Querido diario, mi esposo acaba de salir al trabajo, mi corazón late y no es para menos, cada día se me hace más difícil despegarme de cofrade, ese hombre me vuelve loca y ya me encuentro nuevamente en este oscuro motel, frente a él bailando suavemente mientras me despojo de mis ropas, cada una van cayendo mientras siento como sus ojos terminan desnudando no solo mi cuerpo sino mi alma.
Hasta ahora había penetrado con su pene solo mi boca y yo la deseaba dentro de mi latiendo, quemándome las entrañas, dios está mirando mi sexo como cual bestia se prepara para devorar a su presa.
Cae mi tanga suavemente por mis piernas, él la toma con sus manos y aspira mi olor, uhmmm me excita tanto, estoy muy excitada, me sobo los senos y tiro de mis pezones, hasta que recibo su primera orden:
- Colócate en 4 sobre la cama y ábrete de piernas….
Me coloqué en 4 como me lo estaba pidiendo ofreciéndole mis desnudas intimidades, dueño de la situación sobo mis nalgas, las apretó con esas manos rudas puso su pene caliente encima de ellas y me puse nerviosa, quise quitarme diciéndole.
- por ahí no por favor nunca lo he hecho.
El sonrió ante mi comentario y me dijo que no me preocupara y acto seguido lo hundió en mi sexo, no lo hizo despacio, no lo hizo con cuidado, y la verdad no me importo. Estaba tan excitada que lo agradecí lanzando un suave gemido cerrando los ojos y abandonándome a las sensaciones, lo sacaba lentamente, casi entera para meterla otra vez de golpe, de un solo empujón, uhmmm que placer, ya me encontraba con la cara pegada al colchón de la cama jadeando presa del gran placer cuando sentí un húmedo líquido caer en mi ano, luego ser frotado y untado con él para luego ser acariciado con su dedo, así en círculos, como veces anteriores pero ahora estaba en pompa ofreciéndole las nalgas de esa manera tan vulgar, no me queje al contrario gemí con esta nueva estimulación y cuando sentí su dedo hundirse dentro de mi ano solo provocó que aumentara mi placer. ¿Cómo había llegado a este nivel de placer?¿cómo es posible que nunca antes hubiera sentido nada parecido?
Ahí estaba yo siendo penetrada y con un dedo en mi ano gozando, gimiendo y disfrutando como nunca. cuando de pronto me saco el pene y empezó a hundirse dos dedos en el ano, y con su otra mano empezó a masturbarme con mucha maestría, eso fue tan violento, la sensación fue tan novedosa que lejos de rechazarlo o avergonzarme, separe mis nalgas con las manos disfrutando de esta nueva variante.
- me gusta que ofrezcas tu culo de esa manera - dijo el cofrade quien echó más aceite en mi ano produciéndome mas placer, luego lo que dijo no me gusto para nada comprendiendo que esto no tenía nada de romántico.
- tu marido puede haber sido tu primer hombre, eso no me importa; pero yo seré el primero en disfrutar de tu culo y seré su dueño - seguidamente con su brazo derecho hizo una fuerte presión sobre mi espalda mientras con su mano izquierda posaba su pene a la entrada de mi ano.
- no por favor, soy virgen por ahí, no lo hagas, te lo ruego- grite muy asustada tratando de huir de esa situación, pero ya nada se podía hacer.
Comenzó lentamente a penetrar mi ano, pude sentir como su hinchada cabeza venció la presión de mi hoyito para que ingrese su glande y luego volverse a cerrar ajustando su miembro, me quede sin aire, podía sentir como si una barra me estuviera partiendo en dos lentamente, cada centímetro era una tortura y luego se quedó estático, podía sentir como su pene latía dentro de mí, era horrible, solo le suplicaba que lo sacara, que me hacía daño, pero ni siquiera mis ruegos le dieron pena.
Metía su pene un centímetro y luego los volvía a sacar hasta sentir su cabeza casi en la entrada para que la saque, luego volver a entrar un poco más y quedarse nuevamente sin hacer movimiento, luego de unos minutos volvía a iniciar el mismo movimiento, pensé que lo haría de golpe, pero no, se estaba tomando su tiempo, como él dijo para hacerse dueño de mi culo, ya no sabía hasta donde más quería entrar, mi hoyito me ardía y yo solo mordía la almohada hasta que sentí como su abdomen chocaba con mis nalgas.
Lo había hecho, se había metido hasta el fondo de mi culo, podía sentir como mi interior se cerraba alrededor de su pene, el dejo la presión sobre mi espalda y dueño de la situación dijo:
- ya tienes toda mi verga en tu culo, vez, no era tan difícil no? - yo no respondía a las justas podía respirar, tenía la sensación que su pene me saldría por la boca (las mujeres me entenderán).
Sin decir nada, cofrade saco su verga de mi ano y me dejo así, en 4 con la cara enterrada en la cama y mi culo en pompa, saben en ese momento me sentí vacía, no sé cómo explicarlo, como si me hubieran quitado algo mío, mi hoyito me latía; no paso ni 30 segundos cuando cofrade volvió a meter su pene, no se detuvo hasta llegar al fondo, sentí su miembro latir dentro mío nuevamente y empezó un suave mete y saca, por extraño que parezca sentía un ligero placer, muy diferente al que se siente cuando lo hacen por la vagina, era más rudo, más burdo, más animal, me sentía dominada, usada y por extraño que sea empecé a disfrutarlo.
Poco a poco empecé a jadear, de los jadeos nacieron los gemidos y poco a poco estos aumentaban de volumen. El cofrade al oírlo me sujeto de las caderas y empezó un ritmo más fuerte, más animal, se iba y venía dentro mío y me oí a mí misma decirle.
- Puta madre, que verga más deliciosa tienes no pares. - cayendo casi inconsciente por los cada vez más bruscos movimientos entregándome a las sensaciones.
Cofrades me estaba cabalgando con mucha fuerza oía, sus bufidos y gemidos, nalgueaba mis nalgas y las estrujaba hasta que sentí un fuerte chorro de semen llenándome por dentro. Saco su pene y cayo desfallecido a un lado de la cama, yo quedé recostada boca abajo, sintiendo como lentamente el semen salía de mi agujero y resbalaba por mis muslos.
Si bien es cierto no había llegado a un orgasmo, pero el placer prohibido que había recibido nunca antes experimentado había sido el más profundo y hasta ese momento el más intenso. sentí el brazo de cofrade atraerme a mí acurrucándome en su cuerpo, por extraño que parezca me sentí protegida, sin que cofrade me lo pida me baje por su pecho y empecé a besar su pene, a lamerlo suavemente y chuparlo limpiándolo mientras sentía la mano de cofrade acariciando mi cabeza como un gesto de cariño, cuando la sentí limpia me incorpore y mirándolo a sus ojos nos besamos suavemente y dije algo que me salió del fondo de mi ser.
- estoy enamorada de ti cofrade - para a continuación acurrucarme a su cuerpo temblando del miedo por lo que había salido de mis labios.
- Lo sé y ahora tu culo me pertenece- dijo con esa sonrisa que ahora me volvía loca para terminar en un tierno beso.
Ahora antes de terminar esta carta amor mío, quiero confesarte que de esto hace ya más de 3 meses, quiero disculparme contigo, con tus padres, pero no puedo seguir así, no quiero hacerte daño y no quiero mentirme más; amo a cofrade y me estoy llevando mis cosas para vivir con él y criar juntos a nuestro hijo fruto de nuestro prohibido amor.
FIN