La Nutri era mi favorita, con ella culiaría toda la noche. Femenina, coqueta, jugada. La enfermera un pasatiempo rico, un gustito para entretener al sin hueso. Entregada, placentera, jovial. Y mi señora era mi señora, la jefa, madre de mis hijos. Mandona, exigente, me dejaba seco. Estaba teniendo sexo bien seguido, manteniendo a las tres satisfechas, solo que entre moteles, regalitos y cenas me estaba quedando en banca rota. Carolina no me pedía nada, pero tampoco podía dejar que pagara todo ella. Digamos que alternabamos los pagos de motel, más encima que a ella le gustaba uno bien exclusivo y caro. Elizabeth era más sencilla pero ahí pagaba todo yo. Ella no ganaba mucho al ser nueva y de un principio la acostumbré así. Lo bueno es que ella me pagaba con carne y de que forma. Y mi señora estaba empezando a sospechar entre los mensajes y salidas imprevistas. La mantenía con su dosis de sexo para mantenerla a raya.
Ya con tres hembras tenía la cagada en mi vida aunque la pasaba rico, cuando apareció ella. Secretaría del consultorio, unos 23 añitos, rubia y de juveniles curvas, me tocó un trámite con ella. Conversando, me confesó su curiosidad a mi persona, puesto que en el consultorio todos sabían que me comía a dos de sus funcionarias, y siendo tan normal. Le dije que tenía mis técnicas, ella río e intercambiamos celular. Su vagina inexperta seguramente goteo al imaginarme sobre ella, fornicandola sobre su mismo escritorio en hora de colación, pensé.
Era bajita y con un poto esculpido por los Dioses, de ojos pequeños y hermosa sonrisa. No tuve piedad con ella. La salida nocturna derivó en una cacha deliciosa. Sin grandes excesos, todo muy controlado pero con la dosis precisa de calentura para terminar culiando en su depa, por suerte no pagué motel, con preservativo pero montandola bien rico a la rubia veinteañera, la cual tenía un sexy tatuaje de corazón en el cachete izquierdo. Devore su conchita rosada, lengueteando a la pasada su arterisco cerradisino, todo un desafio para mi vergota curva y gruesa. Pronto entraríamos allí.