Dr Foreman
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Estimados colegas de la vida cacheril, voy a contar la historia con la psicóloga de la chamba, la intro sobre el inicio de mi conexión con esta hembrita la pueden encontrar en el relato que compartí la vez pasada sobre la practicante pituca.
[...] Resulta que cuando ya estaba en el trabajo no tenía la oportunidad de encontrarme con Leslie, así renombraremos a esta psicóloga de Selección de personal. Alguna que otra vez me la cruzaba en el comedor, le buscaba la mirada pero no me daba ningún sajiro, tampoco pude encontrar floro alguno para acercarme a su área. Además, como tenía al lado a la practicante ya estaba bien distraído en esa mazmorra llamada trabajo.
Pasó el tiempo hasta que llegó fin de año, a la gerente de RRHH se le ocurrió la ideota de que para la cena navideña iba a organizar las mesas mediante un sorteo, de esa manera dizque se fomentaba más "integración". El destino, o la mano nada virgen de esa vieja, hizo que mi mesa salga conformada por: el gerente de operaciones, una contadora malagracia que siempre me cagaba con los reembolsos, una gordita nerd de presupuestos, el otro psicólogo de Selección y yoni. La cena era sport elegante, así que debía ir con saco, la mayoría de flacas fueron tuneadas.
Llegué al restaurante treinta minutos después de la hora fijada, los mosaicos ya estaban sirviendo la cena, saludé y me senté en la silla libre. Ahí Renato, el gerente de operaciones (ese csm sí se llama así así que si de casualidad estás leyendo esto, pues te jodes jaja, me llegabas al pincho) estaba abriendo un vino y conversando amenamente con el psicólogo, para mi sorpresa se llevaban bien, y digo sorpresa porque Renato era recontra serio, creo que ex milico, y el psicólogo era una mariposa sin roche; no les di importancia y empecé a hablarles a las chicas. La contadora era narizona pero cuerpona, se la veía power, solo que se había maquillado mucho, la cara se notaba mucho más blanca que su cuello y brazos. La gordita de presupuesto pues, estaba casi igual que en la chamba, toda sosa sin gracia. Ahora que lo pienso no era tan gordita, tenía buenos mangos, solo que cuadradona, o quizá mis estándares en esa época eran altos.
Con ayuda del trago la nerd estaba más desenvuelta, hablaba muy afanada de Soda Stereo y yo solo pensaba en qué rico habría sido si Pamela (la practicante pituca) no hubiera renunciado, me la habría cachado esa noche, tamare, felizmente seguía con mi flaca la tóxica que me mensajeaba para encontrarnos saliendo de esa cena.
Al rato ya habíamos acabado de comer y las dos botellas de vino que pusieron los miserables de la empresa estaban bien secas. El gerente general se paró, dio su clásico discurso de fin de año y nos invitó a disfrutar de la pista de baile. «Será momento de ir safando para encontrarme con mi flaquita», pensaba yo. En eso escucho una voz de mujer que dice: "perdón, me robo al churro". Era Leslie, se estaba llevando de la mano al psicólogo, iban bien alegres a bailar. No hay sin suerte. De ahí se me cruzó por la mente, «¿y si este huevas no era maricueca y se la estaba comiendo?»
Al toque le dije a la contadora para también ir a bailar y nos fuimos a la pista mientras sonaba Grupo 5.
Mi intención era acercarme y cambiar de parejas para finalmente hablar con Leslie. Ya me estaba proyectando cuando de la nada se aparece Renato, le hace una broma al psicólogo y este le cede bailar con ella. La putamare.
Felizmente el huevón bailaba peor que el Puma Carranza, así que yo seguía dándole vueltas a la contadora, ya hasta la veía más risueña. Sin embargo, mis ojos estaban pendientes de Leslie, como es blancona la luz artificial hacía resaltar su piel, se la notaba alegrona, medio achinadita, cachetes rosaditos, llevaba el cabello recogido en moño, un vestido negro de tiras que hacían ver que tenía un cuerpo de mujer ya hecho, ahí es que le calculé sus veintimuchos, más tetas de las que pensaba que tenía, cintura decente, pero lo importante eran esas caderas, tenían esa forma de guitarra bien formada que siempre me arrecha, no se notaban muchas nalgas, pero la veía bien rica. En ese momento recordé lo que me hizo cuando postulé y me empecé a poner fierro. Ya qué , le metí la pierna a la contadora en un merengue y una apretada, sintió mi pinga y como que la sorprendió porque le escuché un suspiro.
Así seguimos bailando un rato hasta que la gente pedía trago y los del restaurante dijeron que eso no se había contratado y que ya cerraban. Por eso, el que menos empezaba a hacer planes para seguirla, unos se iban a chupar, la mancha donde estaba Leslie iba a seguirla en una disco por Esperanza, en Miraflores. Esta es mi oportunidad, me dije. Le escribí a mi flaca diciendo que la cena se iba a prolongar con actividades de integración y como ella no podía salir tan tarde tuvo que aceptar vernos para el día siguiente, igual me siguió mensajeando toooda la noche.
Llegamos a la disco, éramos una mancha de como 9 puntas, el único gerente era el huevonazo de Renato. Entramos y rápido, todo panudo se puso dos whiskys. Había buen ambiente, como para escoger: Leslie, dos flacas de servicio al cliente, la contadora, y varias chibolas de la disco. Los gallinazos estaban atentos, entre ellos su servidor. Ahí sí de una saqué a Leslie a bailar, bacán la flaca, parecía un trompo, se movía rico, para no ser tan evidente bailé con todas y más con la contadora, que ya hasta me caía mejor. Iba al baño a mear y le escribía a mi bobo, volvía y me secaba los vasos. No recuerdo si Renato fue el que puso más trago o sacamos chancha entre todos, la cosa es que varios estábamos bien picados. Le decía a Leslie que me caía chévere, que debíamos salir otra vez en "mancha", huevadas. De pronto la gente ya se iba, salimos a la calle: Leslie, el ñoco de su colega, Renato, la contadora y yoni. Debía moverme rápido, pero vi que el brito habló con un taxi y al toque se subió Leslie, Renato dijo que también se iba en su ruta y putamare, se fueron los tres. Me quedé solo con la contadora, y le dije:
—Esos estaban apurados. Vamos, te acompaño. ¿Por dónde vives?
—Jajaj, sí pues. Por Breña. ¿Te queda cerca?
En ese tiempo yo vivía por La Bolichera pero le dije "Sísí, voy por ahí, ya de ahí estoy a minutos". Paramos un taxi y subimos. En el camino le veía las piernas sin descaro, conversábamos y le iba tocando los brazos y las manos, sonriendo le dije que no me había divertido tanto en mucho tiempo.
—No te creo, Dr Foreman. Pero me sorprendiste, pensé que jaja. No te molestes, ah, es que pensaba que eras creído.
—¿Yo? Nada que ver. Al contrario, a ti siempre te veo muy seria conmigo.
—Mmm, no soy seria, hay mucho trabajo pues.
—Pues hay que relajarse de vez en cuando, ¿no?
—¿Ah, sí?
—Ajam...
Ahí le metí cara y la empecé a besar. El alcohol hacía sus efectos, ella me correspondía, besaba rico la cholapower, nos metíamos lengua. Le tocaba el cuello, pasé a agarrar las tetas por encima de su vestido, uy, ésta cae. La estaba paleteando y el taxista se ganaba con todo. Bajé hacia sus piernotas, busqué llegar hacia su conchita, sentí su calzón y empecé a sobarlo, ya lo sentía calentito y húmedo. Le dije el clásico "vamos a otro lado". Solo respondió con un "mmmm". Le dije al taxista que nos deje por Risso, para mi suerte estábamos cerca, ya por la Arequipa. Bajamos y le agarré de la cintura, la chapé y la apreté hacia mí. De la mano la llevé al telo, en todo el camino a la habitación le sobraba las nalgotas. Adentro le di la vuelta para puntear ese culazo mientras le bajaba el cierre del vestido, la ropa se fue rápido, ella quedó en brasier y calzón, yo ya estaba sin nada. Mientras la llevaba hacia la cama ella me agarraba fuerte la pinga.
—Qué dura la tienes, Foreman.
—Así me pones, ahora la vas a probar.
Hice que se arrodille y me la chupe, pasaba su lengua por toda la cabeza y ponía cara de perra en celo. Le agarré del cabello y se la metí hasta la garganta, no se la sacaba, se atoraba pero la gozaba, se le mojaban los ojos y también la concha. Dio un respiro ahogado, la sacó y se la volvió a tragar ella sola. Después la tiré en la cama y le saqué el bra y chupé esas tetazas, tenía pezones con aureolas grandes, se las mordía y ella empezaba a gemir. De ahí le quité el calzón, ya estaba húmeda, la bandida no estaba pelada pero sí vellos al ras, le hice chupar dos dedos y se los metí y le di su dedeada por un buen rato mientras le chupaba los pezones y la besaba. Felizmente tenía poncho en el bolsillo del lompa. Al toque me lo puse y se la clavé.
