Mi estimado Darth Plagueis, bienvenido sea su consejo, sea de un sabio conejo o de un mendigo, siempre será bien recibido.
Pertenezco a la generación que ya se acostumbró a medir todo. La hora de acostarse, la hora de levantarse, la cuenta de la tarjeta de crédito, el número de comensales en la casa, etc. Es cierto que nos quita la alegría de la vida. Cómo pudiéramos vivirla sin los inconvenientes de estar apurados por cumplir con compromisos a determinado tiempo y mucho peor aún con cierto costo. Qué linda sería la vida así, sin apuros, ni ajustones.
Pero también le comento que me gusta reconocer y ser reconocido. Porque nos saca de ese limbo en que a veces vivimos, en que nos creemos el centro del Universo, donde el resto vive para nosotros, tanto así que nos olvidamos decir "gracias". Y no es que sea su caso, porque tácitamente con sus inmerecidos elogios así lo ha hecho, pero lo digo por quienes a veces leen, se divierten y demás, que a mí en lo personal me complace y por eso es que escribo, pero que suelen olvidar que todos tenemos un deber de RECIPROCIDAD, que nos hace mejores humanos. Que me agradezcan no me hace más o menos a mí. Mi idea es que hace más grandes a quienes lo hacen. No sé si me deje entender. En un mundo donde la generosidad se va perdiendo, agradecer nos hace más cercanos, nos hace más hermanos. Y si he "solicitado" agradecimientos, es por que ése, constituye la otra parte de mi propósito, que nos identifiquemos como seres interdependientes. Yo agradezco a quienes me dan la oportunidad de hacerme más humano comunicándome con ellos, a cambio solo pido un saludo, que no es sino un agradecimiento.
Disculpen por lo extenso de la nota, pero la profundidad de la reflexión de nuestro cófrade, y mi incapacidad de sintetizar aún más mis ideas, así me lo han exigido. Gracias por su comprensión.