Poulsen
Sargento
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4 Years of Service
Conocí una colombiana (2015). Camila de 26 abriles, cabello lacio negro azabache, rostro bonito, de piel blanca, operación en los senos que no eran la gran cosa, media 1.65 que para mí era bajita y no era tan exhuberante su cuerpo que me gustaba lo natural que se veía su cuerpo, por eso tomé el servicio.
En ese año yo no pasaba de los 23 años, empezaba a ser parroquiano pero tenía muy claro lo que quería. Si quería sexo tendría que buscarme una puta y pagar por el servicio, ya que no tenía ganas de tirar mi tiempo enamorando a alguien para tener sexo, por que mi cabeza estaba en otras cosas que el placer lo tenía que buscar rápido y sin compromiso. Eso hizo que sea frío y distante con las putas.
Estaba por pueblo libre (11:00 a.m.) cuando me entró el demonio y a toda costa quería tener sexo, saque el teléfono y empecé a buscar anuncios (Siempre con el miedo que algún transeúnte vea mi teléfono y se veas un culo o tetas), llame a números sin ver fotos, ya que solo quería cualquier chica para quitarme las ganas. Llamé a varias sin respuesta positiva, seguía intentando hasta que me contestó una chica con acento típico de Colombia.
Llamada: Precio, servicio y dirección.
Llegué al depa, me recibió Camila en traje de baño hilo con tacos transparentes, la vi y me dije así mismo: “Que bien, parece que no hay silicona”.
Interacción: Hola, pago, sexo y a casa.
Pasaron varios días, volví a estar por la zona (Miércoles casi siendo las 7:00 p.m.) y aproveche para llamar al mismo número con la intención de encontrar otra colombiana (ese departamento parecía de agencia). Llamé y no identifiqué si era la misma, volví a pedir dirección, precio y fui al lugar.
Llegué, la vi y nos reconocimos con la mirada hasta que ella dijo: “Cómo has estado?”, saque mi billetera, saque el monto exacto mientras extendía mi mano con el dinero diciendo: “Todo bien, préstame el baño por favor”. Regresando de asearme en el baño, entre a la habitación y me desvestí.
Camila empieza con sus preguntas que notó que era muy cortante, entonces empezó a atenderme normal hasta terminar, terminé y me vestí, ya preparado para la retirada caminé saliendo de la habitación pasando por una mini sala que daba a la salida (Ella caminaba atrás mío); cuando ella pregunta: “¿Porqué eres frío y distante?” Y atiné a responder: “Por que solo busco sexo, no busco nada más”. A casa.
Pasaron varios meses que en una de mis aventuras y visitas a burdeles (Uno muy conocido), estando en un burdel mientras buscaba una puta no tan plástica, habían muchas habitaciones cerradas y estando en el bar tomando una cerveza podía ver un grupito de putas compartiendo con unos parroquianos, me fui del lugar en busca de alguna puta y ninguna me llamaba la atención ya que no había variedad, entre idas y venidas se pasaba el tiempo y veo una habitación abierta, me acerco y estaba Camila (No la reconocí) con un vestido negro de malla que se podía ver su hilo exponiendo sus pezones, mientras hacía mis preguntas de rutina ella decía: “A ti te conozco de algún lado, pero no recuerdo”, en plena sesión seguía repitiendo que me conocía, sinceramente yo no la recordaba, menos de su cara ya que anteriormente en lo último que me fijé fue si era bonita o tenía algo para recordar. Terminado la sesión mientras me vestía sin decir nada y ella mirándome exclama con euforia: “Eres el chico que atendí en Pueblo Libre, el de pocas palabras” -decía ella mientras sonreía. Entonces recordé y mirándola: “¿Eres a Camila no? Que pequeño es lima” -terminaba de responder acercándome a la puerta para salir “Quédate no te estoy botando y falta tiempo para que termine el servicio, hablemos un poco ”-decía ella sentada. Extrañado y sin ganas de quedarme me quede quieto, Camila sentada en el filo de la cama da unas palmadas delicadas sobre la cama dándome señales de que me siente. Mientras me sentaban pregunté: “¿De qué quieres hablar?” Sonriendo respondió: “No sé, cuéntame algo de ti. ¿A qué te dedicas?”, sin ganas de conversar respondí: “No me gusta hablar de mis cosas, prefiero hablar de otras cosas”; en realidad si me quería ir ya que ya me había quitado las ganas. Entonces ella toma la palabra diciendo: “Bueno amor, te cuento algo de mi si quieres”, sin interés y respondiendo por compromiso: “Dale”
