Capítulo 5. A Huacho me fui
Todo iba de mil maravillas, el trato era realmente “de pareja” y la verdad yo si me impacté de tener ese mujerón a disposición. De hecho era la más solicitada del localcete en donde trabajaba; y asi como a ella ya no le importaba que yo tuviera esposa e hijos, a mi tampoco me interesaba que ella fuera tocada, acariciada y sabe dios que cosas más por sus asiduos clientes.
Un buen día se me dio la idea de pedir permiso en mi trabajo e inventar un viaje de trabajo en mi casa… los rebusques del pirata, como diría la canción. De esa forma tenía un día con una noche completita para estar juntos y hacer de todo. Ella accedió y la recogí tempranísimo de su casa, yo de camino no tenía claro adonde ir, pero mi instinto me llevó al norte, cada vez más al norte, lejos del mundanal ruido y las miradas indiscretas, lejos de los sapos rabiosos, hasta que conversando animadamente (ese era otro punto, teníamos como quien dice mucha química, no solo sexual sino también al estar juntos), pasamos por Chancay, Huaral… y llegamos a Huacho… sin conocer la ciudad y preguntando llegamos al muelle (o puerto, no sabría como calificarlo) y encontramos para nuestra suerte el único local que vendía ceviche a esa hora, un par de chelas bien heladas y luego a buscar donde “descansar” (eran más o menos las 10 am)…
Sin saber donde llegar voy avanzando en mi bólido por lo que sería la “costanera” del lugar y PLIM, un tremendo hotel frente el mar me indicaba cual iba a ser el lugar elegido para pasar el día, disfrutando nuestra precaria y temporal libertad.
Bajé del auto, hice el pago respectivo (60 lucas por una suite frente al mar, me pareció una ganga entonces y ahora), regresé por LorEna y de la maletera saqué una mochila con dos vinos. “Bien preparado has venido, no chico?”, me dijo con su inconfundible y delicioso dejo de mujer selvática. “Y no tienes idea de todo lo que voy a hacerte alá arriba”, le respondí caliente, tomándola de la cintura y besándole detrás de una oreja, con una erección de esas que duelen, de esas que quieren hacerle hueco al pantalón.
La habitación era de ensueño, eso nos pareció o estábamos con la predisposición a ver todo bien, el sol ya estaba saliendo y el mar azul nos acompañaba con una fresca brisa y el sonido de su ir y venir. Puse los vinos a helar (tenía hasta frigobar) y la empujé contra la pared. “Hoy te como todita, cada centímetro de tu piel”, le susurré al oído. Ella me jalaba de los cabellos y su respiración agitada me indicaba que estaba tan excitada como yo. Le saqué cada prenda con delicadeza, como si el tiempo fuera eterno y nada ni nadie fuera a romper ese momento: instantes eternos, dice la canción.
Lamentablemente no guardo muchos detalles, solo tengo en mi mente fresco, como si fuera ayer, el esplendor de su desnudez salvaje, cabalgando sobre mi, tomados de las manos, subiendo y bajando de forma lenta, sintiendo como mi fiel animal penetraba todo su mojado ser, mirando hacia arriba su rostro, como mordía sus labios, como gemía, y todo a la luz del día, con la brisa y la solas; recuerdo también sus senos, hermosos, hinchados, brillantes… yo no apuraba la situación, por mi no quería venirme nunca, luego no aguanté más y la puse debajo mio, y le dí con fuerza, con furia nuevamente, las delicadezas quedaron de lado y mordía todo lo que se podía morder, y más, ella cada vez más mojada y aumentando el volumen de sus jadeos, de ahí vino un perrito, si mal no recuerdo, y luego todas esas variantes en donde el hombre viene desde atrás… luego los recuerdos vuelven a entrecortarse, vagamente se me viene a la memoria nuestros cuerpos cubiertos de sudor, nuestra respiración a mil, yo y mi corazón a punto de salirse, ella volviendo por más, yo teniendo una erección solo minutos después de haber eyaculado, lo cual hacía mucho tiempo no me pasaba, volviendo a la carga, la cargué esta vez de hecho, luego a la ducha, en la ducha, y ella diciéndome “ay amor, creo que aquí se escucha más fuerte mis gritos, ya no sigas….” Y obviamente yo sin hacerle caso embestía con más y más fuerza…. Fueron tres o cuatro orgasmos mios, y los de ella ni idea, solo se que rendidos, nos acostamos y por minutos dormimos…. Sería ya el mediodía o un poquito más…. Prendo la TV y estaban pasando un partido de Champions League, lo dejé, estaba por empezar, descorché uno de los vino que ya estaba heladísimo y vi mi partido…. Y he aquí la foto: un partido de champions, una copa de vino, echado frente al mar y al lado una mujer desnuda durmiendo rendida, de costadito, dejando ver sus pronunciadas curvas… en ese momento recuerdo claramente que me pregunté: “si esto no es la felicidad, entonces que es?”