dalymanu
Teniente
- 317
- 968
- 117
- Registrado
- 21 Feb 2016
- Registrado
- 21 Feb 2016
- Mensajes
- 317
- Puntos de reacción
- 968
- Puntos
- 117
9 Years of Service
En el tiempo en que estaba separado de mi esposa, me había concentrado tanto en el trabajo que hasta pasaban desapercibidas para mi, algunas señales que eran evidentes para otros. En la oficina no éramos muchos y casi siempre que llegaba alguien a dejar un documento o algún archivero podía ver a todos los que nos encontrábamos ahí. En ese tiempo en una oficina continua había una secretaria ya con varios años en la empresa que era muy guapa, casada y ya en los 35 pero muy conservada. Su esposo siempre la recogía los viernes y era común verlo todos los viernes tomándose un café en la cafetería del patio.
Nunca se me ocurrió hacerle el habla, siempre que iba a buscarla para solicitarle algún documento la saludaba y luego de recibir lo que solicitaba me retiraba amablemente. Eso cambió el día que Carlos, mi colega, me dijo que lo acompañara a ver a Mariella porque necesitaba urgentemente un documento para agilizar los pagos de las revistas y las traducciones. Mientras solicitaba los documentos iba revisando mi celular con los mensajes de los colegas del extranjero que solicitaban el dinero para los pagos de las encuestadoras, como siempre yo ajeno a lo que sucedía a mi alrededor. Al regresar a la oficina, Carlos me dice: "Manu, a Mariella le brillan los ojos cuando te ve y tú ni le hablas, eres un huevón" yo solo me reí porque Carlos, a pesar de ser una persona muy preparada tenía un sentido del humor muy negro y cada vez que podía hacía bromas a los patas de la oficina.
Una semana después de ese incidente, un viernes a la hora de salida veo a Mariella con los ojos rojos en una de las mesas de la cafetería. Se le notaba triste y desencajada, me acerqué la saludé e intenté conversar con ella y le ofrecí el café que había comprado para mi. Ella solo me dijo que no era nada, que ya se le iba a pasar, ya un poco más tranquila le dije que ya me iba a retirar y si quería la podía jalar a su casa. Nunca me había percatado que detrás de esos lentes de lectura Mariella tenía unos ojos color miel muy bonitos y que contrastaban perfectamente con su piel canelita. En el camino a casa de Mariella conversamos del trabajo y justo cuando le pregunté porque su esposo no la había ido a recoger hoy, me dice "ese imbécil ya no va a venir". Me quedé sorprendido, pues el esposo no se veía mala persona y vino a mi mente que tal vez le había pegado, pero ella solo atino a decirme que era algo muy personal y que por favor no lo comente con nadie más.
Ya en la puerta de su casa, Mariella me pidió por favor que la cubriera mañana porque no iría a trabajar, tenía cita en clínica y no podía dejar eso para después. Concretamente me dio las llaves de su oficina y me dijo que la dejara abierta por su alguien necesitaba sacar algún archivo o carpeta y colocará un folder para que registrarán que documento o archivo se retiraba y a que hora. Me despedí y al día siguiente hice lo que me pidió y como la curiosidad mató al gato, me metí a su computadora para ver que hacía o que había ahí. La clave era la misma en todas las PCs del departamento así que no había dificultad ahí. Gente, al abrir el correo pude ver que la cita en la clínica se había confirmado y era con el ginecólogo, ahí también figuraba los pagos de laboratorio para pruebas de ITS.
Nunca se me ocurrió hacerle el habla, siempre que iba a buscarla para solicitarle algún documento la saludaba y luego de recibir lo que solicitaba me retiraba amablemente. Eso cambió el día que Carlos, mi colega, me dijo que lo acompañara a ver a Mariella porque necesitaba urgentemente un documento para agilizar los pagos de las revistas y las traducciones. Mientras solicitaba los documentos iba revisando mi celular con los mensajes de los colegas del extranjero que solicitaban el dinero para los pagos de las encuestadoras, como siempre yo ajeno a lo que sucedía a mi alrededor. Al regresar a la oficina, Carlos me dice: "Manu, a Mariella le brillan los ojos cuando te ve y tú ni le hablas, eres un huevón" yo solo me reí porque Carlos, a pesar de ser una persona muy preparada tenía un sentido del humor muy negro y cada vez que podía hacía bromas a los patas de la oficina.
Una semana después de ese incidente, un viernes a la hora de salida veo a Mariella con los ojos rojos en una de las mesas de la cafetería. Se le notaba triste y desencajada, me acerqué la saludé e intenté conversar con ella y le ofrecí el café que había comprado para mi. Ella solo me dijo que no era nada, que ya se le iba a pasar, ya un poco más tranquila le dije que ya me iba a retirar y si quería la podía jalar a su casa. Nunca me había percatado que detrás de esos lentes de lectura Mariella tenía unos ojos color miel muy bonitos y que contrastaban perfectamente con su piel canelita. En el camino a casa de Mariella conversamos del trabajo y justo cuando le pregunté porque su esposo no la había ido a recoger hoy, me dice "ese imbécil ya no va a venir". Me quedé sorprendido, pues el esposo no se veía mala persona y vino a mi mente que tal vez le había pegado, pero ella solo atino a decirme que era algo muy personal y que por favor no lo comente con nadie más.
Ya en la puerta de su casa, Mariella me pidió por favor que la cubriera mañana porque no iría a trabajar, tenía cita en clínica y no podía dejar eso para después. Concretamente me dio las llaves de su oficina y me dijo que la dejara abierta por su alguien necesitaba sacar algún archivo o carpeta y colocará un folder para que registrarán que documento o archivo se retiraba y a que hora. Me despedí y al día siguiente hice lo que me pidió y como la curiosidad mató al gato, me metí a su computadora para ver que hacía o que había ahí. La clave era la misma en todas las PCs del departamento así que no había dificultad ahí. Gente, al abrir el correo pude ver que la cita en la clínica se había confirmado y era con el ginecólogo, ahí también figuraba los pagos de laboratorio para pruebas de ITS.
Última edición: