Hanc
Recluta
- 1
- 3
- 0
- Registrado
- 2 Abr 2010
100%
- Registrado
- 2 Abr 2010
- Mensajes
- 1
- Puntos de reacción
- 3
- Puntos
- 0
15 Years of Service
este es mi primer post. espero que les guste
Era otra soleada mañana de febrero, sin nada que hacer. Estaba desempleado desde hacia unos cuantos meses. Y recientemente había regresado con una chica que no apareció en la primera cita que tuvimos. En la segunda nos acostamos, no era gran cosa en la cama pero tenía un hermoso cuerpo. Lo mejor de su cuerpo eran sus tetas. Recordar la forma en que se movían cuando estaba encima de mí, me excitaba en cualquier momento.
Al salir del baño, recordé que ese día debía mudarme donde sea. No había pagado el alquiler desde que me habían despedido. Pensaba ir a la casa de Mariela, pero no quería importunarla con mis cosas. Así que decidí regresar con mi madre.
Decidí salir lo más rápido posible de aquel lugar. Junte mis cosas y luego salí despacio para que no me oyeran. Tome un taxi y llegue a la casa de mi madre. Ella no estaba, así que tuve que esperarla afuera. Cuando regreso del mercado, y al verme con todas mis cosas en la calle, me dijo su frase favorita. Eres un idiota. No siempre fui un idiota para mi madre. Lo soy desde que decidí ser escritor.
La verdad es que mis padres siempre habían cumplido con cada uno de mis caprichos cuando era un adolescente. Primero la música, me compraron una guitarra eléctrica, la cual termine vendiendo hace poco para poder pagarme unas chelas. Pero el día que decidí convertirme en escritor, mi padre me mando a la . Yo esperaba que me comprara una laptop o al menos una máquina de escribir, pero nada. Creo que el principal problema era que tenía 26 años y prácticamente era un vago.
Así que ese día decidí irme de la casa para nunca más volver. Otra promesa que acabo de romper. Mi madre preparo el almuerzo y lo devore. Antes no tenía tanto apetito, a las justas podía terminar un plato. Hoy en día estoy cada día más gordo.
Esa noche me llamo Mariela, me insistió en salir a bailar a cualquier discoteca, yo no tenía ganas por lo que había pasado en la mañana. Pero igual me aventure. Al llegar a su casa, un pequeño departamento en Lince. Su prima estaba en su casa, era una gordita que no tenía nada interesante más que ese gran culo que se manejaba. Ese día se había puesto una minifalda que dejaba ver sus largas y redondas piernas, no se podía negar que la gordita tuviera su gracia. Era una gordita con curvas, y además parecía tener por mi cierto cariño. Si no fuera por su prima ya me la hubiera tirado.
Ella estaba mirándose al espejo cuando entre. Al sentarme en el sillón, vi salir del cuarto a Mariela y a la amiga de su prima, Silvana. Silvana tenía un cuerpo compacto, no media más de un metro sesenta, y tenía el pelo ensortijado. Se había echado algo en el cabello, que hacía que brillara. Al igual que Mariela y su prima ella llevaba una minifalda, me dijeron que era porque a la discoteca a la que iban dejaban entrar gratis a las chicas por ello. En ese momento agradecí a la publicidad machista, y luego tomamos un taxi. Desde que nos presentaron, Silvana había estado extra cariñosa conmigo, al bajar del taxi se demoro un poco más para bajar y en un descuido me dejo ver sus bragas, era una tanga de color celeste que le quedaba increíble. Al ayudarla a salir del taxi me sonrió, y luego entro contorneando las caderas. Endemoniada perra pensé.
Al igual que su prima esta chibola tenia dieciséis años, una edad limbo, en la cual se ven muy bien y al mismo tiempo no puedes tocarlas. Aunque no me malinterpreten nuevamente había estado con chicas de esa edad pero me habían parecido altamente problemáticas, por no utilizar otro termino. Así que luego de que el hijo de puta de la discoteca me cobrara lo último que tenía para el mes, y pensando que no tendría dinero luego para el hotel, nos sentamos en una esquina. Pedimos algunos tragos y comencé a conversar con estas dos chicas, pronto me di cuenta que no eran nada inteligentes, pero que estaban pensando en entrar a la universidad. Les dije que era una pérdida de tiempo, al igual que el colegio, y se rieron de mis ocurrencias como le decían. Las deje reírse de mis ideas, aunque realmente creía en ellas, sobre todo para no cagar el momento. Después de cuatro chelas decidí ir al baño, dentro había un chibolo que estaba vomitando en un lavado. Así que decidí alejarme lo más posible y terminar lo mío lo antes posible. Al salir había una chica, a la cual llevaban a su casa casi arrastrando, estaba rica. Se le vio un seno mientras la estaban llevando, los tenía pequeños, y se le veía altamente manejable.