—No, Foremancito, no.
—¿No qué? —mientras me movía más fuerte.
—Ay, sigue, no pares.
La seguí bombeando y ella me abría las piernas, la chola era gritona, ese cuerpazo que tenía hacía que a uno le entraran ganas de darle más, de sadiquearse. La puse en cuatro, se le formaba una peraza, le quise meter dedo al ano y al toque me paró en seco, "por ahí no". Le jalé el pelo y empecé a castigarla con nalgadas bien fuertes.
—Así te gusta, eh.
—Ay, sí, sí, más, quiero más.
Gemía bien escandalosa, pero era aguantadora, alzaba su culo para pedir más pinga, me bajé de la cama e hize que se ponga al borde para embestirla con todo, así le di buen rato. Luego me tumbé totalmente moviéndome sobre ella, le agarraba las manos mientras se venía.
Me acosté y ella se subió, empezó a cabalgar como una lobaza, me ponía las tetas en la cara y yo las chupaba y mordía, ella movía sus caderas en forma frenética, la alcé un poco y la penetré rápido desde abajo, se estaba viniendo de nuevo mientras le jalaba el cabello y le metía el pulgar a la boca. Se tiró encima y nos quedamos dormidos.
Cuando desperté vi que aún tenía el condón en la punta de la pinga y la contadora estaba al lado durmiendo calatita. Conchesumare, tenía un rabazo pero de carabina sí que estaba en debe, tenía el maquillaje corrido. La cagada, parecía que me había cachado al guasón.
Le envié un mensaje de buenos días a mi flaca y procedí a chuparle las tetas a mi a nueva perrita para el mañanero.
La contadora se despertó con una sonrisa, vio la hora y al toque se paró para ir al baño, escuché abrirse la ducha, me dio flojera levantarme, ya cuando me animaba a ir a acompañarla para un remojón ella salió apurada y dijo que estaba muy tarde, que tenía mucho roche llegar así a su casa. Nos empezamos a cambiar, no encontraba mi saco, hasta ahora no sé dónde lo perdí. Salimos, la embarqué en un taxi y nos despedimos con un piquito, luego me subí al microbio rumbo a mi casa.
Continuará...
[...] Resulta que cuando ya estaba en el trabajo no tenía la oportunidad de encontrarme con Leslie, así renombraremos a esta psicóloga de Selección de personal. Alguna que otra vez me la cruzaba en el comedor, le buscaba la mirada pero no me daba ningún sajiro, tampoco pude encontrar floro alguno para acercarme a su área. Además, como tenía al lado a la practicante ya estaba bien distraído en esa mazmorra llamada trabajo.
Pasó el tiempo hasta que llegó fin de año, a la gerente de RRHH se le ocurrió la ideota de que para la cena navideña iba a organizar las mesas mediante un sorteo, de esa manera dizque se fomentaba más "integración". El destino, o la mano nada virgen de esa vieja, hizo que mi mesa salga conformada por: el gerente de operaciones, una contadora malagracia que siempre me cagaba con los reembolsos, una gordita nerd de presupuestos, el otro psicólogo de Selección y yoni. La cena era sport elegante, así que debía ir con saco, la mayoría de flacas fueron tuneadas.
Llegué al restaurante treinta minutos después de la hora fijada, los mosaicos ya estaban sirviendo la cena, saludé y me senté en la silla libre. Ahí Renato, el gerente de operaciones (ese csm sí se llama así así que si de casualidad estás leyendo esto, pues te jodes jaja, me llegabas al pincho) estaba abriendo un vino y conversando amenamente con el psicólogo, para mi sorpresa se llevaban bien, y digo sorpresa porque Renato era recontra serio, creo que ex milico, y el psicólogo era una mariposa sin roche; no les di importancia y empecé a hablarles a las chicas. La contadora era narizona pero cuerpona, se la veía power, solo que se había maquillado mucho, la cara se notaba mucho más blanca que su cuello y brazos. La gordita de presupuesto pues, estaba casi igual que en la chamba, toda sosa sin gracia. Ahora que lo pienso no era tan gordita, tenía buenos mangos, solo que cuadradona, o quizá mis estándares en esa época eran altos.
