AnaBanAna
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Si te dan un papel con el número 9 escrito en él ¿Qué te hace pensar que es 9 y no 6? Una marca ¿Cierto? De nada.
CAPÍTULO I
Estuve a punto de llorar cuando nos estábamos despidiendo. Le dije que hiciera lo posible para vernos más frecuentemente, que no me importaba la hora, yo iría a estar con él, sea donde sea. Me dijo lo de siempre.
-Está difícil; pero haré lo posible.
Hicimos el amor muchas veces en la noche, a mi parecer, lo dejé bien cansado, en el último no pudo venirse, se le puso blanda, ya no daba más. Me alegró dejarlo así; ya no podrá hacérselo a ella, quizá se lo haga; pero no con la intensidad con la que suelen hacerlo. ¡JA!
Ya sin él, me puse a revisar unas páginas web en la INTERNET y me enteré que la FIL ya había empezado. Según yo, la FIL estaba relativamente cerca, así que planeé ir a pie. Me bañé, me vestí bonito, cogí un bolso, metí algunas cosas en él y salí del edificio; crucé el puente mirando el mar, caminé por el parque viendo a las mascotas de la gente y los parapentes. Me metí por aquí y por allá hasta llegar a la avenida el ejército, y fue precisamente ahí donde me di cuenta que la FIL no estaba cerca. Había confundido la avenida el ejército con la avenida Salaverry. ¡JA! Así que, misma Jen Barber, dije: ¡Taxi!
No encontré nada de mi agrado, no había donde bucear. Ya estaba decidida a dar la última vuelta para largarme y de pronto veo a una personita con la que había tenido algo el año pasado.
<<Francis>>
Dejamos de vernos porque él se casó, y, según él, su mujercita merecía fidelidad. Al parecer, esa devoción se le acabó hace un par de meses, pues accedió a encamarse conmigo y una amiga mía.
<<Ariana>>
Después de esa noche su matrimonio quedó pendiendo de un hilo. Ariana es una diabla. Y llenó de señales al pobre Francis, era imposible que su mujercita no se diera cuenta. Él no se dio cuenta de nada. Juro que yo intenté persuadir a Ariana de que no lo hiciera. ¡JA!
Los vi felices, tomados de la mano, rebalsando de amor. Así que me pareció una falta de educación no saludarlos y felicitarlos por su matrimonio. Francis me vio venir, y su cara feliz pasó a ser una cara de susto, el muy cobarde la quiso llevar por un pasillo para dejar el rumbo hacia mí; pero ella le jaló del brazo, le dijo algo sonriendo y siguieron con dirección hacia mí. Al estar cerca de ellos, me puse frente a él, y lo saludé. Francis nos presentó, y luego de preguntas comunes y protocolares, les dije que había sido un gusto haberlos visto y los felicité nuevamente. Ella, mostrándome sus libros comprados, me dice que yo no he comprado ningún libro; le dije que sólo estaba de pasada y que ya me había invadido el hambre. Ella me dice que ellos estaban yendo a almorzar, que los acompañe.
<<Craso error>>
Acepté. En el camino hacia el restaurante, le escribo a Ariana contándole con quienes estaba, y ella me dice que los joda. Me escribía cosas cómo: chápatelo, dile que quieres hacer un trío con ellos. Y cosas así. Me causaban gracia; pero no iba a hacer ese tipo de escenas.
<<Si hubiera algo más sutil para joderlos, lo haría>>
Ariana me pregunta si llevo conmigo mi perfume. Recordé que no me lo había rociado al salir; pero sí lo metí en el bolso. Entendí perfectamente lo que ella quería que haga, y bueno, yo también quería ver que podría pasar. Al terminar de comer, les digo a ellos: ¿No les parece que cada vez después de comer uno se queda con el olor de la comida en la ropa? Saco el perfume y me lo rocío. El rostro sonriente de ella se volvió un rostro que combinaba la duda y la confusión.
-¿Me permites tu perfume?
-Claro.
Se lo rocía, lo huele, cierra los ojos, y cuando los vuelve a abrir, veo que están llenos de odio, de dolor. Temí que me lanzara el perfume.
<< No preví eso. ¿Y si me cae en la cara? >>
Lo dejó en la mesa y le dijo a él: ni se te ocurra seguirme. Francis ni se había dado cuenta, no entendió nada, me miró y yo hice un ademán de tampoco lo sé.
<<Hoy vas a dormir en casa de tu mami. Si me perdonas lo que te acabo de hacer podrías dormir conmigo. ¡JA!>>
-Francis, Yo pago. Anda a buscar a tu damisela.
-Gracias, Anita. Después te pago.
<< ¡JA!>>
Francis, preocupado, se fue tras ella. Después de pagar la cuenta llamé a Ariana para contarle los eventos que habían suscitado recientemente.
-Recontra bitch. Yo te lo dije de broma. Te pasas, Ana.
-Mil veces putilla, visítame.
-¿Tú tío no vendrá hoy?
-No.
-¿Puedo llevar al Capitán?
-Claro, pero que venga con su uniforme.
- Recontrabitch.
- Mil veces putilla.
En el televisor que había en el restaurante vi al actor Colin Firth, quien hizo que recordara un libro que me habían recomendado. Regresé a la FIL, y compré Orgullo y Prejuicio
<< ¡Taxi!>>
CAPÍTULO II
Estábamos tendidos en la cama; él estaba detrás de mí, de costado, de tal modo que podía sentir su pecho hincharse en mi espalda cada vez que él respiraba, había dejado de moverse; yo sentía que el semen empezaba a escaparse de mi interior; aún él la tenía dura y dentro de mí. Intercalaba frecuentemente entre besar mi hombro expuesto y decirme al oído que lo perdone por lo que yo había visto horas antes, por lo que él me había hecho años atrás. No le dije nada, dejé que siguiera con los besos y los perdones. No tenía nada que perdonarle, hasta me dio alegría, pues, yo deseaba que sucediera, quizá no de esa manera: hubiera querido que me besara, haber estado completamente desnuda, verlo y verme. Al menos pude hacer las dos últimas, años después de lo sucedido, hace un par de horas.
Le dije que quería ver aquello de nuevo. Él salió de mí y al verlo ir por la laptop noté que estaba perdiendo la erección. Cuando regresó a la cama, y mientras él buscaba aquello, yo cogí su verga y se la acaricié, yo quería verla dura, quería tenerla dentro una vez más. Volvimos a echarnos de costado, volvió a besarme el hombro, sentí su verga dura en mis nalgas. Me puse a ver aquello.
Estaba en su departamento, en su habitación, sobre su cama. Yo estaba dormida bajo un edredón. Su mano se acerca a mí y me retira el edredón lentamente y con cuidado, yo estaba en blusa y con falda a cuadros. Se quedó viéndome el cuerpo entero tras la cámara algunos minutos, quizá le entró dudas de lo que iba a hacer. Prefirió la determinación en vez que la duda. Su mano se perdió dentro de mi falda y me sacó, poco a poco, mi calzoncito. Me causó algo de gracia porque ya no son del tipo que uso ahora. Dejó descubierto mis muslos y mi culito, me los acarició, luego me puso de frente y me abrió las piernas, acercó la cámara hacia mi vagina y con su mano libre separó mis labios y se entretuvo grabando mi himen. Acomodó la cámara de modo que pudiera grabar como él me chupaba la vagina, por instantes yo me movía, como si estuviera soñando. Al final, él se baja el short, su verga aparece erecta y la pasea por mi conchita.
Busco el otro, la segunda parte. Lo abro.
Está tratando de meter su verga en mi boca. Abro lo ojos, apenas, y él me dice abre la boca, le obedezco y me la introduce, me coge por la boca unos minutos; pero me quedo dormida nuevamente, él abandona mi boca para regresar a mi conchita. La deja en la entrada, empuja, me arqueo; él está dentro, detenido. Casi toda su verga está fuera, se mueve durante unos minutos dentro de mí y después de sacarla veo el semen salir de mi vagina. Mi vagina se había tornado colorada.
Cierro la Laptop para tirármelo, él lo estuvo haciendo durante todo el tiempo que estuve viendo aquello y lo otro. Lo monté, estaba muy arrecha; disfruté de su dureza, la sensación de llenura fue divina hasta que lo hice venir, me quedé con su verga dentro, dejé mi pecho sobre el de él y lo besé intensamente. Él me acariciaba las nalgas y estimulaba la entrada de mi culito con sus dedos. Yo aún estaba arrechita, y le dije: quédate conmigo hasta mañana. Él aceptó. Lo hicimos más veces durante la noche. Después de que me dejara satisfecha e irritada. Le conté sobre mi supuesta primera vez; pero no le dije que fue con Mono, le dije que fue con un amiguito de mi centro de estudios. Él comprendió.
<<Ojalá nunca te hubieses ido de viaje>>
Apagamos las luces, y ya acomodados, metidos en los trajes de la satisfacción, le pregunté por Madre.
-Está molesta; pero te extraña. Un día la encontré dormida en tu cama. La desperté y me enseñó un cuaderno tuyo. Dijo que había demasiadas palabras para ser un cuaderno de trigonometría.
Dejé mi cabeza en su pecho y traté de rodear su barriga con mi brazo, sin éxito. Mi mente encendida estaba entre sus latidos y los vagos sonidos de las olas del mar. El deseo invadió nuevamente mi cuerpo, lo traté de despertar; pero él ya estaba aferrado a algún sueño a prueba de besos y caricias. Salí de la cama y llevé la laptop fuera de la habitación. Continué viendo el otro.
Él deja la cámara a un lado, se acerca a mí y me pone boca abajo, luego él se retira, la cámara se queda grabando mi culito; me sorprendió ver lo grandecito que ya era en ese entonces. Eso explicaba el nombre del otro (mi culoncita). Él regresa con un frasco de lubricante y lo vierte en mi ano, introduce, pacientemente, un dedo durante varios minutos. Se echa lubricante en la verga erecta, se posa sobre mi culito, no tarda en penetrarme. Se apresura, al parecer, y se vierte en mí. Sale con premura de su habitación, me muevo y me toco el culito; pero caigo dormida enseguida. Él regresa, toma la cámara, me pone de costado y enfoca mi culito. Él semen dejado dentro de mí es expulsado poco a poco.
Vi aquello y lo otro dos veces más esa madrugada; me vine muchas veces masturbándome. Me asomé por la ventana y ya la mañana estaba aclarándose. Regresé a la cama, a sus brazos, me acomodé de tal modo que mi culito quedara bien pegadito a su verga, los deseos me invadieron nuevamente al sentírsela erecta.
<<Dios, me había acostumbrado a que me hiciera suya todos los días, a cada momento, y ahora sólo podía verlo, con suerte, una vez a la semana. >>
-Despierta, amor, despierta.
-¿Qué paso?
-Cáchame, muy duro, sin piedad. Cómo se lo haces a ella.
Lo hizo, pero, cómo es de costumbre cada vez que se lo pido que me lo haga de esa manera, no lo puedo soportar, y termino pidiendo misericordia. No puedo llevarle el ritmo cuando él lo hace salvajemente. Bajó sus revoluciones, lo sacó un tanto, y volvió a hacérmelo de la forma convencional.
CAPÍTULO III
Ellos llegaron poco antes del mediodía. Ariana vestía un vestido que le presté y el Capitán unos jeans que le quedaban ajustados al igual que su camisa. Trajeron cervezas, una botella de vino y empanadas. Yo no tenía ganas de beber; pero tenía hambre, no había desayunado. Yo quería un plato de comida, no unas empanadas. Les alcancé unos vasos y nos pusimos a conversar.
-Al fin trajiste mi vestido. ¿Con qué te vas a ir vestida?
-Me tendrás que prestar otro vestido.
