drais
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La gran mentira de la APEC 2016 es el mantra que nos están vendiendo porque "somos el centro del mundo": el proteccionismo. Digo que estamos ante una calculada patraña del tamaño de una catedral porque éste ya existe y está vivo y coleante. El paraíso de libre comercio y de liberalismo económico y social desapareció junto con las Torres Gemelas y, poco a poco, ha ido desvaneciéndose.
Pocos lo ven pero de ello dio cuenta los altos precios del petróleo en la primera década del siglo, para luego descender a los niveles de hoy en día. El proteccionismo de la OPEP fue respondido con el de los países desarrollados y sus nuevas tecnologías como el fracking y las reservas soberanas de crudo. Asimismo, se inició una carrera de expansión y control de recursos claves como el cobre, el oro y la plata y otras materias primas como las tierras raras que son la base de la industria electrónica y su mayor fuente se encuentra en China. El Perú se ha beneficiado de esa expansión "imperial" que más que económica ha sido política.
Por otra parte, el proteccionismo siempre está latente en la política económica de las potencias. La (des)Unión Europea es un hermoso ejemplo con su Política Agrícola Común y el Japón con sus altos aranceles para la importación de su cereal clave, el arroz. Estados Unidos y Canadá no se quedan atrás con su gran riqueza triguera. Rusia sigue el mismo camino con Putin y la recuperación del control de la industria petrolera y del gas y las medidas administrativas contra la colonización agrícola china de su territorio siberiano y del Pacífico.
Las mentiras son tan grandes que asustan y crean mitos. Así, por ejemplo, Trump es un monstruo por querer deportar millones de indocumentados. Lo gracioso es que Obama ha hecho calladito en ocho años, sin mayores problemas, y como nunca antes la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Seguridad Interior han tenido carta libre para deportar gente a diestra y siniestra. Han expulsado a tanta o más gente que la promesa más extravagante que Trump.
Otro ejemplo hermoso es la queja de la deslocalización de las industrias. Eso es la relativo, hay que verlo según cada sector. Existen industrias símbolos donde la impresión es equívoca, como la del automóvil. Se trata de una actividad donde está en juego una suerte de orgullo nacional. Gran mentira o media verdad, pues USA se ha beneficiado tanto de la misma medida del traslado de empleos como los que ha exportado a México. BMW fabrica autos en Virginia, las compañías japonesas en el sur y para competir las firmas norteamericanas trabajan en México. El mercado norteamericano es único. Los obreros serán mexicanos o canadienses, pero el beneficio es estadounidense. Ese mercado protegido desde Oaxaca al Yukon se llama NAFTA.
En resumen, vivimos en un mundo semi proteccionista, que no se reconoce así por verguenza o porque la palabra suena fea. La Organización Mundial de Comercio está pintada sobre la pared. El FMI nada tiene que ver con el tema, por más alentadoras que parezcan las palabras de Christine Lagarde. En los últimos 15 años se han consolidado monopolios mundiales a una velocidad mayor a aquellos a fines del siglo XIX. La Standart Oil Company ya quedo chica frente a lo que ha hecho Google, Microsoft, Monsanto y los laboratorios farmacéuticos como Merk o Novartis. Sin embargo, tenemos a desconcertadas gentes que hablan del libre comercio como un ideal vivo (y lo rematan con chistes malos). Encima tienen el descaro de decir que estamos en el centro del mundo. No pues, abramos los ojos ante el mundo nuevo, ese que ya en los noventa predecían en los animes más oscuros, "las corporaciones son los monstruos del futuro".
Pocos lo ven pero de ello dio cuenta los altos precios del petróleo en la primera década del siglo, para luego descender a los niveles de hoy en día. El proteccionismo de la OPEP fue respondido con el de los países desarrollados y sus nuevas tecnologías como el fracking y las reservas soberanas de crudo. Asimismo, se inició una carrera de expansión y control de recursos claves como el cobre, el oro y la plata y otras materias primas como las tierras raras que son la base de la industria electrónica y su mayor fuente se encuentra en China. El Perú se ha beneficiado de esa expansión "imperial" que más que económica ha sido política.
Por otra parte, el proteccionismo siempre está latente en la política económica de las potencias. La (des)Unión Europea es un hermoso ejemplo con su Política Agrícola Común y el Japón con sus altos aranceles para la importación de su cereal clave, el arroz. Estados Unidos y Canadá no se quedan atrás con su gran riqueza triguera. Rusia sigue el mismo camino con Putin y la recuperación del control de la industria petrolera y del gas y las medidas administrativas contra la colonización agrícola china de su territorio siberiano y del Pacífico.
Las mentiras son tan grandes que asustan y crean mitos. Así, por ejemplo, Trump es un monstruo por querer deportar millones de indocumentados. Lo gracioso es que Obama ha hecho calladito en ocho años, sin mayores problemas, y como nunca antes la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Seguridad Interior han tenido carta libre para deportar gente a diestra y siniestra. Han expulsado a tanta o más gente que la promesa más extravagante que Trump.
Otro ejemplo hermoso es la queja de la deslocalización de las industrias. Eso es la relativo, hay que verlo según cada sector. Existen industrias símbolos donde la impresión es equívoca, como la del automóvil. Se trata de una actividad donde está en juego una suerte de orgullo nacional. Gran mentira o media verdad, pues USA se ha beneficiado tanto de la misma medida del traslado de empleos como los que ha exportado a México. BMW fabrica autos en Virginia, las compañías japonesas en el sur y para competir las firmas norteamericanas trabajan en México. El mercado norteamericano es único. Los obreros serán mexicanos o canadienses, pero el beneficio es estadounidense. Ese mercado protegido desde Oaxaca al Yukon se llama NAFTA.
En resumen, vivimos en un mundo semi proteccionista, que no se reconoce así por verguenza o porque la palabra suena fea. La Organización Mundial de Comercio está pintada sobre la pared. El FMI nada tiene que ver con el tema, por más alentadoras que parezcan las palabras de Christine Lagarde. En los últimos 15 años se han consolidado monopolios mundiales a una velocidad mayor a aquellos a fines del siglo XIX. La Standart Oil Company ya quedo chica frente a lo que ha hecho Google, Microsoft, Monsanto y los laboratorios farmacéuticos como Merk o Novartis. Sin embargo, tenemos a desconcertadas gentes que hablan del libre comercio como un ideal vivo (y lo rematan con chistes malos). Encima tienen el descaro de decir que estamos en el centro del mundo. No pues, abramos los ojos ante el mundo nuevo, ese que ya en los noventa predecían en los animes más oscuros, "las corporaciones son los monstruos del futuro".