Estimados,
Acá de vuelta por estos lares. El sábado pasado, saliendo de una reu con una gente brava, llegué con dos patas a este antro. Habían sus flacas: de las extranjeras reconocí a Kiara, Camila y Catalina; de las locales a Luana, la tía Claudia, que no sé por qué, pero la vi más delgada, y Pilar, que cuando llegamos estaba subiendo con un pata bien tacuchi. Mientras mis patas se iban a sudar en la cámara seca, yo me dí a la labor de hacer un reconocimiento del territorio. Además de las ya mencionadas, me llamó la atención una chibola recontra desgarbada pero entradora, que respondía al nombre de Allison. Me dijo que recién empezaba, y por la facha se lo creo… Uñas fucsias, vestido negro, chal azul y una cara de niña que te da miedo hacer algo ahí… Pero igual, mientras la tanteaba, le invité una chela para conversar un rato. Estabamos en eso y pasó. Apareció de pronto, cual ensoñación, Rubí. Ya me atendí antes con ella, y debo reconocer que me embargaron sentimientos encontrados.
Como dirían los viejos: Quién te te vió y quién te ve. La flaca volvió, pero está bien matilde. Su maquillaje recargado, pestañas postizas que no le encajan… no sé, sentí que ha perdido el encanto que tenía antes. Tal vez el encanto de juventud, pero la ví más atíada, ya no tan esbelta como la recordaba, y en general complementamente apagada. Por ello decidí no atenderme con ella, a pesar que me ofreció una tarifa especial… Preferí quedarme con el recuerdo de atenciones previas.