Al capitán le divertía la discusión que llevábamos Ariana y yo, ella me sacaba en cara lo muy seria que soy y yo lo muy fresca que ella es. Luego, la discusión pasó a ser sobre quien era más putilla o bitch. Sacamos a la luz nuestra última maldad que habíamos hecho algunos meses atrás. Aquello le llamó mucho la atención al Capitán. Y le dijo a Ariana que le contará con más detalles. Me entrometí y le dije que yo se lo contaría porque Ariana sólo resaltaría mis acciones y no las de ella, pues, tanto la idea como la ejecución de la maldad fueron de su autoría; además, Ariana no puede contar una historia, le da ataques de risa y no llega a terminarla.
Francis es un chico con el que solía salir, estuve como que enganchada con él; pero dejamos de vernos porque se casó, y quería serle fiel a su esposita. Y se lo tomó muy en serio, pues ya no contestaba cuando yo lo llamaba, ni respondía mis mensajes, en fin. Después de unos meses veo en una red social virtual que él estaba bebiendo en un bar con sus amigotes. Le comento a Ariana lo que había visto, y me dice: ¡vamos a joderlo! El nombre del bar estaba visible, y Ariana lo conocía. Fuimos, no nos dijeron nada a la entrada, ubicamos a Francis. Nos invitó a sentarnos a la mesa, sus amigos no estaban mal y ya estaban todos bajo los efectos de los licores. Conversamos un poco y le dije al oído: Ariana y yo tenemos ganas que nos tires. Le conté que yo estaba viviendo sola y que no se preocupara por nada. Aceptó, y, luego de media hora, ya estábamos en un taxi rumbo a Miraflores. Lo que hicimos en la cama no te lo voy a contar. Sin embargo, hay algo que sí te puedo contar. Cada vez que era el turno de Ariana, ella le dejaba marcas en la espalda y en la parte posterior del cuello y cuando Francis se fue al baño, Ariana cogió mi perfume, lo llevó donde estaba el saco de Francis y lo roció sobre él. Estuvimos un rato más, hasta que Francis se tuvo que ir, se vistió apurado y se fue.
Ariana ya se había puesto cariñosa con el Capitán, y yo ya tenía dos sapos croando en mi estómago. Les dije que tenía que salir y que no se metan en mi cuarto. Salí a almorzar.
A mi regreso encuentro al Capitán en bóxer en la sala, le pregunto por Ariana.
-Está durmiendo.
-Qué raro. Seguro la aburriste.
-¿Te han dicho alguna vez que eres una malcriada?
-Mis padres me decían insolente, otras personas simplemente me miran con cara de querer golpearme o escupirme. Vístete por favor, si quieres estar así, permanece en la habitación con Ariana.
Se me acercó y me dijo que yo le gustaba, que él dejaría a su mujer y me daría lo que yo quisiera si aceptaba ser su chica.
-Yo también te puedo dar un departamento. He visto que no tienes auto, yo te puedo conseguir uno.
-Sólo manejan los que tienen vocación de chofer.
Me miró con enojo y se fue al cuarto donde estaba Ariana.
<<Dios, Sólo tienes que tomarme. ¿No sabe lo guapo que es?>>
Fui a mi habitación, me acosté en la cama, dejé la puerta abierta por si el Capitán lo quiere intentar de nuevo. Me quedé dormida, ansiosa, pues cuando estaba almorzando, mi tío me llamó y dijo que en la noche iba a visitarme. Lo deseaba tanto. Me quedé dormida pensando en él.
La voz del Capitán y los gemidos de Ariana me despertaron. Escuché las cosas que le decía el Capitán: levanta el culo. Así, ponte como perra, perra cachera. Dilo, perra, di que eres una perra Cachera. Ariana le hizo caso. El capitán es de los hombres que hacen su escándalo cuando se vienen. Así que después de su escándalo, escucho que Ariana le dice: ahorita vengo.
Veo a Ariana desnuda entrar a mi habitación, se acuesta a mi lado y me dice que el Capitán quiere que me una a ellos. Le digo que no, y que ya se tienen que ir, pues, voy a tener visita más tarde.
-¿Tú tío?
-Sí.
-¿No me puedo quedar? El Capitán estuvo flojito hoy.
-Hoy no.
Ariana va hacia mi armario, saca un vestido y me lo muestra, sonriendo, cubriéndose el cuerpo con él.