Empezó a contarme un poco de su vida que en lo más mínimo me interesaba, estaba como Homero Simpsons (Un cerdo volando en mi cerebro mientras ella hablaba), hasta que terminó hablándome de su trabajo y sus clientes, paré la oreja cual Lince de las montañas. Lo que resaltó con palabras de cansancio, decía: “Ya estoy cansada de esto”, escuchando eso comenté: “Pues, si tienes metas esto seguro lo dejas pronto” y antes que diga algo hice la pregunta que no podía dejar pasar: “¿Porqué querías que me quede a conversar contigo? Si al entrar había un chico que estaba esperándote para que lo atiendas”. Camila me evadió la pregunta mientras se ponía de pie acercándose a su tocador decía: “Voy a maquillarme”, me quedé mirando en silencio como se quebraba acercándose al espejo mientras se pintaba los labios y algunos otros retoques... El silencio se hacía incómodo, nos mirábamos de casualidad por el espejo que llegó al punto de que ella se dio cuenta que me estaba sintiendo incómodo, se volvió a sentar y a decirme: “La verdad es que no quiero atender al chico que está esperando, es muy pesado que piensa que soy su mujer”, “ah, me estas usando” -le decía en forma de burla. Entre preguntas y respuestas le propongo que atienda al chico, pobrecito debe estar enamorado -le decía burlándome. Por alguna razón ella entendió que quería irme y en la puerta a punto de retirarme y dándome un beso en la mejilla decía: “¿Te voy a volver a ver no?”, riéndome y agarrando la puerta para abrir le respondo: “Puede ser, a Pueblo Libre ya no voy seguido y no sé si sigues trabajando allá, en este lugar (El burdel) normalmente estoy los fines de semana, si coincidimos fácil me atiendo contigo”, entonces ella propone darme su número y avisarle cuando vaya, como en el lugar (El burdel) no dejan entrar con celular le propuse dejarle mi número, anotó mi número y salí. Al salir estaba el chico esperando con cara de pocos amigos, un chico muy bajo de estatura.
Pasaron un día y vi un mensaje en whatsapp, el número no era de Perú. Reviso el mensaje (+57 (320) xxx-xxxx: Hola, cómo estás? Soy Camila, guarda mi número.
Pasaron los días y las conversaciones en whatsapp normales y distantes, me daba igual si me escribía o no.
Entre semana le confirmo el día y hora que iría al burdel, ella propone una hora exacta por que ella quería que sea su primer cliente, acepté y así fue.
Llegó el día y la hora, avisé que estaba en camino...
Chat de whatsapp:
Yo: Hola Camila, estoy en camino al lugar.
Camila: Ok amor. Estoy en la Hab. 8, cuando llegues tocas la puerta y te abriré.
Yo: Listo.
Llegué al lugar, habían 3 parroquianos cerca a su puerta (No estoy seguro si estaban esperándola), me acerque pidiendo permiso y procedo a tocar la puerta mientras los parroquianos me miraban extrañados y uno decía: “Ya tocamos, salió pero dijo que no estaba atendiendo aún”, entonces se abre la puerta y sale Camila en bikini blanco con tacos transparente diciendo: “Pasa”. Cierra la puerta y sale el saludo con beso en la mejilla agarrándola de la cintura, procedo a pagar y me pide que me siente en el mini sofá que me quería bailar, que no había apuro por que era temprano. Espectador de un baile sensual, miradas a los ojos entre baile y sonrisas, se acerca y se sienta dándome la espalda haciendo movimientos en círculos mientras tenía una ereccion, al sentir ese contacto Camila se movía con más entusiasmo, se paró e hizo que me quitara el pantalón y quedándome en bóxer y ella en bikini se volvió a sentar dándome la espalda para empezar a sobarse con tal dureza que hasta me dolió, Camila estaba excitada y metí mi mano haciendo a un costado su bikini, sobaba su clitoris (Estaba empapada y caliente) mientras se movía gimiendo y repetía: “Así amor, ahí, que rico...”, de pronto veo cómo cierra las piernas con fuerza dejando mi mano en medio sin poder sacarlo y empezaba a temblar mientras sonreía susurrando: “Ay, me hiciste llegar”, espere que se calme y procedimos a lo que venía, que me atienda. En ese transcurso del servicio, su atención era muy diferente de las 2 veces que me había atendido, estaba muy entregada al punto que cuando terminé me pidió que no me pare y este acostado un rato con ella. Mientras miraba el techo y ella reposando en mi pecho empezó a contarme un poco de su vida y como llegó a este mundo de sexo a cambio de un pago.
