¿Misterios o mentiras?
La poeta ecuatoriana de Lima
Domingo, 18 de Septiembre de 2011 Jorge Martillo Monserrate
Esta es la curiosa historia de Márgara Sáenz -supuestamente guayaquileña- que resultó ser una poeta apócrifa, pero su poema erótico hasta hoy es admirado.
Jorge Velasco, escritor.
Esta es la curiosa historia de Márgara Sáenz -supuestamente guayaquileña- que resultó ser una poeta apócrifa, pero su poema erótico hasta hoy es admirado.
La vida de Márgara Sáenz fue una broma. Escritora de la que solo se conoce un poema, el erótico: Otra vez Amarilis. Sus únicos datos conocidos son: “Márgara Sáenz. Guayaquil, 1937-1964”, dignos de una lápida. Nada más y el resto, misterio.
Su historia literaria se inicia en Lima en 1972, cuando Mosca Azul Editores publica la antología Poemas del amor erótico, cuyos autores son tres escritores peruanos: Mirko Lauer y Abelardo Oquendo, encargados de la selección; y Antonio Cisneros, de la introducción.
La antología reúne a prestigiosos y reconocidos poetas como Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Octavio Paz y otros. Exactamente 25 escritores siendo la Sáenz, única poeta desconocida en el mundo de las letras. A continuación transcribo dos fragmentos del poema que consta en esa antología, quienes deseen leerlo en su erótica totalidad lo pueden hacer en internet.
Otra vez Amarilis
El tiempo ha pasado y vuelves a mi memoria.
Tu auto trepando hacia la sierra, la Cream-Rica
¿recuerdas?, volteando a la derecha, todos esos moteles.
Entonces éramos nosotros; no tú, no yo. Me quiérote,
te gózame, me amándonos, decíamos.
¿A quién llevas ahora? Contigo entre las piernas,
¿quién pega de alaridos y triza los espejos
donde nos repetíamos bestiales y dulcísimos?
¿Qué otro vientre recibe tu miel mía, peruano?
(…

…El tiempo ha pasado,
ya no hay sino recuervdos y Amarilis qué puede si no juntar palabras. Ahora somos tú y yo, no
existe más nosotros. Uno y uno, dos solos: yo
y esa que tú soy y yo añoras, desgraciado”.
¿Quién conoce a Márgara Sáenz?
En el Perú, este poema erótico escrito por una ecuatoriana que se refiere crudamente a un amante peruano, encendió la polémica y también se despertaron las sospechas. Pues la supuesta poeta guayaquileña era una ilustre desconocida. Un fantasma sin rastros bibliográficos. Fue cuando se empezó a comentar que Márgara Sáenz era un personaje inventado y el poema escrito por Cisneros, Lauer y Oquendo. Por tanto era una poeta apócrifa. Una broma literaria y sospecho que inspirándose en la quiteña Manuela Sáenz, amante de Simón Bolívar que terminó sus días en Paita, Perú.
¿Es acaso original esta broma literaria peruana? La respuesta es no. Es un recurso de antigua data. Por ejemplo, cuando apareció el segundo tomo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha –conocido como el Quijote apócrifo y firmado por Alonso Fernández de Avellaneda, aunque se sospecha que su verdadero autor fue Lope de Vega–, esa fue una hábil jugada que aprovechó que Cervantes había asegurado que escribiría una segunda parte, como realmente lo hizo luego. Más contemporáneo es el caso de Jorge Luis Borges, quien se caracterizó por hacer del apócrifo toda una técnica literaria. El argentino inventó a los escritores apócrifos: Herbert Quain, Pierre Menard, Honorio Bustos Domecq –este en dúo con Bioy Casares–, Benito Suárez Lynch, escritores de ficción y personajes ficticios a la vez.
Ahora mejor los invito –como verdaderos detectives– a irnos tras las huellas de Márgara Sáenz y sus inventores. En esa búsqueda el escritor peruano José Rosas Ribeyro en ‘Poemas falsos/poemas verdaderos’ –artículo publicado en su blog El Hablador– refiere que años atrás por razones de estilo poético se llegó a señalar a Antonio Cisneros –Lima, 1942– como el autor secreto de Otra vez Amarilis.
