… Continuando
Una tarde maravillosa:
Creo que hasta soñé con ella, no estoy seguro, a veces casi ni recuerdo lo que sueño. Ni cuenta me di cuando ella llegó, no la sentí entrar, solo sentí que me movían el brazo, abrí los ojos aún somnolientos, y la vi de pie al lado del sofá, con su linda carita de niña traviesa, con esa rica boquita sonriendo. Desde el sofá la veía como si estuviera parada en un altar, tan lejana como si hubiera crecido tanto que llegaba a techo, la veía rodeada de destellos luminosos, como si desprendiera un resplandor, parecía un ángel, estaba hermosa, con una expresión inocente y traviesa a la vez.
Lo que terminó de despertarme del todo fueron sus palabras tan terrenales y mundanas que contrastaban con la imagen de ángel que en ese momento tenía, me dijo: "oye, te pasaste, me mandaste al cole sin calzón" eso me quitó el sueño por completo y se me paró en una. Recién ahí tomé conciencia de que ya no estaba soñando. Automáticamente, y por efecto de sus palabras, mi mano cogió el borde de su falta y al levantarla, ¡Wow! Casi me caigo del sofá al comprobar que efectivamente no tenía nada debajo, ¡Qué loca de miércoles! Se había pasado así toda la mañana en el colegio (ya después me contó que cuando le dio la Gillette a su papá, este la mandó riñéndola al colegio porque ya era tarde y no pudo ni entrar a su cuarto. Siempre que lo recordábamos nos reíamos de esa anécdota y ella me decía "por tu culpa, te pasas"). Ella me miraba y se reía "¿me acuesto a tu lado?", me dijo, "primero date una vueltita" respondí, ella lo hizo y volví a levantarle la falda para deleitarme contemplando sus ricas nalgas. Tenía un poto bien rico, no estoy diciendo que era culonaza, pero tenía buen poto, un potito delicioso. Me bajé el cierre y saqué mi pene ya totalmente erecto, ella lo comenzó a tocar, me gustaba como lo pelaba y volvía a enfundar y con la yema de los dedos acariciaba la cabecita "¿te gusta?", "Sí me encanta" y comienza a hacer gestos como si mordiera en el aire, pero apuntando hacia mi pene y se reía, yo le decía "hazlo", y ella: "¿quieres que lo muerda?", "Sí muérdelo" y nos reíamos los dos, "pero si lo muerdo, lo arranco, lo mastico y me lo como jajajaja" yo le decía: "lo que quieras, es tuyo, te lo regalo" y sonseras así nos decíamos y seguíamos riendo, le dije "pero primero dale besitos", obediente se arrodilló al lado del sofá y comienzo a besar la cabecita, luego le pasó la lengüita, "lámelo como un helado" le dije y lo hizo, le dije que con la puntita de su lengua recorra el contorno de la cabecita, el borde donde empieza el casco, eso me gusta, y también lo hizo. Le dije "sácate todo" se puso de pie y comenzó a desvestirse hasta quedar totalmente desnuda ¡Qué hermosa se veía desnuda parada frente a mí!
Le dije que gire para contemplar ese cuerpito, finalmente le tome de la mano y la jalé hacia mí, se acostó a mi lado y nos comenzamos a besar, yo me saqué toda la ropa y le dije que de nuevo me la chupe, se acomodó en el sofá y comenzó a chupármela, era una maravilla ver esa carita con mi pene en su boca. Le dije "ven ponte así, hagamos un 69", "¿cómo así?" Me preguntó. No sé si realmente nunca había hecho un 69, o no lo conocía con ese nombre, o estaba fingiendo no saber. Le indiqué cómo y nos acomodamos. Qué rico tener esa papita tierna en mi cara y sentir ese rico aroma, porque como ya dije, soy un enfermo y lo reconozco, así que admitiré que me encanta el olor a conchita, no estoy diciendo que me gusta que apeste, eso no, pero sí me gusta el olor natural de la vagina. Claro que me gusta bien lavadita y oliendo a jabón, pero también me gusta con su aroma natural, sin llegar a apestar, por supuesto (Eso me gusta desde chibolo, por una experiencia con la tía de Chiclayo mencionada más arriba, ya contaré esa historia).
