En muchos casos, puedes tener negocios en el límite entre la legalidad y la ilegalidad. Partamos de dos puntos fundamentales: la prostitución es legal (no está regulada, ni siquiera), y el proxenetismo (prostituir a alguien) es ilegal. Entonces, no puedes prostituir a alguien, obviamente, pero eso no implica que no puedas brindar una serie de servicios destinados a que esa persona se pueda prostituir. Les puedes alquilar el espacio donde trabajan, o les puedes dar servicios como publicidad, seguridad, transporte; o les puedes dar productos que necesiten para su trabajo, como preservativos, lubricantes, lencería, etc. Y por todo ello le puedes cobrar un costo fijo o puedes cobrarle comisión sobre lo que produzca. Hasta ese punto, es totalmente legal. La cosa empieza a torcerse cuando le restas libertades (por ejemplo, prohibirle que haga servicios por su cuenta y riesgo, o prohibirle que lleve sus propios implementos), o si le retienes su documentación (que sería más trata de personas), o cuando le obligas a atender a una cierta cantidad de personas o a atender a todos los clientes que lleguen, quiera o no (aunque lo de la cantidad se puede manejar como ciertas condiciones sin que ello implique obligación). La línea es delgada y no en todos los casos está bien definida.
Para los que sean contadores, es parecida a la diferencia entre estar en planilla o dar servicios con recibos. Si está "en planilla", es proxenetismo, pero si sólo da servicios, es legal.