Podemos decir muchas cosas: Maldita, puta resentida, inhumana, malamadre; que se pudra en la cárcel, etc, etc. Lo cierto es que la niña está muerta y que de alguna manera, la sociedad, de la que todos somos parte, ha sido una silenciosa cómplice de su salvaje asesinato. Vecinos y maestros declaraban en los dominicales como vivía esta niña, como faltaba escandalosamente al colegio sin que nadie, siquiera, se interesara en averiguar los motivos; y cuando asistía, no llevaba lonchera y no hacía las tareas. El maltrato y el abandono, o mejor dicho, el infierno en que vivía no era otra cosa que un triste tránsito hacia la muerte del que todos fuimos testigos. Del que ahora incluso todos somos testigos. Porque hay muchas más Pierinas Ahí, a quienes miramos pero no vemos porque no queremos hacerlo, que clinicamente están vivas pero hace rato que sus padres les jodieron la vida, acaso para siempre.
Nuestra sociedad está enferma y la dirección hacia donde camina es siniestra. Y yo, que he crecido bajo la corriente del pensamiento liberal, que veo como la sociedad, en nombre de ella, involuciona, creo que es momento de que, voluntariamente, entreguemos algunas libertades en pro de su enderazamiento. Porque nadie puede ser absolutamente libre si no ha aprendido a ser responsable primero...