En resumen ella era parte de una trata de personas allá en Panamá, logró salir de eso regresando a su país natal, como no sabía hacer nada y necesitaba dinero rápido por la necesidad de un problema familiar decidió trabajar por su cuenta en el mundo que ya conocía, por algunas conocidas se instaló en Perú y empezó su camino, en ese camino se enamoró de un peruano que no era un cliente, según ella el chico tenía familia y eso le afectó demasiado, en su ingenuidad aceptó la clásica de los que la enamoran ofreciéndole la luna y sol si dejaban la prostitución, lo intento y le fue peor que el anterior. Camila afirmaba con seguridad que todos la buscaban (enamoraban) por sexo, que cuando les hablas que le vas a cobrar misteriosamente cambiaban de actitud.
Escuchando su historia, pensando que eso debe pasar seguido y me era indiferente. Dando señas de querer pararme y así lo entendió, me vestí, nos despedimos y me fui.
Al día siguiente en whatsapp con Camila:
Camila: Hola amor, cómo estás?
Yo: Todo bien, tú qué tal?
Camila: también, te puedo confesar algo?
Yo: Claro, dime
Camila: Ayer la pasé muy rico, nadie me había tocado así y es por que nunca me dejaba tocar ahí.
Yo: Pero si esa es un parte sensible de ustedes, bueno en su mayoría.
Camila: Así? Pues yo no conocía muy bien mi cuerpo.
Yo: Trata de explorar más tu cuerpo, quizás tengas otros puntos sensibles.
Camila: Siii pero ayúdame, igual te repito que me gusto lo qué pasó ayer que le conté a mi amiga.
Yo: Jajaja... no me digas que también le contaste al dueño del local
Camila: Ay nooo
La conversación seguía fluyendo con temas sin resaltar. Pasaron los días y semanas, chats de texto, fotos, videos y notas de voz... Camila por whatsapp insistía de vez en cuando el por que ya no iba a verla, excusándome le escribía: Es que estoy de viaje. En realidad ya no me gustaba mucho el echo de seguir involucrándome con ella, a pesar de que ella había depositado su confianza sin que ella sepa mucho de mi.
En su momento pensé: Es bonita, tiene buen cuerpo, se nota entregada, fácil puedo tener sexo gratis. Sin embargo para lograr eso tenía que ser más atento, tipo un chico enamorado. Descartado ya que eso era perder el tiempo.
En uno de esos días de querer tener sexo a toda costa, decidí ir al local sin avisar y para mi mala suerte en el transcurso de la noche llegamos a vernos, ella pensó que la estaba buscando que se acerco, un beso en la mejilla y me susurra: “Haré un show privado de una despedida de soltero, si me esperas te atiendo”, muy cerca le respondo: “Tranquila, no pasa nada. Otro día será”. Yo no había ido por ella y me daba igual si me atendía con ella o con otra puta, me atendí con una semi milf que me dejó más seco que pasas de paneton. Habrá pasado como 2 horas, fui al baño y mientras me retiraba se acerco uno de seguridad: “Amigo, la chica de allá dice que te olvidaste tus cosas” -El de seguridad señalaba hacía una habitación sin precisión, entonces pregunto: “¿Qué número?”, el de seguridad avanza y señala con precisión diciendo: “La chica que está con botas negras y vestido blanco”, entonces la veo y era a Camila riéndose, no tenía otra opción y me acerqué, me hizo pasar a su habitación y yo no tenía ganas, ya me había atendido y estaba muerto. Antes que Camila diga alguna palabra, le dije: “No tengo dinero, iba a sacar en la mini agencia que tienen montando en este local, pero dicen que tienen problema de conexión por eso me estaba retirando”, obviamente era mentira, pero era para salir de ese momento. Entonces ella propone sonriendo: “Ay amor, si gustas me pagas después”...
