Esta historia me sucedió en este invierno. Un día de semana común y como cualquier otro.
Y corrí en la cola de parados, íbamos en fila hacia el Metropolitano, puerta de en medio, esta y la última puerta deberían tener nombre propio, Vick Paporub la una y Dencorub la otra, y es por que te frotan con cariño y hay un calor que penetra calor que alivia, jajaja, era tarde para mi, tras mío corría también una chica de unos 21 años, jean y polera blanca ceñida, la vi de reojo y al vuelo, le preste atención porque en su desesperación por subir quería sacarme de la fila empujando con hombro y brazo y trepar antes que yo, de haber sido así con ella delante la hubiera terminado punteando sin querer al momento de entrar al bus, pero no pudo, ella quería ingresar si o si al bus que ya se llenaba, pues si no sube la regresan al final de la fila, bueno pero logramos entrar al bus y los orientadores con su repetido, avancen al acordeón, avancen al acordeón, que ya cansa, y diciéndoselo a quienes suben por la puerta de el medio, y que significa ir hacia la izquierda, pero yo no hice eso, avancé hacia la derecha en dirección al fondo del bus pero logré entrar mas que medio metro aproximadamente, no pude avanzar mas porque estaba bien repleto, y me paré al lado del primer asiento rojo cercano a la puerta, la chica detrás de mi pudiendo irse hacia el acordeón siguió la misma dirección que yo y seguía empujando, se paró a mi derecha y por la presión de la gente que entraba tras ella y que la impulsaba sobre mi flanco derecho, ella impetuosamente arremetía tratando además de sujetarse de la agarradera del asiento rojo y también de meterse delante de mi, así que me separé un poco del asiento empujando otra espalda y ella se metió en ese espacio y se quedó tranquila y quieta, apoyó la cadera en el asiento rojo como esperando que me pose sobre ella, y arqueándose un poco, estaba chantándose, vi que el jean contenía un buen tarro que se empezaba a hinchar y entonces suavemente me acerque y ella no volteó a ver, tampoco se inmutó y poco a poco se me endureció, que rico, ella había inclinado la cabeza a leer celular y esquivaba la mirada reprobadora de la señora sentada en el rojo al lado de la ventana, quien había visto sus ímpetus y gran despliegue de energías para llegar donde estaba, y que era exactamente en mi bragueta. Se volteo hacia la ventana y no volvió a incomodar con la mirada.
Y entonces yo por el movimiento y llenura del Metropolitano frotaba la cola de la chica, ese jean hinchadito era una delicia, suave me movía y amasaba ese tarrito, y como ella se había afirmado bien sobre el asiento rojo donde había una mujer abrazando un mochilón, yo no tenía que presionar mucho, sino con leve roce le sentía bien la cola. Pero me fui adormilando mientras el KingLong avanzaba, ese sonido del motor da sueño y también me había levantado bien temprano ese día, pero salí poco después de mi hora habitual, estaba entrecerrando los ojos y sentí una mirada pero no detecté de donde provenía, me empecé a adormilar nuevamente, y entonces ella con un empujón en la panza me puso alerta, se separó y miró hacia la puerta del fondo, y allí había dos fisgones que miraban y cuchicheaban, entonces me terminé de apartar de ella. Ya de ahí solo rozamos algunas veces.
Entonces la señora que la había mirado mal se levantó del asiento rojo porque llegaba a su paradero y no habiendo otra señora cerca para que tome ese lugar, llama para que se siente allí a una fulana de unos 20 años que estaba siendo apretujada contra la barra de la baranda al lado de la puerta, en cuyo umbral la cosa era peor, era un aquelarre de brazos, piernas y morrales. La chica prendida de la barra resistía el frote de dos pasajeros tipo estibadores de la extinta La Parada, la señora insistía en que se siente y ella movía negativamente la cabeza, ya sea por que quería bajar pronto o porque no le importaba que la sigan apretujando, no quería por nada soltar la barra vertical, entonces la señora se le acercó un poco y la cogió del brazo para sentarla en el asiento por ella dejado, y nada, negativa nuevamente, y yo creí que la señora era una hortelana más, pero en eso la otra mujer, la del mochilón que estaba sentada en el rojo al lado del pasillo se corrió para la ventana, la chica impetuosa con quien me froté minutos antes entonces se sentó, y quedó un pequeño espacio allí donde estaba, la señora vio que no había ya ningún asiento libre pero aún así volvió a coger del brazo a la chica aferrada a la barra para que se ponga en el pequeño espacio dejado por la impetuosa, es decir delante de mi, jaja aquí ya me confundió primero quería evitarle a la chica mas punteo y luego la trataba de ubicar prácticamente en mi bragueta, que era ya inevitable no rozar por la llenura del bus, y como negó nuevamente con la cabeza, ella la señora entró en ese espacio y me frotó el mazo acompasadamente con el movimiento del Metropolitano y pese a bordear las cinco décadas tenía aun firme la cola, me puso otra vez a mil por hora, así me convencí de que no era hortelana, jajaja, hasta que el bus llegó al siguiente paradero y pidiendo permiso junto a otros pasajeros bajó como pudo, puse mi morral ahí, si, ahí donde señorita antes y señora después estuvieron entretenidas. Y en el siguiente paradero bajé del Metropolitano.