sagem
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Dentro de mi círculo social me conocen como el tranquilo, buen pata, calladito, buenagente, religioso, pan del cielo, chanconcito y otros adjetivos del típico chico bien. Y he llegado a creérmelo, incluso pienso en ello cuando encuentro envuelta mi masculinidad entre dos traviesas lenguas engolosinadas buscando desesperadamente el sabor del placer, también lo pienso cuando dos glúteos femeninos y delicados golpean violentamente mi vientre en busca de carne cruda, dura y profunda, incluso lo pienso al sorprenderme ebrio con mi lengua dentro de los pliegues anales abriéndose espacio y buscando dar más placer a mí y a mi compañera de turno. Suele acorralarme justo en esos momentos la pregunta de si soy un morboso con cara de santo o un hombre de paz en busca del mejor culo.
Hubiera preferido conocerla caminando en un parque, haciendo fila en el mercado, buscando una dirección o por ejemplo comprando en una farmacia o en el paradero, qué se yo, a la antigua pero se dió en una ventana, sí, una ventana de chat de esos que ya no se usan y recuerdo una de sus primeras frases: "te veo y siento mucha tranquilidad", naturalmente lo dijo porque fue tan rápida la química que inmediatamente le puse la camara de vídeo para luego iniciar una conversación con el chio tranquilo, reflejando ella exactamente lo mismo que yo le transmitía.
Tan fina en sus comentarios y de un diálogo sincero y divertido difícil de encontrar hoy, que hasta se me olvidaba literalmente ver pornografía en la computadora. Mis sesiones en el chat con ella no las contaminaba con esas distracciones de sucios mortales, no la idealicé solo que realmente me emocionaba haber encontrado un aguja en el pajar por eso esperaba impaciente la hora del chat para leer sus letras y disfrutar de cada sesión, eran conversaciones memorables, llenas de su ternura, inocencia y delicadeza, y que al terminar dejaba tantas punzadas en mi corazón de niño bueno que me era necesario aterrizar todo con una obligatoria jalada de tripa.
Como era de esperarse llegó el momento de vernos las caras, yo nervioso pero con buena actitud me vestí casual y muy bien presentado a la hora acordada. Llegué primero y al rato ella apareció, con la desventaja de solo haberla leído, porque nunca puso su cámara, me sorprendió al pasar cerca y darme la mirada más lasciva que jamás recibí de una mujer acompañada de un "hola perdón por el retraso". Era un conjunto de curvas sabrosas, firmes e imponentes y su rostro solo me sugería deseo y mas deseo, tanto asi que por buen rato me costó encajarlo al perfil de chica inocente del chat, no era una nerd según mi expectativa, era un lomazo sofisticado.
En fin, besó mi mejilla y se sentó a mi lado encantadísima de por fin conocer en persona al chico lindo del chat y verle directo a los ojos y sentir la misma paz y alivio y sacarse el clavo porque hasta había soñado dulcemente conmigo y muchos puntos suspensivos que no vienen al caso. Luego de intercambiar halagos, melancolías y apreciar las bondades de una amistad originada en internet, sí claro, fuimos a un restaurant al paso a tomar algo frio, y así estuvimos por un par de horas tomando pisco sour mientras yo disfrutaba de una delicia de mujer fuertota, muy educada y totalmente pulcra en sus ademanes y expresiones. De pronto su mirada sabrosona cambió a una de rufiana al mango. Se acercó a mi oreja susurrando "quisiera besarte", sintiendo su delicioso aliento a pisco y limón asentí con algo de verguenza porque esa debió ser mi iniciativa, pero sucedió algo inusitado, lentamente pero con mucha destreza me bajó el cierre del pantalón y agachándose se embutió con mi asunto que también desprevenido comenzó a erguirse, moviendo la mesa al golpe de su nuca, y mientras que yo, con los ojos cerrados y los labios hechos trompa esperaba un beso que nunca llegó.
Sorprendido por esto busqué alrededor mozos, comensales o curiosos que nos descubran, volteando mi cabeza hasta en 360 grados pero todos seguían en lo suyo. Las disposición de las mesas nos favorecían y seguramente por eso ella eligió el lugar mas al fondo. Pasado un buen rato y con mi cuello hecho exorcista ella se detuvo, cerró con dificultad mi cierre y conservando la mirada perversa me dijo: "todo bien?" agarró su copa e hizo un brindis por el beso más rico de su vida. "De tu vida, yo también quisiera decir lo mismo" dije y ella sonrió duplicando la mirada de perversa a malcriada. "Pero aquí no, si me lo permites, tambien quisiera besarte" dije, resaltando las últimas palabras con un mensaje claro lo que originó que ella diga "es justo y necesario no?". Yo me arreché.