Continuará.
En ese año yo no pasaba de los 23 años, empezaba a ser parroquiano pero tenía muy claro lo que quería. Si quería sexo tendría que buscarme una puta y pagar por el servicio, ya que no tenía ganas de tirar mi tiempo enamorando a alguien para tener sexo, por que mi cabeza estaba en otras cosas que el placer lo tenía que buscar rápido y sin compromiso. Eso hizo que sea frío y distante con las putas.
Estaba por pueblo libre (11:00 a.m.) cuando me entró el demonio y a toda costa quería tener sexo, saque el teléfono y empecé a buscar anuncios (Siempre con el miedo que algún transeúnte vea mi teléfono y se veas un culo o tetas), llame a números sin ver fotos, ya que solo quería cualquier chica para quitarme las ganas. Llamé a varias sin respuesta positiva, seguía intentando hasta que me contestó una chica con acento típico de Colombia.
Llamada: Precio, servicio y dirección.
Llegué al depa, me recibió Camila en traje de baño hilo con tacos transparentes, la vi y me dije así mismo: “Que bien, parece que no hay silicona”.
Interacción: Hola, pago, sexo y a casa.
Pasaron varios días, volví a estar por la zona (Miércoles casi siendo las 7:00 p.m.) y aproveche para llamar al mismo número con la intención de encontrar otra colombiana (ese departamento parecía de agencia). Llamé y no identifiqué si era la misma, volví a pedir dirección, precio y fui al lugar.
Llegué, la vi y nos reconocimos con la mirada hasta que ella dijo: “Cómo has estado?”, saque mi billetera, saque el monto exacto mientras extendía mi mano con el dinero diciendo: “Todo bien, préstame el baño por favor”. Regresando de asearme en el baño, entre a la habitación y me desvestí.
Camila empieza con sus preguntas que notó que era muy cortante, entonces empezó a atenderme normal hasta terminar, terminé y me vestí, ya preparado para la retirada caminé saliendo de la habitación pasando por una mini sala que daba a la salida (Ella caminaba atrás mío); cuando ella pregunta: “¿Porqué eres frío y distante?” Y atiné a responder: “Por que solo busco sexo, no busco nada más”. A casa.
Pasaron varios meses que en una de mis aventuras y visitas a burdeles (Uno muy conocido), estando en un burdel mientras buscaba una puta no tan plástica, habían muchas habitaciones cerradas y estando en el bar tomando una cerveza podía ver un grupito de putas compartiendo con unos parroquianos, me fui del lugar en busca de alguna puta y ninguna me llamaba la atención ya que no había variedad, entre idas y venidas se pasaba el tiempo y veo una habitación abierta, me acerco y estaba Camila (No la reconocí) con un vestido negro de malla que se podía ver su hilo exponiendo sus pezones, mientras hacía mis preguntas de rutina ella decía: “A ti te conozco de algún lado, pero no recuerdo”, en plena sesión seguía repitiendo que me conocía, sinceramente yo no la recordaba, menos de su cara ya que anteriormente en lo último que me fijé fue si era bonita o tenía algo para recordar. Terminado la sesión mientras me vestía sin decir nada y ella mirándome exclama con euforia: “Eres el chico que atendí en Pueblo Libre, el de pocas palabras” -decía ella mientras sonreía. Entonces recordé y mirándola: “¿Eres a Camila no? Que pequeño es lima” -terminaba de responder acercándome a la puerta para salir “Quédate no te estoy botando y falta tiempo para que termine el servicio, hablemos un poco ”-decía ella sentada. Extrañado y sin ganas de quedarme me quede quieto, Camila sentada en el filo de la cama da unas palmadas delicadas sobre la cama dándome señales de que me siente. Mientras me sentaban pregunté: “¿De qué quieres hablar?” Sonriendo respondió: “No sé, cuéntame algo de ti. ¿A qué te dedicas?”, sin ganas de conversar respondí: “No me gusta hablar de mis cosas, prefiero hablar de otras cosas”; en realidad si me quería ir ya que ya me había quitado las ganas. Entonces ella toma la palabra diciendo: “Bueno amor, te cuento algo de mi si quieres”, sin interés y respondiendo por compromiso: “Dale”