-OK, pero me lo regresas en una semana.
CAPÍTULO I
Estuve a punto de llorar cuando nos estábamos despidiendo. Le dije que hiciera lo posible para vernos más frecuentemente, que no me importaba la hora, yo iría a estar con él, sea donde sea. Me dijo lo de siempre.
-Está difícil; pero haré lo posible.
Hicimos el amor muchas veces en la noche, a mi parecer, lo dejé bien cansado, en el último no pudo venirse, se le puso blanda, ya no daba más. Me alegró dejarlo así; ya no podrá hacérselo a ella, quizá se lo haga; pero no con la intensidad con la que suelen hacerlo. ¡JA!
Ya sin él, me puse a revisar unas páginas web en la INTERNET y me enteré que la FIL ya había empezado. Según yo, la FIL estaba relativamente cerca, así que planeé ir a pie. Me bañé, me vestí bonito, cogí un bolso, metí algunas cosas en él y salí del edificio; crucé el puente mirando el mar, caminé por el parque viendo a las mascotas de la gente y los parapentes. Me metí por aquí y por allá hasta llegar a la avenida el ejército, y fue precisamente ahí donde me di cuenta que la FIL no estaba cerca. Había confundido la avenida el ejército con la avenida Salaverry. ¡JA! Así que, misma Jen Barber, dije: ¡Taxi!
No encontré nada de mi agrado, no había donde bucear. Ya estaba decidida a dar la última vuelta para largarme y de pronto veo a una personita con la que había tenido algo el año pasado.
<<Francis>>
Dejamos de vernos porque él se casó, y, según él, su mujercita merecía fidelidad. Al parecer, esa devoción se le acabó hace un par de meses, pues accedió a encamarse conmigo y una amiga mía.
<<Ariana>>
Después de esa noche su matrimonio quedó pendiendo de un hilo. Ariana es una diabla. Y llenó de señales al pobre Francis, era imposible que su mujercita no se diera cuenta. Él no se dio cuenta de nada. Juro que yo intenté persuadir a Ariana de que no lo hiciera. ¡JA!
Los vi felices, tomados de la mano, rebalsando de amor. Así que me pareció una falta de educación no saludarlos y felicitarlos por su matrimonio. Francis me vio venir, y su cara feliz pasó a ser una cara de susto, el muy cobarde la quiso llevar por un pasillo para dejar el rumbo hacia mí; pero ella le jaló del brazo, le dijo algo sonriendo y siguieron con dirección hacia mí. Al estar cerca de ellos, me puse frente a él, y lo saludé. Francis nos presentó, y luego de preguntas comunes y protocolares, les dije que había sido un gusto haberlos visto y los felicité nuevamente. Ella, mostrándome sus libros comprados, me dice que yo no he comprado ningún libro; le dije que sólo estaba de pasada y que ya me había invadido el hambre. Ella me dice que ellos estaban yendo a almorzar, que los acompañe.
<<Craso error>>
Acepté. En el camino hacia el restaurante, le escribo a Ariana contándole con quienes estaba, y ella me dice que los joda. Me escribía cosas cómo: chápatelo, dile que quieres hacer un trío con ellos. Y cosas así. Me causaban gracia; pero no iba a hacer ese tipo de escenas.
<<Si hubiera algo más sutil para joderlos, lo haría>>
Ariana me pregunta si llevo conmigo mi perfume. Recordé que no me lo había rociado al salir; pero sí lo metí en el bolso. Entendí perfectamente lo que ella quería que haga, y bueno, yo también quería ver que podría pasar. Al terminar de comer, les digo a ellos: ¿No les parece que cada vez después de comer uno se queda con el olor de la comida en la ropa? Saco el perfume y me lo rocío. El rostro sonriente de ella se volvió un rostro que combinaba la duda y la confusión.
-¿Me permites tu perfume?
-Claro.
Se lo rocía, lo huele, cierra los ojos, y cuando los vuelve a abrir, veo que están llenos de odio, de dolor. Temí que me lanzara el perfume.