Al salir del restaurant inexplicablemente sentí que todos me miraban pero no le di importancia, la tomé de la mano y buscando uno de esos letreros con H caminamos en silencio, ella sonriendo y yo serio, lo que pasó en el restaurante despertó al enfermo que yo traía dentro y solo sentía la necesidad de satisfacerlo. Llegamos a un hotel y pedí un habitación matrimonial con vista a la calle como me gustan.
- Me gustaste desde que pusiste la cám...- No la dejé terminar, inmediatamente la besé e introduje mi lengua en busca de la suya con las manos en su cintura besé todo su rostro y sin importarme su maquillaje pasé mi lengua en cada rincón de su cuello, ella quitó mi camisa dejándome el torso libre y la froté contra mi pecho abrazando su cabeza hacia mí, ella entendió y con su lengua ebria me saboreaba, por ratos la liberaba para juntar nuestras lenguas hasta que aprovechó para quitarme el pantalón con la misma destreza que el cierre en el restaurant y dijo "dame esa cosa rica" frotando el venoso contra su cara, lamiendo, succionando y ordeñando, escena muy enfermiza, alcancé a apagar la luz principal y dejar la luz tenue. Cogía sus cabellos hacia atrás y la separaba de su tarea, ella se desesperaba y cogia mis nalgas y las apretaba acercándome a su boca. Era un juego sabroso al que ella se prestó con un cara de leona enferma. "Embárrame, embárrame" le decía a mi compañero endurecido que estaba a mucho tiempo de soltar su manjar. La puse de pie, le di vuelta y la puse en perrito; prácticamente ver ese culo desesperado por salir del jean negro me hizo arrancarle un botón y sin mayor espera, mientras ella terminaba de quitarse el pantalón, yo me apropié de ese delicioso y perfecto corazón inflado de carne y mi lengua hirviendo se introdujo en esos labios calientes buscando sus jugos que no dejaban de lubricar. Lamía, mordía, besaba y volvía a los labios, localicé rápidamente su punto de placer y fui condescendiente con sus gemidos, iba lento, luego rápido, con la lengua aleteando y alternando en lugares donde más me lo pedía, se fue creando una serie de subida y bajada de emociones en ella hasta ir ascendiendo en la escala del éxtasis con gemidos y palabras ininteligibles que solo pedían más y más estímulo y goce, yo sentía cansancio en la lengua y mandíbula pero por dentro el deseo me quitaba la sola idea de parar, entonces con una mano masajeando su nalga y la otra separando sus labios conseguí una postura que me dejaba saborear sus fluídos y volverlos a usar como lubricante formándose una verdadera sopa que todo conocedor aprende a saborear a gusto, de modo que la subida al cielo la tenía casi sin aliento, sin tiempo para respirar y con los dedos de los pies prácticamente encogidos por la desesperación de un orgasmo que demoraba, hasta que casi adormecido por las subidas y bajadas, movimientos circulares contínuos introducidos en su sexo sentí en mi rostro el salpicón de ese líquido tibio y delicioso que no terminaba de emanar y que disfruté recibirlo mientras ella se desvanecía muy hembra con un grito de triunfo guardado para ese instante.
El roce de su piel unido a su aroma fue algo tan penetrante y excitante que no demoré en sacarle el resto de ropa para encontrar el origen de tan rico olor, oliendo y lamiendo cada seno, succionando leve y fuertemente intentando que entren en mi boca, mordía reiteradamente estirando los pezones lejos de su origen para después succionar y enfermarme con el mismo aroma delicioso, subi un poco e hice lo mismo en el cuello comenzando cerca de los hombros disfrutando el contacto preciso entre su piel y mi boca, encontrando siempre placer entre lo amargo y salado del sudor porque no dejaba de gemir y eso me aseguraba que el disfrute era mutuo, en esa tarea introduje mis brazos bajo su espalda y ella echada boca arriba la cogi con ambas manos y atrapada y sin salida solo procedí a besar hombros, cuello, pecho y orejas haciendo juegos tras de su lóbulo y poniéndolo dentro de mi boca, mientras tanto ella me frotaba las manos por la espalda, rasguñando y buscando manipular mi virilidad hasta que abriendo sus piernas y colocándome entre ellas agarró con sus manos mi trasero y los aproximó a sí. En el primer intento no hubo introducción porque yo intencionalmente apunté hacia arriba, y la segunda tampoco porque con mis movimientos con la cintura buscaba frotarme contra su vientre, piernas y ombligo, la tercera fue mejor porque lo froté contra sus labios vaginales y vellos que acompañados a lo que ya estaba haciendo arriba en su cuello y orejas hacía mas placentero el juego, pero no duró mucho porque ella estaba determinada a llenar ese vacío bien dilatado asi que movió la cabeza para besarme con firmeza y como preparándose para el impacto apretó mis labios, se prendió de mis nalgas una en cada mano y me empujó a ella sintiendo yo su humedad y ella mi dureza pegandose nuestros cuerpos insaciables comenzando así el ir y venir de golpes de vientres y sexos inicialmente lentos y luego mas rápido, yo moviendo la cintura sobre ella con tanto placer por poseer una hembra de porte y con mucho tiempo y control para darle todos los orgasmos que se haya propuesto conmigo.
