No me parece cojudo mandarle flores a una kine. Si se hace mal, obviamente, es una estupidez; pero si se sabe hacerla, la kine te devuelve diez veces el valor de las flores en calidad de atención.
Es el caso de una conocida y hasta endiosada kine de un fenecido "Spa" en una esquina de la Av. La Marina, cerca de la Av. Sucre y de la Av. Brasil. Una mulata preciosa con probablemente el mejor culo que ha pasado por el circuito de los Saunas-Salas de Masajes. Un día la cogí emocionalmente muy sensible, conversamos mucho, muchos besos y caricias, nada de masajes y sí mucho de sexo apasionado y casi empalagosamente dulce; descansando en el jacuzzi me comentó que estaba asustada porque tenía un defecto serio en el corazón y se sometería a cirujía de corazón abierto en un par de semanas. Y entonces me dijo...
"¿Me irás a visitar?" "Claro que sí," le dije, y ella me dió los detalles del hospital donde estaría. Por supuesto que, una vez pasada la arrechura de estar desnudo entre los brazos de esa impresionante mulata, la cabeza de arriba me aclaró que ni cagando, pero ni cagando, me podía aparecer por ahí; pero me sentía obligado por mi pronesa así que, el día programado para la cirugía, le hice llegar un enorme ramo de flores con una tarjeta deseándole que todo salga bien.
Una semana después fui al Spa donde era caserito y me sorprendió sobremanera verla entre las chicas del staff; la elegí a ella y, una vez solos, le pregunté por su cirugía. Me contó que se había internado pero, a última hora, el médico había decidido no operar y, más bien, someterla a más pruebas y exámenes para, finalmente, darla de alta para seguir con un tratamiento ambulatorio. "Entonces," le dije, "no llegaste a recibir mis flores..."
"Claro que sí," me respondió,
"les dije a todos mis amigos pero tú fuiste el único que se acordó de mí..." Y lo que siguió fue alucinante. Me trató mejor que si fuera su novio, se entregó toda, incluso a mitad de polvo se la sacó para metérsela por el tubo, y siempre desde entonces, en todos los distintos locales donde trabajó y a donde la seguí, me trató de una manera muy especial sin nunca pedirme nada extra (aunque debo decir que a veces sí le di propina extra porque lo valía). Con el tiempo, los estragos de la edad y la vida de kine más la aparición de caras (y culos) nuevas y frescas hizo que dejara de verla incluso mucho antes de su retiro; pero lo que gasté en ese ramo de flores ha sido la plata mejor gastada de toda la plata que he gastado en kines en toda mi vida.