<< No preví eso. ¿Y si me cae en la cara? >>
Lo dejó en la mesa y le dijo a él: ni se te ocurra seguirme. Francis ni se había dado cuenta, no entendió nada, me miró y yo hice un ademán de tampoco lo sé.
<<Hoy vas a dormir en casa de tu mami. Si me perdonas lo que te acabo de hacer podrías dormir conmigo. ¡JA!>>
-Francis, Yo pago. Anda a buscar a tu damisela.
-Gracias, Anita. Después te pago.
<< ¡JA!>>
Francis, preocupado, se fue tras ella. Después de pagar la cuenta llamé a Ariana para contarle los eventos que habían suscitado recientemente.
-Recontra bitch. Yo te lo dije de broma. Te pasas, Ana.
-Mil veces putilla, visítame.
-¿Tú tío no vendrá hoy?
-No.
-¿Puedo llevar al Capitán?
-Claro, pero que venga con su uniforme.
- Recontrabitch.
- Mil veces putilla.
En el televisor que había en el restaurante vi al actor Colin Firth, quien hizo que recordara un libro que me habían recomendado. Regresé a la FIL, y compré Orgullo y Prejuicio
<< ¡Taxi!>>
CAPÍTULO II
Estábamos tendidos en la cama; él estaba detrás de mí, de costado, de tal modo que podía sentir su pecho hincharse en mi espalda cada vez que él respiraba, había dejado de moverse; yo sentía que el semen empezaba a escaparse de mi interior; aún él la tenía dura y dentro de mí. Intercalaba frecuentemente entre besar mi hombro expuesto y decirme al oído que lo perdone por lo que yo había visto horas antes, por lo que él me había hecho años atrás. No le dije nada, dejé que siguiera con los besos y los perdones. No tenía nada que perdonarle, hasta me dio alegría, pues, yo deseaba que sucediera, quizá no de esa manera: hubiera querido que me besara, haber estado completamente desnuda, verlo y verme. Al menos pude hacer las dos últimas, años después de lo sucedido, hace un par de horas.
Le dije que quería ver aquello de nuevo. Él salió de mí y al verlo ir por la laptop noté que estaba perdiendo la erección. Cuando regresó a la cama, y mientras él buscaba aquello, yo cogí su verga y se la acaricié, yo quería verla dura, quería tenerla dentro una vez más. Volvimos a echarnos de costado, volvió a besarme el hombro, sentí su verga dura en mis nalgas. Me puse a ver aquello.
Estaba en su departamento, en su habitación, sobre su cama. Yo estaba dormida bajo un edredón. Su mano se acerca a mí y me retira el edredón lentamente y con cuidado, yo estaba en blusa y con falda a cuadros. Se quedó viéndome el cuerpo entero tras la cámara algunos minutos, quizá le entró dudas de lo que iba a hacer. Prefirió la determinación en vez que la duda. Su mano se perdió dentro de mi falda y me sacó, poco a poco, mi calzoncito. Me causó algo de gracia porque ya no son del tipo que uso ahora. Dejó descubierto mis muslos y mi culito, me los acarició, luego me puso de frente y me abrió las piernas, acercó la cámara hacia mi vagina y con su mano libre separó mis labios y se entretuvo grabando mi himen. Acomodó la cámara de modo que pudiera grabar como él me chupaba la vagina, por instantes yo me movía, como si estuviera soñando. Al final, él se baja el short, su verga aparece erecta y la pasea por mi conchita.
Busco el otro, la segunda parte. Lo abro.
Está tratando de meter su verga en mi boca. Abro lo ojos, apenas, y él me dice abre la boca, le obedezco y me la introduce, me coge por la boca unos minutos; pero me quedo dormida nuevamente, él abandona mi boca para regresar a mi conchita. La deja en la entrada, empuja, me arqueo; él está dentro, detenido. Casi toda su verga está fuera, se mueve durante unos minutos dentro de mí y después de sacarla veo el semen salir de mi vagina. Mi vagina se había tornado colorada.