Al regresar a la mesa, las chicas estaban algo sazonadas, así que Silvana me saco a la pista de baile, mire a Mariela y apunto su ojo, con su dedo de en medio, y me sonrió. Pusieron reggaetón, y la chica se movía como una maniática, me fue jalando fuera de la visión de nuestra mesa. Y luego me comenzó a hablar en el oído, me decía que ya no se dejaba besar por cualquier chico en este tipo de fiestas, que ahora quería algo serio, y se reía cuando ponía cara de incrédulo. En un momento ella me pregunto si yo creía que ella era una pendeja, a lo que conteste que no, cuando en mi cerebro todo me decía que si. Tuve que tener mucho control, sobre todo con ella sobando su perfecto culo en mi entrepierna. Al voltearse me dio un beso en la boca, me mordió el labio. Yo también la mordí. Y luego me sonrió y se alejo, con su perfecto cuerpo, tenía un piercing en la boca.
Al sentarme tuve que bajarle a la calentura, así que me tome toda la cerveza que faltaba. Y luego Mariela me saco a bailar, me pregunto a donde nos fuimos y no le mentí. Le dije que habíamos bailado en el fondo. Ella me dijo que era hora de llevar a las niñas a sus casas, yo le dije que se podían regresar solas que nosotros nos quedáramos. Pero ella metió una mano dentro de mi pantalón, sentir su cálida mano en mi verga fue suficiente, le dije que no habría problemas, que nos iríamos. Carajo pensé, como me dejo manipular de esta manera.
Al llegar a la casa de las niñas, Mariela me agarro el culo y me dijo que quería tirar conmigo. Que le había excitado como coqueteaba con esa perrita. Me dijo que le excitaba saber que ella era la que se acostaba conmigo, y no una zorra de dieciséis años. Me reí en mi interior, casi le digo lo del beso, pero tampoco soy idiota, por más que lo diga mi madre.
Al llegar a la casa Mariela se desnudo por completo mientras avanzábamos por su pequeño departamento. Primero el polo, luego la minifalda, el sostén y finalmente la tanga rosada que tenia puesto.
Al voltear sus senos me parecieron increíbles, comencé a chuparlos y cuando lo hice comenzó a gemir, despacio pero lo suficiente para que se me terminara de parar. Me baje los pantalones y ella me bajo los calzoncillos, y luego comenzó a chupar mi pene. Al mirarla solo podía imaginar a Silvana y su boquita, con todo y piercing, lamiendo las bolas. Tanto me emocione que no le avise a Mariela cuando me vine, y casi se trago toda la leche, lo que restaba lo escupió de su boca mientras me llamaba idiota. Se fue a lavar y me dejo tiempo para pensar en Silvana, en su cuerpo de adolescente, en sus senos firmes, y en su vagina, que seguramente apretaba riquísimo.
Cuando llego Mariela yo estaba nuevamente de pie, así que ella solo se monto encima. Aquella es mi posición favorita, no tengo que moverme mucho y tengo las manos libres para hacer muchas cosas, con una le metí un dedo en el culo y con la otra le acariciaba la teta izquierda, sus aureolas eran medianamente grandes y sus pezones estaban erectos.
Se movía despacio al principio, y luego comenzó a moverse circularmente. Como dije ella era un poco torpe, pues luego lo hizo con demasiada fuerza, me hacia algo de daño, pero lo podía aguantar. Cada vez se movía más rápido y la sentí temblar un poco, y los músculos de sus piernas se tensaban. Sabía que estaba llegando al clímax, yo todavía tenía para un rato más pero era lo mínimo que podía hacer luego de haberme venido en su cara, así que ella acabo, no me queje y luego se echo encima de mí. Al levantarse se dio cuenta que yo no había terminado, me saco el condón y me la comenzó a chupar, me dijo que ahora si le avisara. Así que comenzó mamándomela, primero el tronco de mi pene, luego la cabecita, y luego las bolas. Yo cerré los ojos y pensé en Silvana, en cómo se vería desnuda, en cómo se movería, en su perfecto culo sin ninguna estría, en su coño cerradito, fácil necesitaba algo de trabajo antes de penetrarla. Sentí en ese momento que me venía, me acorde que tenía que avisar. Así que en el momento preciso saque su cabeza de mi entrepierna diciéndole: ¡ya me vengo, Silvana!.