Continuará...
Hubiera preferido conocerla caminando en un parque, haciendo fila en el mercado, buscando una dirección o por ejemplo comprando en una farmacia o en el paradero, qué se yo, a la antigua pero se dió en una ventana, sí, una ventana de chat de esos que ya no se usan y recuerdo una de sus primeras frases: "te veo y siento mucha tranquilidad", naturalmente lo dijo porque fue tan rápida la química que inmediatamente le puse la camara de vídeo para luego iniciar una conversación con el chio tranquilo, reflejando ella exactamente lo mismo que yo le transmitía.
Tan fina en sus comentarios y de un diálogo sincero y divertido difícil de encontrar hoy, que hasta se me olvidaba literalmente ver pornografía en la computadora. Mis sesiones en el chat con ella no las contaminaba con esas distracciones de sucios mortales, no la idealicé solo que realmente me emocionaba haber encontrado un aguja en el pajar por eso esperaba impaciente la hora del chat para leer sus letras y disfrutar de cada sesión, eran conversaciones memorables, llenas de su ternura, inocencia y delicadeza, y que al terminar dejaba tantas punzadas en mi corazón de niño bueno que me era necesario aterrizar todo con una obligatoria jalada de tripa.
Como era de esperarse llegó el momento de vernos las caras, yo nervioso pero con buena actitud me vestí casual y muy bien presentado a la hora acordada. Llegué primero y al rato ella apareció, con la desventaja de solo haberla leído, porque nunca puso su cámara, me sorprendió al pasar cerca y darme la mirada más lasciva que jamás recibí de una mujer acompañada de un "hola perdón por el retraso". Era un conjunto de curvas sabrosas, firmes e imponentes y su rostro solo me sugería deseo y mas deseo, tanto asi que por buen rato me costó encajarlo al perfil de chica inocente del chat, no era una nerd según mi expectativa, era un lomazo sofisticado.
En fin, besó mi mejilla y se sentó a mi lado encantadísima de por fin conocer en persona al chico lindo del chat y verle directo a los ojos y sentir la misma paz y alivio y sacarse el clavo porque hasta había soñado dulcemente conmigo y muchos puntos suspensivos que no vienen al caso. Luego de intercambiar halagos, melancolías y apreciar las bondades de una amistad originada en internet, sí claro, fuimos a un restaurant al paso a tomar algo frio, y así estuvimos por un par de horas tomando pisco sour mientras yo disfrutaba de una delicia de mujer fuertota, muy educada y totalmente pulcra en sus ademanes y expresiones. De pronto su mirada sabrosona cambió a una de rufiana al mango. Se acercó a mi oreja susurrando "quisiera besarte", sintiendo su delicioso aliento a pisco y limón asentí con algo de verguenza porque esa debió ser mi iniciativa, pero sucedió algo inusitado, lentamente pero con mucha destreza me bajó el cierre del pantalón y agachándose se embutió con mi asunto que también desprevenido comenzó a erguirse, moviendo la mesa al golpe de su nuca, y mientras que yo, con los ojos cerrados y los labios hechos trompa esperaba un beso que nunca llegó.
Sorprendido por esto busqué alrededor mozos, comensales o curiosos que nos descubran, volteando mi cabeza hasta en 360 grados pero todos seguían en lo suyo. Las disposición de las mesas nos favorecían y seguramente por eso ella eligió el lugar mas al fondo. Pasado un buen rato y con mi cuello hecho exorcista ella se detuvo, cerró con dificultad mi cierre y conservando la mirada perversa me dijo: "todo bien?" agarró su copa e hizo un brindis por el beso más rico de su vida. "De tu vida, yo también quisiera decir lo mismo" dije y ella sonrió duplicando la mirada de perversa a malcriada. "Pero aquí no, si me lo permites, tambien quisiera besarte" dije, resaltando las últimas palabras con un mensaje claro lo que originó que ella diga "es justo y necesario no?". Yo me arreché.
Al salir del restaurant inexplicablemente sentí que todos me miraban pero no le di importancia, la tomé de la mano y buscando uno de esos letreros con H caminamos en silencio, ella sonriendo y yo serio, lo que pasó en el restaurante despertó al enfermo que yo traía dentro y solo sentía la necesidad de satisfacerlo. Llegamos a un hotel y pedí un habitación matrimonial con vista a la calle como me gustan.