Cierro la Laptop para tirármelo, él lo estuvo haciendo durante todo el tiempo que estuve viendo aquello y lo otro. Lo monté, estaba muy arrecha; disfruté de su dureza, la sensación de llenura fue divina hasta que lo hice venir, me quedé con su verga dentro, dejé mi pecho sobre el de él y lo besé intensamente. Él me acariciaba las nalgas y estimulaba la entrada de mi culito con sus dedos. Yo aún estaba arrechita, y le dije: quédate conmigo hasta mañana. Él aceptó. Lo hicimos más veces durante la noche. Después de que me dejara satisfecha e irritada. Le conté sobre mi supuesta primera vez; pero no le dije que fue con Mono, le dije que fue con un amiguito de mi centro de estudios. Él comprendió.
<<Ojalá nunca te hubieses ido de viaje>>
Apagamos las luces, y ya acomodados, metidos en los trajes de la satisfacción, le pregunté por Madre.
-Está molesta; pero te extraña. Un día la encontré dormida en tu cama. La desperté y me enseñó un cuaderno tuyo. Dijo que había demasiadas palabras para ser un cuaderno de trigonometría.
Dejé mi cabeza en su pecho y traté de rodear su barriga con mi brazo, sin éxito. Mi mente encendida estaba entre sus latidos y los vagos sonidos de las olas del mar. El deseo invadió nuevamente mi cuerpo, lo traté de despertar; pero él ya estaba aferrado a algún sueño a prueba de besos y caricias. Salí de la cama y llevé la laptop fuera de la habitación. Continué viendo el otro.
Él deja la cámara a un lado, se acerca a mí y me pone boca abajo, luego él se retira, la cámara se queda grabando mi culito; me sorprendió ver lo grandecito que ya era en ese entonces. Eso explicaba el nombre del otro (mi culoncita). Él regresa con un frasco de lubricante y lo vierte en mi ano, introduce, pacientemente, un dedo durante varios minutos. Se echa lubricante en la verga erecta, se posa sobre mi culito, no tarda en penetrarme. Se apresura, al parecer, y se vierte en mí. Sale con premura de su habitación, me muevo y me toco el culito; pero caigo dormida enseguida. Él regresa, toma la cámara, me pone de costado y enfoca mi culito. Él semen dejado dentro de mí es expulsado poco a poco.
Vi aquello y lo otro dos veces más esa madrugada; me vine muchas veces masturbándome. Me asomé por la ventana y ya la mañana estaba aclarándose. Regresé a la cama, a sus brazos, me acomodé de tal modo que mi culito quedara bien pegadito a su verga, los deseos me invadieron nuevamente al sentírsela erecta.
<<Dios, me había acostumbrado a que me hiciera suya todos los días, a cada momento, y ahora sólo podía verlo, con suerte, una vez a la semana. >>
-Despierta, amor, despierta.
-¿Qué paso?
-Cáchame, muy duro, sin piedad. Cómo se lo haces a ella.
Lo hizo, pero, cómo es de costumbre cada vez que se lo pido que me lo haga de esa manera, no lo puedo soportar, y termino pidiendo misericordia. No puedo llevarle el ritmo cuando él lo hace salvajemente. Bajó sus revoluciones, lo sacó un tanto, y volvió a hacérmelo de la forma convencional.
CAPÍTULO III
Ellos llegaron poco antes del mediodía. Ariana vestía un vestido que le presté y el Capitán unos jeans que le quedaban ajustados al igual que su camisa. Trajeron cervezas, una botella de vino y empanadas. Yo no tenía ganas de beber; pero tenía hambre, no había desayunado. Yo quería un plato de comida, no unas empanadas. Les alcancé unos vasos y nos pusimos a conversar.
-Al fin trajiste mi vestido. ¿Con qué te vas a ir vestida?
-Me tendrás que prestar otro vestido.