Era otra soleada mañana de febrero, sin nada que hacer. Estaba desempleado desde hacia unos cuantos meses. Y recientemente había regresado con una chica que no apareció en la primera cita que tuvimos. En la segunda nos acostamos, no era gran cosa en la cama pero tenía un hermoso cuerpo. Lo mejor de su cuerpo eran sus tetas. Recordar la forma en que se movían cuando estaba encima de mí, me excitaba en cualquier momento.
Al salir del baño, recordé que ese día debía mudarme donde sea. No había pagado el alquiler desde que me habían despedido. Pensaba ir a la casa de Mariela, pero no quería importunarla con mis cosas. Así que decidí regresar con mi madre.
Decidí salir lo más rápido posible de aquel lugar. Junte mis cosas y luego salí despacio para que no me oyeran. Tome un taxi y llegue a la casa de mi madre. Ella no estaba, así que tuve que esperarla afuera. Cuando regreso del mercado, y al verme con todas mis cosas en la calle, me dijo su frase favorita. Eres un idiota. No siempre fui un idiota para mi madre. Lo soy desde que decidí ser escritor.
La verdad es que mis padres siempre habían cumplido con cada uno de mis caprichos cuando era un adolescente. Primero la música, me compraron una guitarra eléctrica, la cual termine vendiendo hace poco para poder pagarme unas chelas. Pero el día que decidí convertirme en escritor, mi padre me mando a la . Yo esperaba que me comprara una laptop o al menos una máquina de escribir, pero nada. Creo que el principal problema era que tenía 26 años y prácticamente era un vago.
Así que ese día decidí irme de la casa para nunca más volver. Otra promesa que acabo de romper. Mi madre preparo el almuerzo y lo devore. Antes no tenía tanto apetito, a las justas podía terminar un plato. Hoy en día estoy cada día más gordo.
Esa noche me llamo Mariela, me insistió en salir a bailar a cualquier discoteca, yo no tenía ganas por lo que había pasado en la mañana. Pero igual me aventure. Al llegar a su casa, un pequeño departamento en Lince. Su prima estaba en su casa, era una gordita que no tenía nada interesante más que ese gran culo que se manejaba. Ese día se había puesto una minifalda que dejaba ver sus largas y redondas piernas, no se podía negar que la gordita tuviera su gracia. Era una gordita con curvas, y además parecía tener por mi cierto cariño. Si no fuera por su prima ya me la hubiera tirado.
Ella estaba mirándose al espejo cuando entre. Al sentarme en el sillón, vi salir del cuarto a Mariela y a la amiga de su prima, Silvana. Silvana tenía un cuerpo compacto, no media más de un metro sesenta, y tenía el pelo ensortijado. Se había echado algo en el cabello, que hacía que brillara. Al igual que Mariela y su prima ella llevaba una minifalda, me dijeron que era porque a la discoteca a la que iban dejaban entrar gratis a las chicas por ello. En ese momento agradecí a la publicidad machista, y luego tomamos un taxi. Desde que nos presentaron, Silvana había estado extra cariñosa conmigo, al bajar del taxi se demoro un poco más para bajar y en un descuido me dejo ver sus bragas, era una tanga de color celeste que le quedaba increíble. Al ayudarla a salir del taxi me sonrió, y luego entro contorneando las caderas. Endemoniada perra pensé.
Al igual que su prima esta chibola tenia dieciséis años, una edad limbo, en la cual se ven muy bien y al mismo tiempo no puedes tocarlas. Aunque no me malinterpreten nuevamente había estado con chicas de esa edad pero me habían parecido altamente problemáticas, por no utilizar otro termino. Así que luego de que el hijo de puta de la discoteca me cobrara lo último que tenía para el mes, y pensando que no tendría dinero luego para el hotel, nos sentamos en una esquina. Pedimos algunos tragos y comencé a conversar con estas dos chicas, pronto me di cuenta que no eran nada inteligentes, pero que estaban pensando en entrar a la universidad. Les dije que era una pérdida de tiempo, al igual que el colegio, y se rieron de mis ocurrencias como le decían. Las deje reírse de mis ideas, aunque realmente creía en ellas, sobre todo para no cagar el momento. Después de cuatro chelas decidí ir al baño, dentro había un chibolo que estaba vomitando en un lavado. Así que decidí alejarme lo más posible y terminar lo mío lo antes posible. Al salir había una chica, a la cual llevaban a su casa casi arrastrando, estaba rica. Se le vio un seno mientras la estaban llevando, los tenía pequeños, y se le veía altamente manejable.