Así estuvimos con la chibola en el sofá, yo deleitándome, dándole una rica lamida de concha y estirando mi cuello para que mi lengua llegara hasta su anito. Y como quería lamérselo bien, le dije para cambiar, se levantó, me dijo para ir al cuarto, pero le dije que ahí nomás, estaba loco por hacerlo ahí, en el sofá de su sala. La puse en perrito en el sofá, qué rico verla así bien quebradita, porque se arqueó bien la chibola, enseñándome todo y poniéndolo a mi disposición. Ella volteaba a mirarme con una carita de arrechura que ufff me ponía como loco. Me arrodillé y me acerqué, qué hermoso fue tener eso frente a mí, enterré mi cara entre esas ricas nalgas y aspiré una gran bocanada, que rico sentir su aroma, el rico olor de su culo, el delicioso aroma de su anito. Estuve así un rato como si su culito fuera una mascarilla de oxígeno, yo respiraba de su culo como si se me fuera a morir si no lo hacía, como si eso me diera la vida. Lo cuento tal como lo sentí, perdón si a alguien le parece desagradable eso, pero a mí me encanta hacerlo. Comencé a darle pequeñas mordiditas a los costados de su raja, bien cerca del asterisco, rozaba con delicadeza la yema de mis dedos en su anito palpando los pliegues de ese rico ano. Luego lo frotaba con la punta de mi nariz, y finalmente la lengua, qué rico fue lamerle el culo, un verdadero manjar, estuve así un rato, luego bajaba y lamía también su conchita que ya estaba recontra mojada. Vi como una gotita colgaba de entre los labios de su vulva, yo hacía vibrar mi lengua en su clítoris, la chibola gemía de lo más rico, y la gotita comenzó a caer formando un hilito. Yo por supuesto no dejé que se desperdicie, antes que caiga la atrapé con mi lengua, ¡Qué delicia!. Entonces me clavé de boca en su vulva, ahora si lamía con ganas su concha y movía mi cabeza de arriba a abajo y de abajo a arriba, recorría con mi lengua desde la puntita de su clítoris hasta su ano y seguía trapeándole el callejón hasta donde terminaba la raja de su culo y volvía a recorrer ese camino hacia abajo. Estuve buen rato así lamiendo concha y culo, hasta estiraba mi lengua y la metía en su vagina y succionaba su rico jugo, (nuevamente perdón a los que eso le parece desagradable, pero yo lo disfruté y me encanta hacerlo) ella bien empinada en el sofá, bien quebradita se notaba que ella también lo disfrutaba, gemía, jadeaba y se retorcía.
Ya quería penetrarla y ella también quería porque cuando le dije "quiero metértela" ella me respondió "métemela, métemela". Me acomodé detrás de ella y se la metí, pero esta vez ya no fue despacio, puse la punta de mi pene en la entrada de su vagina y la empujé de golpe, ella dio un gritito, volteó a mirarme sonriendo y me mandó un beso volado, ese gesto que me volvió loco. Qué rico era darle así agarrándola de la cintura mientras contemplaba sus nalgas, su raja, y en medio de su raja los pliegues y el huequito de su ano. Mi pene entraba y salía, yo veía maravillado como sus labios menores se abrazaban a mi pene en cada salida. Luego me acosté encima de ella y seguimos así, pero ya el sofá comenzaba a parecerme incómodo, la puse encima de mí y ella comenzó a moverse bien rico, "muévete, muévete" le decía yo y ella. "¿te gusta cómo me muevo? ¿Te gusta?" Lo decía jadeando bien rico. Casi me vengo, pero me contuve, "vamos a mi cuarto" le dije, "ya" contestó ella. Nos levantamos, me gustó tanto verla caminar desnuda por su casa que le dije "mejor vamos al tuyo", quería verla subir las escaleras desnuda y no me equivoqué, fue un espectáculo maravilloso, ella calatita subiendo lento cada grada y volteando a sonreírme.
Ya en su cuarto retomamos la faena. Apenas entramos se tiró en la cama boca arriba y abrió las piernas mientras me miraba con esa carita de arrechura. Qué rico ver la abertura de su vagina y sus labios brillando de lo mojados que estaban y sus vellos también empapados. Pero yo quería que ella cabalgara, así que me acosté y la acomodé encima, que rico como se movía y gemía mientas se sacudían sus tetas, las cuales yo acariciaba, besaba, chupaba y mordía. Ella, ahogada entre gemidos, comenzó a decir "Me canso, me canso", luego no pudo más y se dejó cae a un lado boca arriba, me acosté encima y le comencé a dar en misionero, ella comenzó a gemir como si se ahogara como si se estuviera asfixiando y hasta tembló al final besándome como si quisiera arrancarme los labios. No aguanté más y me vine, sí cofras, me vine adentro, pero en ese momento ni ella ni yo pensamos en eso.
