Mira, lo del oral al natural con una kine suena a poca cosa para muchos, como si fuera inofensivo, pero la verdad es que sí hay riesgos y no son tan remotos como se cree. La mayoría piensa que mientras no haya penetración todo está bajo control, pero el sexo oral —especialmente sin protección— también puede ser vía directa para un buen número de infecciones. Y más aún en el circuito de kines, donde por más que algunas se cuiden, la rotación de clientes y la frecuencia del contacto hacen que las probabilidades suban.
Muchos de los bichos que se transmiten por esta vía no dan señales evidentes. Ni fiebre, ni sarpullidos, ni nada. Por eso uno puede creer que la flaca está “sana” porque se ve bien, huele bien o porque ya se la han pasado otros patas sin problema… pero eso no garantiza nada. Infecciones como la gonorrea en la garganta, el herpes (que se puede contagiar incluso sin lesiones visibles), el VPH, e incluso la sífilis, circulan sin que nadie las vea venir. Y lo peor es que muchas veces uno se entera tarde, cuando ya contagió a alguien más o cuando el cuerpo pasa factura.
Y sí, es verdad que el riesgo de VIH en sexo oral es bajo, pero no es cero. Y ahí no hay placer que compense una angustia posterior esperando resultados de exámenes.
Lo jodido de todo esto es que como nadie lo ve, muchos prefieren hacerse los locos. Total, es solo un oral, ¿no? Pero basta una sola vez con la persona equivocada para joderte la vida un rato largo. No te vas a morir, probablemente no, pero sí puedes llevar una infección que te acompañe por años… o que tengas que explicarle después a alguien que sí te importe de verdad.
Así que si vas a meterte en ese plan, al menos tienes que hacerlo conscientemente, sabiendo que placer rápido no siempre es sinónimo de riesgo bajo. El juego se pone serio cuando uno ya no es chibolo y entiende que el cuerpo no es eterno y que no todo lo que brilla se puede lamer tranquilo.