KOEMAN
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que tal cofras
les contare como conoci a esta chama en la trabajo , fue la primera extranjera con la cual trabaje
Debo decir que desde el primer día que entró ella en la oficina, yo le había echado el ojo encima, pero nunca pensé que pudiera suceder lo sucedió entre nosotros,desde que la conocí la deseé.
Entrando en el edificio por el pasillo casi al final vi una chica de unos 22 años a la que no le ví la cara. Sólo pude ver, que llevaba una mochila gris En aquel momento no le presté mayor atención. Era una de las decenas de chicas que se presentaban para el trabajo.
Estiré las piernas en el pasillo y me apoyé para mirar a través de la ventana la calle estaba adormeciéndome por el desayuno que me habia empujado jeje cuando miré hacia mi izquierda, al fondo del pasillo. Al principio creí que había visto algo que en realidad no estaba ahí, un nebuloso ensueño propio de la hora que era; pero no, era real y allí estaba. El más grandioso culo que he visto nunca estaba allí, embutido en un pantalón negro bien ceñido. Y pertenecía a aquella chica que había visto brevemente apenas media hora antes.
Antes de proseguir la descripción de aquel monumento a la carne que se exhibía ante mí, debo explicar a la cofradia algunas cosas sobre mi concepto de lo bello y lo deseable. En cuestión de cánones de belleza, me gustan los cuerpos gloriosamente abundantes. No quiero decir con esto que me apasionen las chicas meramente gruesas, sino que tengo un amplio concepto de cuán gruesa puede ser una mujer y ser, precisamente por ello, más deseable. Me fascinan los pechos enormes como muchos ya saben , los muslos rotundos y, por supuesto, las nalgas desbordantes, y sé que en estas cuestiones no somos ni mucho menos minoría.
les contare como conoci a esta chama en la trabajo , fue la primera extranjera con la cual trabaje
Debo decir que desde el primer día que entró ella en la oficina, yo le había echado el ojo encima, pero nunca pensé que pudiera suceder lo sucedió entre nosotros,desde que la conocí la deseé.
Entrando en el edificio por el pasillo casi al final vi una chica de unos 22 años a la que no le ví la cara. Sólo pude ver, que llevaba una mochila gris En aquel momento no le presté mayor atención. Era una de las decenas de chicas que se presentaban para el trabajo.
Estiré las piernas en el pasillo y me apoyé para mirar a través de la ventana la calle estaba adormeciéndome por el desayuno que me habia empujado jeje cuando miré hacia mi izquierda, al fondo del pasillo. Al principio creí que había visto algo que en realidad no estaba ahí, un nebuloso ensueño propio de la hora que era; pero no, era real y allí estaba. El más grandioso culo que he visto nunca estaba allí, embutido en un pantalón negro bien ceñido. Y pertenecía a aquella chica que había visto brevemente apenas media hora antes.
Antes de proseguir la descripción de aquel monumento a la carne que se exhibía ante mí, debo explicar a la cofradia algunas cosas sobre mi concepto de lo bello y lo deseable. En cuestión de cánones de belleza, me gustan los cuerpos gloriosamente abundantes. No quiero decir con esto que me apasionen las chicas meramente gruesas, sino que tengo un amplio concepto de cuán gruesa puede ser una mujer y ser, precisamente por ello, más deseable. Me fascinan los pechos enormes como muchos ya saben , los muslos rotundos y, por supuesto, las nalgas desbordantes, y sé que en estas cuestiones no somos ni mucho menos minoría.