Al capitán le divertía la discusión que llevábamos Ariana y yo, ella me sacaba en cara lo muy seria que soy y yo lo muy fresca que ella es. Luego, la discusión pasó a ser sobre quien era más putilla o bitch. Sacamos a la luz nuestra última maldad que habíamos hecho algunos meses atrás. Aquello le llamó mucho la atención al Capitán. Y le dijo a Ariana que le contará con más detalles. Me entrometí y le dije que yo se lo contaría porque Ariana sólo resaltaría mis acciones y no las de ella, pues, tanto la idea como la ejecución de la maldad fueron de su autoría; además, Ariana no puede contar una historia, le da ataques de risa y no llega a terminarla.
Francis es un chico con el que solía salir, estuve como que enganchada con él; pero dejamos de vernos porque se casó, y quería serle fiel a su esposita. Y se lo tomó muy en serio, pues ya no contestaba cuando yo lo llamaba, ni respondía mis mensajes, en fin. Después de unos meses veo en una red social virtual que él estaba bebiendo en un bar con sus amigotes. Le comento a Ariana lo que había visto, y me dice: ¡vamos a joderlo! El nombre del bar estaba visible, y Ariana lo conocía. Fuimos, no nos dijeron nada a la entrada, ubicamos a Francis. Nos invitó a sentarnos a la mesa, sus amigos no estaban mal y ya estaban todos bajo los efectos de los licores. Conversamos un poco y le dije al oído: Ariana y yo tenemos ganas que nos tires. Le conté que yo estaba viviendo sola y que no se preocupara por nada. Aceptó, y, luego de media hora, ya estábamos en un taxi rumbo a Miraflores. Lo que hicimos en la cama no te lo voy a contar. Sin embargo, hay algo que sí te puedo contar. Cada vez que era el turno de Ariana, ella le dejaba marcas en la espalda y en la parte posterior del cuello y cuando Francis se fue al baño, Ariana cogió mi perfume, lo llevó donde estaba el saco de Francis y lo roció sobre él. Estuvimos un rato más, hasta que Francis se tuvo que ir, se vistió apurado y se fue.
Ariana ya se había puesto cariñosa con el Capitán, y yo ya tenía dos sapos croando en mi estómago. Les dije que tenía que salir y que no se metan en mi cuarto. Salí a almorzar.
A mi regreso encuentro al Capitán en bóxer en la sala, le pregunto por Ariana.
-Está durmiendo.
-Qué raro. Seguro la aburriste.
-¿Te han dicho alguna vez que eres una malcriada?
-Mis padres me decían insolente, otras personas simplemente me miran con cara de querer golpearme o escupirme. Vístete por favor, si quieres estar así, permanece en la habitación con Ariana.
Se me acercó y me dijo que yo le gustaba, que él dejaría a su mujer y me daría lo que yo quisiera si aceptaba ser su chica.
-Yo también te puedo dar un departamento. He visto que no tienes auto, yo te puedo conseguir uno.
-Sólo manejan los que tienen vocación de chofer.
Me miró con enojo y se fue al cuarto donde estaba Ariana.
<<Dios, Sólo tienes que tomarme. ¿No sabe lo guapo que es?>>
Fui a mi habitación, me acosté en la cama, dejé la puerta abierta por si el Capitán lo quiere intentar de nuevo. Me quedé dormida, ansiosa, pues cuando estaba almorzando, mi tío me llamó y dijo que en la noche iba a visitarme. Lo deseaba tanto. Me quedé dormida pensando en él.
La voz del Capitán y los gemidos de Ariana me despertaron. Escuché las cosas que le decía el Capitán: levanta el culo. Así, ponte como perra, perra cachera. Dilo, perra, di que eres una perra Cachera. Ariana le hizo caso. El capitán es de los hombres que hacen su escándalo cuando se vienen. Así que después de su escándalo, escucho que Ariana le dice: ahorita vengo.
Veo a Ariana desnuda entrar a mi habitación, se acuesta a mi lado y me dice que el Capitán quiere que me una a ellos. Le digo que no, y que ya se tienen que ir, pues, voy a tener visita más tarde.
-¿Tú tío?
-Sí.
-¿No me puedo quedar? El Capitán estuvo flojito hoy.
-Hoy no.
Ariana va hacia mi armario, saca un vestido y me lo muestra, sonriendo, cubriéndose el cuerpo con él.
-OK, pero me lo regresas en una semana.