Si uno anda en la red como un sabueso, encuentra datos más curiosos del caso Márgara Sáez. Como los proporcionados por Miguel Ángel Huamán en La poesía de Santiago López Maguiña –ver el blog: cultura y arte ancashino–. A pretexto de que Santiago López, también poeta inventado, Huamán se refiere a la fantasmal Sáenz. Aunque sin citar fuentes, cuenta que cuando la antología Poemas del amor erótico fue conocida en Guayaquil se levantó una polvareda, especialmente entre las mujeres: “No demoraron mucho las feministas en exigir la reivindicación histórica de la poeta injustamente postergada”.
Aunque según Huamán escritores y políticos peruanos advirtieron a los ecuatorianos que Márgara Sáenz era un invento pero los nuestros no lo aceptaron hasta años después. Huamán, al puro estilo de los inventores de la poetisa, asegura: “Hoy en día, el turista que llega a Guayaquil tiene como una de sus visitas obligadas, el viaje a la Plaza Márgara Sáenz para apreciar el hermoso monumento en mármol y acero que en homenaje a esta poeta se ha levantado”. Obviamente en Guayaquil dicha plaza y monumento no existen, ni existieron jamás. Pero como ese dato falso navega en internet, esa información es considerada cierta. Es el caso de Luis Tarrafeta que buscó dicha plaza y no la encontró en Google Images, ni en Google Maps. Eso confiesa en su texto En busca de Márgara Sáenz –luistarrafeta.wordpress.com.
Y es que Márgara Sáenz es un fantasma pero su poema consta en algunas antologías impresas en papel y en un sinnúmero de páginas de la red.
Tres escritores guayaquileños y Márgara Sáenz
Para ahondar sobre Márgara Sáenz y sus poéticos rastros acudí a tres escritores guayaquileños –estos sí reales–, todos nacidos en la década del cuarenta. Así Carlos Rojas González evoca que en 1972 visitó Lima e hizo amistad con escritores como Enrique Verástegui y José Watanabe, quienes le hablaron de Márgara Sáenz y hasta le dieron una copia en papel carbón de Otra vez Amarilis que trajo a Guayaquil como una primicia porque aún no llegaba la antología a las librerías de la ciudad. Entregó esos versos al poeta Fernando Nieto Cadena –reside ahora en México– y no conoció más del asunto porque viajó a París, fue a su regreso en 1982 que se enteró por Nieto “que esa poeta no existía”.
El testimonio de Sonia Manzano Vela es más rotundo y crítico. Cuenta que a inicios de los sesentas leyó Otra vez Amarilis, “poema de la autoría del peruano Antonio Cisneros, quien tuvo que poner en boca de mujer lo que no quiso (?) firmar como hombre”. Cree que por su origen masculino el poema posee un erotismo bestial y dulcísimo en el que “el yo femenino se prioriza, intenso y lascivo, sobre un tú masculino reposado”.
Manzano asevera que ese poema no descubrió para las poetas ecuatorianas de aquellos años el agua tibia, pero sí alentó en ellas, “entre las que me incluyo –reconoce–, el deseo de someter al discurso amatorio a temperaturas más caldeadas y más funcionalmente estéticas”. Cree que en la actualidad, el mismo Antonio Cisneros, podría ruborizarse al leer los poemas eróticos que escriben nuestras poetas que han optado por esta línea caliente.
Consultando al narrador Jorge Velasco Mackenzie afirma con lujo de detalles: “Aquella poesía la escribió Antonio Cisneros en el balcón de su casa, en Miraflores; yo lo analicé en toda su estructura verbal y simbólica durante una noche de copas. El escritor peruano sonreía cuando se lo demostré en la Feria Internacional del Libro en Lima, el año 1980.
Sobre este particular, lo que interesa es lo que el texto produjo: discusiones, invenciones y falsas autorías, e incluso llegó a ser asunto de una novela, aunque, sinceramente, como mencioné al comienzo: lo único auténtico que existió fue el texto, mas nunca su autora”.
Por mi parte y en honor a la verdad, recuerdo que en 1997 entrevisté a Antonio Cisneros en un encuentro de literatura celebrado en Ambato. Lamentablemente no le pregunté sobre Márgara Sáenz. Pero más noche en una larga tertulia bañada con licor, él aceptó la autoría de Otra vez Amarilis.
Hoy, si la poeta hubiese existido, tendría 74 años. Pero ese fantasma murió en 1964. Aun así, me la imagino joven, de larga cabellera e intensa mirada verde. Lamentablemente la vida de Márgara Sáez fue tan solo una broma literaria. Aquí termina la búsqueda. Ahora solo nos resta revivir el poema: “El tiempo ha pasado y vuelves a mi memoria…”