Gerineldo Marquez
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Un año más y en medio de una coyuntura que para unos es real, para otros exagerada y para algunos cuantos ilusa y que nos tiene inmersos en un inédito boom en el que la gastronomía peruana es (para los peruanos) la que da la hora y marca la pauta hoy por hoy a nivel mundial.
Pero… ¿será cierta tanta belleza? ¿Somos realmente los depositarios de una riqueza que tiene que ver con atribuciones casi divinas si consideramos que un buen plato de comida tiene los tres ingredientes paradigmáticos en toda referencia a la explosión sensorial más sublime: sabor, olor y presencia?
Si le dejamos esta respuesta a los peruanos nunca nos pondremos de acuerdo ya que, así como hay quienes valoran con sensatez e inteligencia cada rasgo de calidad que tenga firma lorcha, también están los extremistas, a un lado los que consideran que solo Gastón nos sacara del subdesarrollo o que mientras exista un buen cebiche o un buen lomo el país se puede ir al precipicio y al diablo con la corrupción y demás yerbas. Al otro extremo, los que ven en este tipo de eventos o en cualquier muestra de empresa exitosa que resalte algo de la identidad peruana, una impertinencia y motivo para desfogue de sus odios y traumas más recónditos porque no soportan que alguien tenga un éxito que ni siquiera les roza los bolsillos ni la conciencia.
Tal vez sea necesario entonces hurgar de vez en cuando en medios ajenos al nuestro, pero tanto o mejor conocedores del medio culinario, para ver qué opinan de nuestro nuevo orgullo nacional y sus repercusiones tipo Mistura. A través de ellos la lupa será un poco menos afiebrada, no exenta de maltratos y posibles odios hacia lo peruano, pero cuando menos ajenas a esas manifestaciones deportivas tan criollamente nacionales: la envidia y la exageración.
La primera que encontré proviene de un vecino nuestro, Brasil, y pertenece a Alexandra Forbes, foodtrotter y crítica gastronómica del país de la zamba que, adjetivos peyorativos de por medio, desliza puntos a favor del amplio y generoso espíritu de acoplamiento del peruano alrededor de su orgullo más reciente, en contraste con la parsimonia y dejadez del brasilero.
Interesante.
Sería bacan entonces usar este tema para colgar aquí y procesar las opiniones de entendidos que, desde fuera, nos den una visión de lo real o ficticio que es este boom de la comida peruana y sus posibilidades a futuro. Lo lógico es esperar que este boom este comenzando recién una larguísima ruta plagada de posibilidades y éxitos y que no termine dentro de unos pocos años, como tantos otros, olvidado y relegado a ese depósito tan lleno, tan inacabable y tan nuestro, el de las oportunidades perdidas.
Pero… ¿será cierta tanta belleza? ¿Somos realmente los depositarios de una riqueza que tiene que ver con atribuciones casi divinas si consideramos que un buen plato de comida tiene los tres ingredientes paradigmáticos en toda referencia a la explosión sensorial más sublime: sabor, olor y presencia?
Si le dejamos esta respuesta a los peruanos nunca nos pondremos de acuerdo ya que, así como hay quienes valoran con sensatez e inteligencia cada rasgo de calidad que tenga firma lorcha, también están los extremistas, a un lado los que consideran que solo Gastón nos sacara del subdesarrollo o que mientras exista un buen cebiche o un buen lomo el país se puede ir al precipicio y al diablo con la corrupción y demás yerbas. Al otro extremo, los que ven en este tipo de eventos o en cualquier muestra de empresa exitosa que resalte algo de la identidad peruana, una impertinencia y motivo para desfogue de sus odios y traumas más recónditos porque no soportan que alguien tenga un éxito que ni siquiera les roza los bolsillos ni la conciencia.
Tal vez sea necesario entonces hurgar de vez en cuando en medios ajenos al nuestro, pero tanto o mejor conocedores del medio culinario, para ver qué opinan de nuestro nuevo orgullo nacional y sus repercusiones tipo Mistura. A través de ellos la lupa será un poco menos afiebrada, no exenta de maltratos y posibles odios hacia lo peruano, pero cuando menos ajenas a esas manifestaciones deportivas tan criollamente nacionales: la envidia y la exageración.
La primera que encontré proviene de un vecino nuestro, Brasil, y pertenece a Alexandra Forbes, foodtrotter y crítica gastronómica del país de la zamba que, adjetivos peyorativos de por medio, desliza puntos a favor del amplio y generoso espíritu de acoplamiento del peruano alrededor de su orgullo más reciente, en contraste con la parsimonia y dejadez del brasilero.
Perú nos ganó
Alexandra Forbes
El Perú, un paisucho de menos de 30 millones de habitantes, parece para muchos tener más gastronomía que Brasil. El überchef Gaston Acurio, especie de ministro extraordinario para asuntos de mesa, logró vender una imagen de su país como pomar inexplorado y puerta de entrada a la Amazonia.
La Amazonía es más nuestra que de ellos: tenemos 6.5 veces el territorio peruano, 61% ocupado por la Amazonía Legal. Ganamos en diversidad de flora e fauna? De lejos. ¿Nuestros chefs hoy estudian y exploran las diferentes cocinas regionales de este país? Sí! ¿São Paulo y Río tienen más buenos restaurantes que Lima? ¿Y cómo!
Mientras tanto, oigo hablar mucho más de Perú. Si un árbol cae en la selva, hace bulla? No basta ser grandes y dueños de una miríada de tradiciones culinarias si los extranjeros piensan que nuestra cocina se limita a feijoada, moqueca, churrasco y Alex Atala. Hasta nosotros desconocemos lo que tenemos. Bacuri. Filhote. Tucupi. Mocotó. Pequi. Sabría describir eso a un extranjero?
Ahí está el porqué del ascenso de los peruanos: todos juegan en el equipo de Acurio para forjar la imagen del Perú gastronómico. Abundan los restaurantes típicos. Los taxistas y tenderos conocen la herencia de la mesa y se enorgullecen de ella. El gobierno invierte. ¿Y aquí?
Asistí a una conferencia del fotógrafo Pedro Martinelli, en un evento gourmet en São Paulo. Clamó emocionado por la preservación de las tradiciones indígenas del tratamiento de la mandioca (yuca), pero no había más de 20 personas en la platea. Nuestros foros gastronómicos cuestan caro y hablan para pocos.
Mistura, en Lima, orquestado por Acurio, debe atraer cerca de 300 mil visitantes en setiembre. Famosos como Alex Atala, René Redzepi y Ferran Adrià darán clases y firmarán un manifiesto. El impacto será grande. No sólo porque estará la nata de los chefs con estrella, sino también porque se trata de una feria amplia, democrática y de harta comida, hecha por el pueblo y para el pueblo.
Ese Perú exuberante, exótico y exhibido va a dar vueltas en el mundo en imágenes mientras miramos desde el palco.
Tomado de Folha.com

Interesante.
Sería bacan entonces usar este tema para colgar aquí y procesar las opiniones de entendidos que, desde fuera, nos den una visión de lo real o ficticio que es este boom de la comida peruana y sus posibilidades a futuro. Lo lógico es esperar que este boom este comenzando recién una larguísima ruta plagada de posibilidades y éxitos y que no termine dentro de unos pocos años, como tantos otros, olvidado y relegado a ese depósito tan lleno, tan inacabable y tan nuestro, el de las oportunidades perdidas.