Con ayuda del trago la nerd estaba más desenvuelta, hablaba muy afanada de Soda Stereo y yo solo pensaba en qué rico habría sido si Pamela (la practicante pituca) no hubiera renunciado, me la habría cachado esa noche, tamare, felizmente seguía con mi flaca la tóxica que me mensajeaba para encontrarnos saliendo de esa cena.
Al rato ya habíamos acabado de comer y las dos botellas de vino que pusieron los miserables de la empresa estaban bien secas. El gerente general se paró, dio su clásico discurso de fin de año y nos invitó a disfrutar de la pista de baile. «Será momento de ir safando para encontrarme con mi flaquita», pensaba yo. En eso escucho una voz de mujer que dice: "perdón, me robo al churro". Era Leslie, se estaba llevando de la mano al psicólogo, iban bien alegres a bailar. No hay sin suerte. De ahí se me cruzó por la mente, «¿y si este huevas no era maricueca y se la estaba comiendo?»
Al toque le dije a la contadora para también ir a bailar y nos fuimos a la pista mientras sonaba Grupo 5.
Mi intención era acercarme y cambiar de parejas para finalmente hablar con Leslie. Ya me estaba proyectando cuando de la nada se aparece Renato, le hace una broma al psicólogo y este le cede bailar con ella. La putamare.
Felizmente el huevón bailaba peor que el Puma Carranza, así que yo seguía dándole vueltas a la contadora, ya hasta la veía más risueña. Sin embargo, mis ojos estaban pendientes de Leslie, como es blancona la luz artificial hacía resaltar su piel, se la notaba alegrona, medio achinadita, cachetes rosaditos, llevaba el cabello recogido en moño, un vestido negro de tiras que hacían ver que tenía un cuerpo de mujer ya hecho, ahí es que le calculé sus veintimuchos, más tetas de las que pensaba que tenía, cintura decente, pero lo importante eran esas caderas, tenían esa forma de guitarra bien formada que siempre me arrecha, no se notaban muchas nalgas, pero la veía bien rica. En ese momento recordé lo que me hizo cuando postulé y me empecé a poner fierro. Ya qué , le metí la pierna a la contadora en un merengue y una apretada, sintió mi pinga y como que la sorprendió porque le escuché un suspiro.
Así seguimos bailando un rato hasta que la gente pedía trago y los del restaurante dijeron que eso no se había contratado y que ya cerraban. Por eso, el que menos empezaba a hacer planes para seguirla, unos se iban a chupar, la mancha donde estaba Leslie iba a seguirla en una disco por Esperanza, en Miraflores. Esta es mi oportunidad, me dije. Le escribí a mi flaca diciendo que la cena se iba a prolongar con actividades de integración y como ella no podía salir tan tarde tuvo que aceptar vernos para el día siguiente, igual me siguió mensajeando toooda la noche.
Llegamos a la disco, éramos una mancha de como 9 puntas, el único gerente era el huevonazo de Renato. Entramos y rápido, todo panudo se puso dos whiskys. Había buen ambiente, como para escoger: Leslie, dos flacas de servicio al cliente, la contadora, y varias chibolas de la disco. Los gallinazos estaban atentos, entre ellos su servidor. Ahí sí de una saqué a Leslie a bailar, bacán la flaca, parecía un trompo, se movía rico, para no ser tan evidente bailé con todas y más con la contadora, que ya hasta me caía mejor. Iba al baño a mear y le escribía a mi bobo, volvía y me secaba los vasos. No recuerdo si Renato fue el que puso más trago o sacamos chancha entre todos, la cosa es que varios estábamos bien picados. Le decía a Leslie que me caía chévere, que debíamos salir otra vez en "mancha", huevadas. De pronto la gente ya se iba, salimos a la calle: Leslie, el ñoco de su colega, Renato, la contadora y yoni. Debía moverme rápido, pero vi que el brito habló con un taxi y al toque se subió Leslie, Renato dijo que también se iba en su ruta y putamare, se fueron los tres. Me quedé solo con la contadora, y le dije:
—Esos estaban apurados. Vamos, te acompaño. ¿Por dónde vives?
—Jajaj, sí pues. Por Breña. ¿Te queda cerca?
En ese tiempo yo vivía por La Bolichera pero le dije "Sísí, voy por ahí, ya de ahí estoy a minutos". Paramos un taxi y subimos. En el camino le veía las piernas sin descaro, conversábamos y le iba tocando los brazos y las manos, sonriendo le dije que no me había divertido tanto en mucho tiempo.
—No te creo, Dr Foreman. Pero me sorprendiste, pensé que jaja. No te molestes, ah, es que pensaba que eras creído.
