal vez en la mía, empezó a reír saliendo de la habitación dejándome ahí sola, sola pero satisfecha.
continuará….