Empezó a contarme un poco de su vida que en lo más mínimo me interesaba, estaba como Homero Simpsons (Un cerdo volando en mi cerebro mientras ella hablaba), hasta que terminó hablándome de su trabajo y sus clientes, paré la oreja cual Lince de las montañas. Lo que resaltó con palabras de cansancio, decía: “Ya estoy cansada de esto”, escuchando eso comenté: “Pues, si tienes metas esto seguro lo dejas pronto” y antes que diga algo hice la pregunta que no podía dejar pasar: “¿Porqué querías que me quede a conversar contigo? Si al entrar había un chico que estaba esperándote para que lo atiendas”. Camila me evadió la pregunta mientras se ponía de pie acercándose a su tocador decía: “Voy a maquillarme”, me quedé mirando en silencio como se quebraba acercándose al espejo mientras se pintaba los labios y algunos otros retoques... El silencio se hacía incómodo, nos mirábamos de casualidad por el espejo que llegó al punto de que ella se dio cuenta que me estaba sintiendo incómodo, se volvió a sentar y a decirme: “La verdad es que no quiero atender al chico que está esperando, es muy pesado que piensa que soy su mujer”, “ah, me estas usando” -le decía en forma de burla. Entre preguntas y respuestas le propongo que atienda al chico, pobrecito debe estar enamorado -le decía burlándome. Por alguna razón ella entendió que quería irme y en la puerta a punto de retirarme y dándome un beso en la mejilla decía: “¿Te voy a volver a ver no?”, riéndome y agarrando la puerta para abrir le respondo: “Puede ser, a Pueblo Libre ya no voy seguido y no sé si sigues trabajando allá, en este lugar (El burdel) normalmente estoy los fines de semana, si coincidimos fácil me atiendo contigo”, entonces ella propone darme su número y avisarle cuando vaya, como en el lugar (El burdel) no dejan entrar con celular le propuse dejarle mi número, anotó mi número y salí. Al salir estaba el chico esperando con cara de pocos amigos, un chico muy bajo de estatura.
Pasaron un día y vi un mensaje en whatsapp, el número no era de Perú. Reviso el mensaje (+57 (320) xxx-xxxx: Hola, cómo estás? Soy Camila, guarda mi número.
Pasaron los días y las conversaciones en whatsapp normales y distantes, me daba igual si me escribía o no.
Entre semana le confirmo el día y hora que iría al burdel, ella propone una hora exacta por que ella quería que sea su primer cliente, acepté y así fue.
Llegó el día y la hora, avisé que estaba en camino...
Chat de whatsapp:
Yo: Hola Camila, estoy en camino al lugar.
Camila: Ok amor. Estoy en la Hab. 8, cuando llegues tocas la puerta y te abriré.
Yo: Listo.
Llegué al lugar, habían 3 parroquianos cerca a su puerta (No estoy seguro si estaban esperándola), me acerque pidiendo permiso y procedo a tocar la puerta mientras los parroquianos me miraban extrañados y uno decía: “Ya tocamos, salió pero dijo que no estaba atendiendo aún”, entonces se abre la puerta y sale Camila en bikini blanco con tacos transparente diciendo: “Pasa”. Cierra la puerta y sale el saludo con beso en la mejilla agarrándola de la cintura, procedo a pagar y me pide que me siente en el mini sofá que me quería bailar, que no había apuro por que era temprano. Espectador de un baile sensual, miradas a los ojos entre baile y sonrisas, se acerca y se sienta dándome la espalda haciendo movimientos en círculos mientras tenía una ereccion, al sentir ese contacto Camila se movía con más entusiasmo, se paró e hizo que me quitara el pantalón y quedándome en bóxer y ella en bikini se volvió a sentar dándome la espalda para empezar a sobarse con tal dureza que hasta me dolió, Camila estaba excitada y metí mi mano haciendo a un costado su bikini, sobaba su clitoris (Estaba empapada y caliente) mientras se movía gimiendo y repetía: “Así amor, ahí, que rico...”, de pronto veo cómo cierra las piernas con fuerza dejando mi mano en medio sin poder sacarlo y empezaba a temblar mientras sonreía susurrando: “Ay, me hiciste llegar”, espere que se calme y procedimos a lo que venía, que me atienda. En ese transcurso del servicio, su atención era muy diferente de las 2 veces que me había atendido, estaba muy entregada al punto que cuando terminé me pidió que no me pare y este acostado un rato con ella. Mientras miraba el techo y ella reposando en mi pecho empezó a contarme un poco de su vida y como llegó a este mundo de sexo a cambio de un pago.
