… Cuando agotados nos sentimos, salí de aquel lugar a traer alimento, busqué tu antojito “lomo saltado”, se había terminado con culpa de la hora, más de las cuatro de la tarde y galletas con jugos te llevé. Miramos la televisión, mas luego la apagué y puse la música de mi celular, salsa romántica… “Quiero Morir en Tu Piel”-Willie Gonzales… así el ambiente se tornó caliente en esa habitación, te sentí con mis ojos, en mi piel, en mi respiración, con tu mirada, tu sonrisa, nuestros sudores, nuestros besos, nuestros gemidos…
Te transmití esa pasión que sentía, tus manos ya no estaban cubriéndote sino explorándote, te acariciabas y me uní a ese deleite de tu cuerpo, y mis labios probaban cada rincón tuyo, sintiendo el aroma de tu piel, aroma que decía poséeme y que mi mente obedecía sin reparos hipnotizado, te tomé de las caderas y te puse al filo de la cama y junté nuestras caderas tomando camino dentro de ti, la salsa sensual daba ritmo a mis movimientos, sostenía tus piernas juntas a modo que sientas que un atrevido se entromete en tus partes a pesar que juntas las rodillas y te resistes tomando las sábanas disfrutando de ese placer inevitable y anhelado por cada célula, por cada suspiro, por cada gota de sudor.
Sabía que te gustaba cada movimiento, en tu rostro lo comprobaba, eras tú y yo en un lugar, dos vidas que se entrelazan una vez, que se tienen y entienden uno al otro con un mismo entregar, con un mismo recibir… En cada posición querías que sea más intenso, más profundo, más rico, te tocaba los pechos, los estrujaba, jugaba con ellos, eso te excitaba más, te trasladaba a otro plano, lejos de lo físico, todo era placer puro. Por momentos te lo sacaba y jugaba con la cabecita rozándote ahí en tu vagina, en esos tus labios, en tu clítoris… Entraba de golpe y salía lentamente de ti, sentía un placer tenerte ahí conmigo y sin ti, porque sabía que tu mente volaba junta al placer ajena de lo que sucediera en cualquier espacio que no sea tu cuerpo. Te cargué, te sostuve de tus caderas abrazándote, con tus piernas sobre las mías que procuraban que estuviéramos conectados, mi miembro en su lugar, tu lugar, tu espacio, tu cuerpo, tu sexo… Quedamos luego sobre la cama, yo tomando fuerzas en ti y acelerando para gusto tuyo y mío, mi ritmo acelerado por momentos y luego acelerado, intenso, continuo, en la búsqueda de esa explosión, de ese éxtasis, de ese punto donde sabes que saciaste tus sentidos, que tus hormonas te dicen que eres mujer y yo tu hombre. Así me detuve sobre ti, sobre tu cuerpo que con espasmos demostraba la satisfacción de ese instante, tan íntimo, tan tuyo, tan mío, propio de los dos. Me abrazaste, me preguntaste si te quería y era difícil decirte que no, en ese momento solo me nacía quererte y hacerlo en palabras resultaba sencillo, natural, espontáneo.
Acostados en esa cama descansamos, nos hablamos de tantas cosas en diferentes tiempos, del pasado, del presente y nos atrevimos a un futuro. La tarde terminaba y nuestro encuentro también, con un nuevo aliento nos fuimos a la ducha a refrescar nuestros cuerpos. Te jaboné la espalda tersa, pequeña, que muestra su final en el inicio de tus nalgas, ese culito tuyo, redondito, que da forma a tu pequeño cuerpo, jaboné también tu pecho, tus brazos y te pegaste a mí jabonándome con tu cuerpo, yo sentí tu cuerpo acelerando mis deseos de tenerte, protegerte, saciarte… Tomaste mi pene que reaccionaba a tus provocaciones, esta vez sin preservativo me introduje en tu boca, esta vez lograste cuanto podías a lo que llaman gargantas profundas y yo le diría tu aceptación bucal, sentirme con tu lengua, saborearme, sentirme así como lo sientes abajo… Te gustó ahogarte, atorarte con tu saliva, esforzarte por tenerme todo adentro, lo besabas, lo lamías, lo apretabas con tus labios, con tus dedos, succionabas mis testículos, los lamías, aunque aguantaba no pude evitar venirme en tu boca y verte relamiendo tus labios cada gota de mi esperma, tu manjar, tu delicia, tu jugo de vida. Ahí nos enjuagamos, nos secamos, ya terminando de esa nuestra entrega, esa lid de placeres, con los cuerpos extenuados de darse uno al otro…
Te lanzaba silbidos y piropeaba al verte vestir, sonreías y respondías con esa tu gracia joven… Verte cubrir el cuerpo en telas es una imagen que no se me borró por días, hasta hoy aún lo conservo en mi memoria y me encandilaba, obnubilaba, me emocionaba el pensar que tuve a la mujer que guardaba esas ropas sobre ella… Salimos del hotel a comer algo contundente, entramos a un chifa, pedimos y saciamos el hambre recuperando el desgaste que causamos a nuestros cuerpos. Te despedí en la puerta de tu edificio tomándote de la cintura y con un beso dejarte ir, volteando cada uno a direcciones distintas pero con un mismo sentir…
Ya camino de regreso a mi casa tuve en las canciones de mi celular esa salsa sensual que expresaba algo similar a lo vivido aquel día… Será quizás que me has hipnotizado/ Será que me has dejado medio mal/ No se algo me ha pasado/ Tú me has envenenado/ O me has vuelto un maniaco sexual/…/ Será que tienes un poder oculto/ Será que me has buscado yo que se/ Lo cierto es que te huyo/ Y sabes que este cambio/ lo único que quiero desde el día del hotel/ QUIERO MORIR EN TU PIEL/ QUIERO BEBERME TU VIDA/ QUIERO LLENARTE DE AMOR/ DE ARRIBA ABAJO/ DE ABAJO ARRIBA…QUIERO BAÑARME DE TI/ QUIERO POSEERTE DE POR VIDA/ QUIERO SENTIRTE LATIR/DE ARRIBA ABAJO, DE ABAJO ARRIBA/ HORA TRAS HORA/ DÍA TRAS DÍA…
No pasarían muchas noches para vernos nuevamente y experimentar de tu forma de hacer el amor, de ver cómo demuestras que había una mujer ardiente oculta en ti…