- Me gustaste desde que pusiste la cám...- No la dejé terminar, inmediatamente la besé e introduje mi lengua en busca de la suya con las manos en su cintura besé todo su rostro y sin importarme su maquillaje pasé mi lengua en cada rincón de su cuello, ella quitó mi camisa dejándome el torso libre y la froté contra mi pecho abrazando su cabeza hacia mí, ella entendió y con su lengua ebria me saboreaba, por ratos la liberaba para juntar nuestras lenguas hasta que aprovechó para quitarme el pantalón con la misma destreza que el cierre en el restaurant y dijo "dame esa cosa rica" frotando el venoso contra su cara, lamiendo, succionando y ordeñando, escena muy enfermiza, alcancé a apagar la luz principal y dejar la luz tenue. Cogía sus cabellos hacia atrás y la separaba de su tarea, ella se desesperaba y cogia mis nalgas y las apretaba acercándome a su boca. Era un juego sabroso al que ella se prestó con un cara de leona enferma. "Embárrame, embárrame" le decía a mi compañero endurecido que estaba a mucho tiempo de soltar su manjar. La puse de pie, le di vuelta y la puse en perrito; prácticamente ver ese culo desesperado por salir del jean negro me hizo arrancarle un botón y sin mayor espera, mientras ella terminaba de quitarse el pantalón, yo me apropié de ese delicioso y perfecto corazón inflado de carne y mi lengua hirviendo se introdujo en esos labios calientes buscando sus jugos que no dejaban de lubricar. Lamía, mordía, besaba y volvía a los labios, localicé rápidamente su punto de placer y fui condescendiente con sus gemidos, iba lento, luego rápido, con la lengua aleteando y alternando en lugares donde más me lo pedía, se fue creando una serie de subida y bajada de emociones en ella hasta ir ascendiendo en la escala del éxtasis con gemidos y palabras ininteligibles que solo pedían más y más estímulo y goce, yo sentía cansancio en la lengua y mandíbula pero por dentro el deseo me quitaba la sola idea de parar, entonces con una mano masajeando su nalga y la otra separando sus labios conseguí una postura que me dejaba saborear sus fluídos y volverlos a usar como lubricante formándose una verdadera sopa que todo conocedor aprende a saborear a gusto, de modo que la subida al cielo la tenía casi sin aliento, sin tiempo para respirar y con los dedos de los pies prácticamente encogidos por la desesperación de un orgasmo que demoraba, hasta que casi adormecido por las subidas y bajadas, movimientos circulares contínuos introducidos en su sexo sentí en mi rostro el salpicón de ese líquido tibio y delicioso que no terminaba de emanar y que disfruté recibirlo mientras ella se desvanecía muy hembra con un grito de triunfo guardado para ese instante.
El roce de su piel unido a su aroma fue algo tan penetrante y excitante que no demoré en sacarle el resto de ropa para encontrar el origen de tan rico olor, oliendo y lamiendo cada seno, succionando leve y fuertemente intentando que entren en mi boca, mordía reiteradamente estirando los pezones lejos de su origen para después succionar y enfermarme con el mismo aroma delicioso, subi un poco e hice lo mismo en el cuello comenzando cerca de los hombros disfrutando el contacto preciso entre su piel y mi boca, encontrando siempre placer entre lo amargo y salado del sudor porque no dejaba de gemir y eso me aseguraba que el disfrute era mutuo, en esa tarea introduje mis brazos bajo su espalda y ella echada boca arriba la cogi con ambas manos y atrapada y sin salida solo procedí a besar hombros, cuello, pecho y orejas haciendo juegos tras de su lóbulo y poniéndolo dentro de mi boca, mientras tanto ella me frotaba las manos por la espalda, rasguñando y buscando manipular mi virilidad hasta que abriendo sus piernas y colocándome entre ellas agarró con sus manos mi trasero y los aproximó a sí. En el primer intento no hubo introducción porque yo intencionalmente apunté hacia arriba, y la segunda tampoco porque con mis movimientos con la cintura buscaba frotarme contra su vientre, piernas y ombligo, la tercera fue mejor porque lo froté contra sus labios vaginales y vellos que acompañados a lo que ya estaba haciendo arriba en su cuello y orejas hacía mas placentero el juego, pero no duró mucho porque ella estaba determinada a llenar ese vacío bien dilatado asi que movió la cabeza para besarme con firmeza y como preparándose para el impacto apretó mis labios, se prendió de mis nalgas una en cada mano y me empujó a ella sintiendo yo su humedad y ella mi dureza pegandose nuestros cuerpos insaciables comenzando así el ir y venir de golpes de vientres y sexos inicialmente lentos y luego mas rápido, yo moviendo la cintura sobre ella con tanto placer por poseer una hembra de porte y con mucho tiempo y control para darle todos los orgasmos que se haya propuesto conmigo.
Continuará...