Pero una combi también tiene cosas pajas: es el Perú en chiquito. Claro que casi siempre huele a axila y pezuña, y los asientos son más duros que el poto de una muñeca, y las lunas andan resinas todo el tiempo. Claro que los cobradores se la pasan mentándose la madre con los cobradores de la competencia, tercos y malcriados, llenos de mugre. Claro que a cada paradero suben pirañas vendiendo lapiceros de sol o paquetes de galletas ('una chinita, pe varón'), o también muchachas ventrudas con falsos hijos a cuestas y una también falsa receta médica, firmada por un galeno que fácilmente ya está muerto o jubilado, contándole a los pasajeros una historia más trágica que la de Burga atornillándose al sillón de la Federación. Claro que están las noticias por la radio, noticias que chillan como una triste canción sin música sobre las cabezas de los peruanos que las oyen: el mega juicio a Fujimori, el narcotráfico que nunca cede, la juerga en el Hotel Golf Los Incas, la pendejada de Laura Bozzo pagándole a menores de edad, el gobierno aprista que parece cagarla otra vez (me jode decirlo!), los terrucos en algún paraje innoto del Vrae asesinando más policías y conscriptos. Claro que también están los testigos de jehová que recitan versículos y prometen un armagedón para dentro de algunos meses, los evangelistas que te aseguran una vida eterna si compras sus revistas fundamentalistas, los israelitas que huelen a chivo y creen que Cristo ya vino pero nadie lo reconoció, apellidándose Ataucusi. Claro que, por supuesto, están los choros lanzas qe operan cuando el vehículo va abarrotado, los que te hacen la cascada cuando la combi está vacía y te sientas atrás, los que te cortan el bolsillo de la billetera con una gillette mientras te quedas jato. Claro que están los accidentes, los decapitados, los aplastados, los ancianos atravezados por fierros retorcidos, los niñitos que se quedan sin mamá porque el chofer metió la pata a fin de llegar rápido para ver el partido de la selección. Claro, sobre todo, que están los tombos que se dejan romper la mano a vista y paciencia de todos, una noche en la que nada parece cambiar jamás, y la gente que no dice nada. Tamadre. Eso es justamente de lo que hablo. Lo paja: el Perú en chiquito. Como meterse un viaje al corazón de nuestro país, apachurrado y con el Grupo Internacional Privados de fondo, viéndole la teta a una gorda mamá que le da de lactar a su retoño y no saber si sentir asco o ternura.