En resumen ella era parte de una trata de personas allá en Panamá, logró salir de eso regresando a su país natal, como no sabía hacer nada y necesitaba dinero rápido por la necesidad de un problema familiar decidió trabajar por su cuenta en el mundo que ya conocía, por algunas conocidas se instaló en Perú y empezó su camino, en ese camino se enamoró de un peruano que no era un cliente, según ella el chico tenía familia y eso le afectó demasiado, en su ingenuidad aceptó la clásica de los que la enamoran ofreciéndole la luna y sol si dejaban la prostitución, lo intento y le fue peor que el anterior. Camila afirmaba con seguridad que todos la buscaban (enamoraban) por sexo, que cuando les hablas que le vas a cobrar misteriosamente cambiaban de actitud.
Escuchando su historia, pensando que eso debe pasar seguido y me era indiferente. Dando señas de querer pararme y así lo entendió, me vestí, nos despedimos y me fui.
Al día siguiente en whatsapp con Camila:
Camila: Hola amor, cómo estás?
Yo: Todo bien, tú qué tal?
Camila: también, te puedo confesar algo?
Yo: Claro, dime
Camila: Ayer la pasé muy rico, nadie me había tocado así y es por que nunca me dejaba tocar ahí.
Yo: Pero si esa es un parte sensible de ustedes, bueno en su mayoría.
Camila: Así? Pues yo no conocía muy bien mi cuerpo.
Yo: Trata de explorar más tu cuerpo, quizás tengas otros puntos sensibles.
Camila: Siii pero ayúdame, igual te repito que me gusto lo qué pasó ayer que le conté a mi amiga.
Yo: Jajaja... no me digas que también le contaste al dueño del local
Camila: Ay nooo
La conversación seguía fluyendo con temas sin resaltar. Pasaron los días y semanas, chats de texto, fotos, videos y notas de voz... Camila por whatsapp insistía de vez en cuando el por que ya no iba a verla, excusándome le escribía: Es que estoy de viaje. En realidad ya no me gustaba mucho el echo de seguir involucrándome con ella, a pesar de que ella había depositado su confianza sin que ella sepa mucho de mi.
En su momento pensé: Es bonita, tiene buen cuerpo, se nota entregada, fácil puedo tener sexo gratis. Sin embargo para lograr eso tenía que ser más atento, tipo un chico enamorado. Descartado ya que eso era perder el tiempo.
En uno de esos días de querer tener sexo a toda costa, decidí ir al local sin avisar y para mi mala suerte en el transcurso de la noche llegamos a vernos, ella pensó que la estaba buscando que se acerco, un beso en la mejilla y me susurra: “Haré un show privado de una despedida de soltero, si me esperas te atiendo”, muy cerca le respondo: “Tranquila, no pasa nada. Otro día será”. Yo no había ido por ella y me daba igual si me atendía con ella o con otra puta, me atendí con una semi milf que me dejó más seco que pasas de paneton. Habrá pasado como 2 horas, fui al baño y mientras me retiraba se acerco uno de seguridad: “Amigo, la chica de allá dice que te olvidaste tus cosas” -El de seguridad señalaba hacía una habitación sin precisión, entonces pregunto: “¿Qué número?”, el de seguridad avanza y señala con precisión diciendo: “La chica que está con botas negras y vestido blanco”, entonces la veo y era a Camila riéndose, no tenía otra opción y me acerqué, me hizo pasar a su habitación y yo no tenía ganas, ya me había atendido y estaba muerto. Antes que Camila diga alguna palabra, le dije: “No tengo dinero, iba a sacar en la mini agencia que tienen montando en este local, pero dicen que tienen problema de conexión por eso me estaba retirando”, obviamente era mentira, pero era para salir de ese momento. Entonces ella propone sonriendo: “Ay amor, si gustas me pagas después”...
Continuará.
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