Al regresar a la mesa, las chicas estaban algo sazonadas, así que Silvana me saco a la pista de baile, mire a Mariela y apunto su ojo, con su dedo de en medio, y me sonrió. Pusieron reggaetón, y la chica se movía como una maniática, me fue jalando fuera de la visión de nuestra mesa. Y luego me comenzó a hablar en el oído, me decía que ya no se dejaba besar por cualquier chico en este tipo de fiestas, que ahora quería algo serio, y se reía cuando ponía cara de incrédulo. En un momento ella me pregunto si yo creía que ella era una pendeja, a lo que conteste que no, cuando en mi cerebro todo me decía que si. Tuve que tener mucho control, sobre todo con ella sobando su perfecto culo en mi entrepierna. Al voltearse me dio un beso en la boca, me mordió el labio. Yo también la mordí. Y luego me sonrió y se alejo, con su perfecto cuerpo, tenía un piercing en la boca.
Al sentarme tuve que bajarle a la calentura, así que me tome toda la cerveza que faltaba. Y luego Mariela me saco a bailar, me pregunto a donde nos fuimos y no le mentí. Le dije que habíamos bailado en el fondo. Ella me dijo que era hora de llevar a las niñas a sus casas, yo le dije que se podían regresar solas que nosotros nos quedáramos. Pero ella metió una mano dentro de mi pantalón, sentir su cálida mano en mi verga fue suficiente, le dije que no habría problemas, que nos iríamos. Carajo pensé, como me dejo manipular de esta manera.
Al llegar a la casa de las niñas, Mariela me agarro el culo y me dijo que quería tirar conmigo. Que le había excitado como coqueteaba con esa perrita. Me dijo que le excitaba saber que ella era la que se acostaba conmigo, y no una zorra de dieciséis años. Me reí en mi interior, casi le digo lo del beso, pero tampoco soy idiota, por más que lo diga mi madre.
Al llegar a la casa Mariela se desnudo por completo mientras avanzábamos por su pequeño departamento. Primero el polo, luego la minifalda, el sostén y finalmente la tanga rosada que tenia puesto.
Al voltear sus senos me parecieron increíbles, comencé a chuparlos y cuando lo hice comenzó a gemir, despacio pero lo suficiente para que se me terminara de parar. Me baje los pantalones y ella me bajo los calzoncillos, y luego comenzó a chupar mi pene. Al mirarla solo podía imaginar a Silvana y su boquita, con todo y piercing, lamiendo las bolas. Tanto me emocione que no le avise a Mariela cuando me vine, y casi se trago toda la leche, lo que restaba lo escupió de su boca mientras me llamaba idiota. Se fue a lavar y me dejo tiempo para pensar en Silvana, en su cuerpo de adolescente, en sus senos firmes, y en su vagina, que seguramente apretaba riquísimo.
Cuando llego Mariela yo estaba nuevamente de pie, así que ella solo se monto encima. Aquella es mi posición favorita, no tengo que moverme mucho y tengo las manos libres para hacer muchas cosas, con una le metí un dedo en el culo y con la otra le acariciaba la teta izquierda, sus aureolas eran medianamente grandes y sus pezones estaban erectos.
Se movía despacio al principio, y luego comenzó a moverse circularmente. Como dije ella era un poco torpe, pues luego lo hizo con demasiada fuerza, me hacia algo de daño, pero lo podía aguantar. Cada vez se movía más rápido y la sentí temblar un poco, y los músculos de sus piernas se tensaban. Sabía que estaba llegando al clímax, yo todavía tenía para un rato más pero era lo mínimo que podía hacer luego de haberme venido en su cara, así que ella acabo, no me queje y luego se echo encima de mí. Al levantarse se dio cuenta que yo no había terminado, me saco el condón y me la comenzó a chupar, me dijo que ahora si le avisara. Así que comenzó mamándomela, primero el tronco de mi pene, luego la cabecita, y luego las bolas. Yo cerré los ojos y pensé en Silvana, en cómo se vería desnuda, en cómo se movería, en su perfecto culo sin ninguna estría, en su coño cerradito, fácil necesitaba algo de trabajo antes de penetrarla. Sentí en ese momento que me venía, me acorde que tenía que avisar. Así que en el momento preciso saque su cabeza de mi entrepierna diciéndole: ¡ya me vengo, Silvana!.