Bueno, las infancias de muchos son distintas. Mucha gente tuvo parientes lejos y ahora más que nunca. Y, aunque no conocía todas las madres de familia durante la década de los 80s, no creo que todas -aunque tal vez la mayoría de madres capitalinas- fueran como la mamá de la familia Ingalls, mucho menos creo que así sean ahora y mucho menos creo que las mujeres quieran ser así ahora. Concretamente, a cierto centro de salud llegaban muchas que no tenían tiempo, ni aparente interés, en ser el modelo occidental sesentero de ama casa/madre de familia que veíamos en Los años maravillosos (por cierto, Winni Cooper está buenísima en ropa interior), hacían lo que podían para pasar el fin de mes. Y precisamente ese es el punto, las sociedades cambian, en función de su adaptación, si es para bien o para mal se decidirá cuando las generaciones futuras, a la luz de la historia y con todos los datos a la mano sean capaces de evaluar si lo que se hizo fue lo mejor. En ese sentido, que el estado diga lo que se puede vender y lo que no en los colegios es una medida que parece racional ahora, en este tiempo de negligencias y practicidad; sigue que se promueva el deporte y la concientización mediante la publicidad; seguro dirán que se atenta contra la libertad de empresa, que es un cabe a las cadenas de fast foods y que los inversionistas verán con malos ojos al país, se irán a otro con niños muy obesos y todo volverá a ser como cuando Velasco y Alan en su primer gobierno y que nos salve Fritolay.
No creo, mi estimado drais, que la ley persiga a los fast foods en cuanto se mantenga para el interior de los colegios y en cuanto las empresas puedan poner su publicidad en la tele y otros medios. Ahora, si en el futuro se les prohíbe publicitar o se les graba algún impuesto ahí sí la historia cambia. Tampoco creo que la ley le esté diciendo a las madres qué comen sus hijos, pues si los niños compran algún snack en los quioscos es porque sus padres les dan dinero junto con la implícita decisión de que compren lo que quieran; ahí me parece bien que todas las opciones sean solo saludables, al menos de 8:00 a 2:00, o lo que dure el recreo. Y no creo que un padre responsable mande chizitos o salchipapa en taper a los niños, a lo sumo un pan con queso y un yogurt, tal vez una fruta. Si los padres decidieran, porque sí, mandarles salchipapa o o chizitos, ¿Creen que la maestra Ximena les va a quitar su comida o les va a decir que no coman?
PD: A mí sí me obligaban a hacer ejercicio, en una clase llamada Educación Física. Me decían qué ejercicio hacer, cuándo, dónde, cómo y durante qué tiempo, además me evaluaban.