—¿Yo? Nada que ver. Al contrario, a ti siempre te veo muy seria conmigo.
—Mmm, no soy seria, hay mucho trabajo pues.
—Pues hay que relajarse de vez en cuando, ¿no?
—¿Ah, sí?
—Ajam...
Ahí le metí cara y la empecé a besar. El alcohol hacía sus efectos, ella me correspondía, besaba rico la cholapower, nos metíamos lengua. Le tocaba el cuello, pasé a agarrar las tetas por encima de su vestido, uy, ésta cae. La estaba paleteando y el taxista se ganaba con todo. Bajé hacia sus piernotas, busqué llegar hacia su conchita, sentí su calzón y empecé a sobarlo, ya lo sentía calentito y húmedo. Le dije el clásico "vamos a otro lado". Solo respondió con un "mmmm". Le dije al taxista que nos deje por Risso, para mi suerte estábamos cerca, ya por la Arequipa. Bajamos y le agarré de la cintura, la chapé y la apreté hacia mí. De la mano la llevé al telo, en todo el camino a la habitación le sobraba las nalgotas. Adentro le di la vuelta para puntear ese culazo mientras le bajaba el cierre del vestido, la ropa se fue rápido, ella quedó en brasier y calzón, yo ya estaba sin nada. Mientras la llevaba hacia la cama ella me agarraba fuerte la pinga.
—Qué dura la tienes, Foreman.
—Así me pones, ahora la vas a probar.
Hice que se arrodille y me la chupe, pasaba su lengua por toda la cabeza y ponía cara de perra en celo. Le agarré del cabello y se la metí hasta la garganta, no se la sacaba, se atoraba pero la gozaba, se le mojaban los ojos y también la concha. Dio un respiro ahogado, la sacó y se la volvió a tragar ella sola. Después la tiré en la cama y le saqué el bra y chupé esas tetazas, tenía pezones con aureolas grandes, se las mordía y ella empezaba a gemir. De ahí le quité el calzón, ya estaba húmeda, la bandida no estaba pelada pero sí vellos al ras, le hice chupar dos dedos y se los metí y le di su dedeada por un buen rato mientras le chupaba los pezones y la besaba. Felizmente tenía poncho en el bolsillo del lompa. Al toque me lo puse y se la clavé.
—No, Foremancito, no.
—¿No qué? —mientras me movía más fuerte.
—Ay, sigue, no pares.
La seguí bombeando y ella me abría las piernas, la chola era gritona, ese cuerpazo que tenía hacía que a uno le entraran ganas de darle más, de sadiquearse. La puse en cuatro, se le formaba una peraza, le quise meter dedo al ano y al toque me paró en seco, "por ahí no". Le jalé el pelo y empecé a castigarla con nalgadas bien fuertes.
—Así te gusta, eh.
—Ay, sí, sí, más, quiero más.
Gemía bien escandalosa, pero era aguantadora, alzaba su culo para pedir más pinga, me bajé de la cama e hize que se ponga al borde para embestirla con todo, así le di buen rato. Luego me tumbé totalmente moviéndome sobre ella, le agarraba las manos mientras se venía.
Me acosté y ella se subió, empezó a cabalgar como una lobaza, me ponía las tetas en la cara y yo las chupaba y mordía, ella movía sus caderas en forma frenética, la alcé un poco y la penetré rápido desde abajo, se estaba viniendo de nuevo mientras le jalaba el cabello y le metía el pulgar a la boca. Se tiró encima y nos quedamos dormidos.
Cuando desperté vi que aún tenía el condón en la punta de la pinga y la contadora estaba al lado durmiendo calatita. Conchesumare, tenía un rabazo pero de carabina sí que estaba en debe, tenía el maquillaje corrido. La cagada, parecía que me había cachado al guasón.
Le envié un mensaje de buenos días a mi flaca y procedí a chuparle las tetas a mi a nueva perrita para el mañanero.
La contadora se despertó con una sonrisa, vio la hora y al toque se paró para ir al baño, escuché abrirse la ducha, me dio flojera levantarme, ya cuando me animaba a ir a acompañarla para un remojón ella salió apurada y dijo que estaba muy tarde, que tenía mucho roche llegar así a su casa. Nos empezamos a cambiar, no encontraba mi saco, hasta ahora no sé dónde lo perdí. Salimos, la embarqué en un taxi y nos despedimos con un piquito, luego me subí al microbio rumbo a mi casa.
Continuará...