Nunca lo había hecho así con nadie, con mi flaca del barrio siempre lo hacíamos apurados para que no nos encuentren o porque ella tenía que ir rápido a su casa. Pero esta vez lo disfruté mucho y hasta ese momento no sabía que una mujer se pudiera venir de esa forma. Nos quedamos tumbados, abrazados, desnudos. Conversamos, nos besamos, nos acariciamos y nos reímos. Le hablé de mi preocupación por lo ocurrido en la mañana, pero ella, ni un poquito preocupada, me decía "ya no te asustes, mi mamá no se dio cuenta, no vio nada" y yo: "claro que nos vio" y ella: "no creo, además así nos haya visto no se va a enojar, no te asustes", yo insistí: "oye, ¿pero y tu papá?", y ella poniendo los ojos en blanco "yaaaaa basta, si fuera verdad como dices que mi mamá nos vio, no le va a decir nada a mi papá. Tranquilo no te van a botar ni dar una paliza ni menos te van a denunciar jajajaja" al decir eso se rio como burlándose de mi ingenuidad, yo empecé a sentir que hacía el papel de tonto al estar preocupado cuando ella no lo estaba en absoluto, así que me alivié al descartar por completo la idea de que estaba en problemas y quedé feliz de comprobar que podía seguir disfrutando de momentos así con mi chibolita sin inconvenientes, claro que evitando riesgos innecesarios.
Terminé cansado y quise dormir con ella de cucharita, pero ella dijo "tengo hambre, voy a almorzar, pero primero me baño", yo ni corto ni perezoso, la seguí a la ducha, la de ellos, la del segundo piso. Nos bañamos juntos, nunca antes me había bañado con una flaca, nos jabonábamos, nos acariciábamos, nos besábamos. No sé si por lo de la mañana, o las dos jaladas que me di antes que ella llegara del colegio, o porque recién habían pasado unos minutos del polvo, pero no se me paró en la ducha, sin embargo, disfruté del baño, fue delicioso sentir su cuerpo resbaloso por el jabón, primera vez que alguien me jabonaba y lavaba la pinga, y yo por supuesto le lavé las tetas, la concha y le pasaba el jabón por la raja del culo, simplemente delicioso. Luego nos secamos en uno al otro y fuimos a su cuarto, abrazados y besándonos. Al rato yo estaba tirado en su cama viéndola vestirse, se puso un sostén y cuando sacó de su cajón un calzón para ponérselo nos acordamos ambos del calzón de la mañana, fue gracioso porque los dos nos miramos y dijimos al mismo tiempo:
- ella: "mi calzón"
- yo: "tu calzón"
Lo dijimos los dos al unísono y nos matamos de risa, y continuamos hablando:
- yo: "está en mi pantalón allá abajo"
- ella: "dámelo"
- yo: "ya ahorita te lo traigo, o mejor lo pongo el cesto de ropa sucia"
- ella: "está bien"
- yo: "o si gustas yo mismo lo lavo"
- ella: "no jajaja te pasas, ¿Cómo lo vas a lavar tú?"
- yo: "es que..."
- ella: "¿es que qué? ¿Qué le pasó a mi calzón?"
Dijo eso último exagerando en su cara el asombro y fingiendo enojo, esa expresión en su rostro la hizo ver riquísima. Le conté lo que había hecho con él, claro que no con todos los detalles, solo que lo había manchado con mi semen al masturbarme. Ella, lejos de enojarse o mirarme como a un pervertido, se rio. Terminó de vestirse con un shortcito jean chiquito pegadito y un top de tiritas tan chiquito que dejaba ver su vientre y sus costillas. Bajamos al primer piso, yo calato aún jajajaja, entré a mi cuarto y me vestí.
La acompañé en la mesa mientras almorzaba, conversando y riéndonos. Cuando terminó fuimos a limpiar la escena de la sala. Saqué el calzón del bolsillo del pantalón que deje ahí tirado. Pensé que ella pondría cara de asco o incluso que no querría tocarlo, pero lo agarró, lo extendió a la altura de su cara y lo contempló sonriendo, luego se acercó un poquito sin llegar a pegárselo al rostro e hizo como si lo oliera y nos matamos de risa. Ella dijo: "esto lo tengo que lavar yo y no mi mamá", porque era su mamá la que lavaba la ropa y, por su comentario, supongo que hasta los calzones le lavaba. La señora también me lavaba la ropa, esto era un adicional claro, pero yo ni loco le daba mis calzoncillos a lavar, eso lo lavaba yo mismo al terminar de ducharme. Fue al patio y se puso a lavarlos y ya imaginan que mientras lo hacía yo estaba de meloso tocándole poto o abrazándola por atrás y besándola.
Después de cenar solos dos solos, antes que vengan sus papás, nos dimos tiempo de echarnos otro polvito tan rico como el anterior, pero ahora en mi cuarto. Sus papás llegaron como a las diez de la noche, pero yo no quise arriesgarme, así que desde las 8 nomás la mandé a su cuarto y yo ni salí del mío.
Continuará …