Jorge Martinez
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Su nombre es uno que no recuerdo, o mejor dicho, uno que no quiero recordar. Quizás era Elena, quizás Lorena o quizás María.
La conocí mediante un amigo de la universidad, en una reunión por un amigo que teníamos en común. No verla era tarea difícil, dado que sus características físicas eran de alguna forma inevitablemente atrayentes para mis estándares: contextura delgada, tes clara, una sonrisa picara y coqueta, cabello corto, sonrisa penetrante y ojos café claro. Bueno, quizás me estoy pasando de romántico, así qur voy a lo que les interesa: estatura de aproximadamente 1.65 y al menos en aquel momento, sus prendas cubrían su cautivador cuerpo, que pedirían de mí constantemente en un después.
Aquella noche, o bueno, madrugada, tenía una misión: hablarle. Me era una tarea realmente complicada, es decir, no soy alguien tan sociable, pero la forma en que ella se reía junto a los demás me daba seguridad de que podría interesarse en mí, quizás.
Ella fue al baño y me acerqué al rincón en el que usualmente estaba apoyada; al regresar, me observó, ciertamente temeroso y algo nervioso. ¿Eres amigo de Fabri, verdad? Me preguntó. ¿Eres también de la U? Respondí mirándola a los ojos. Aquella noche fue fantástica, si pudiera tan solo describirla de alguna forma; para resumir las cosas, perdí el miedo y le hablé con total seguridad, era constante reirnos y contar muchas cosas nuestras, pasaron horas y horas y no nos aburríamos, descubrí que se llamaba... ¿Elena?, o ¿Fiorela?... No lo sé, solo recuerdo que su apellido empezaba con W; tenía 20 años, al igual que yo, estudiaba en una prestigiosa universidad privada y vivía en Surco. No quiero ahondar en detalles, pero después de hablar poe horas, nos besamos cuando el alcohol había irrumpido ya en nuestros cuerpos, haciéndonos parcialmente inconscientes del momento.
De aquella reunión recuerdo algo, me fuí a las 6 y al volver le escribí, que la había pasado bien, le dije; que quería volver a verla si era posible.
Ella era tan rara... No era puntual para contestarme, y yo tan desesperado, que solo pensaba día y noche en ver esas pestañas grandes y esa sonrisa traviesa.
Aceptó salir después de dos semanas, la recogí de su universidad y pasamos a comer algo. En aquel lugar, se notaban que sus insinuaciones conmigo eran otras. Me convenció de ir a un parque cercano a seguir conversando y ahí volvimos a besarnos, y romper aquella tensión que seguía habiendo entre nosotros. El beso en cuestión duró más de lo que pensé, y es que lo hacía tan apasionadamente, ya que sentía como su lengua pasaba y repasaba la mía, tal como un video porno asiático. ¿Te gusta hacer eso, verdad? Le pregunté, con carcajadas, en un pequeño descanso que dimos. Volvímos a besarnos tan lacivamente, pero empezó a tocar mi pene, obviamente enhiesto. En otro descanso, me dijo que quería ir a un lugar más privado y yo obviamente accedí. Agarrados de las manos y brotando una temperatura alta de nuestros cuerpos fuímos a un hotel cercano; ni bien entramos a la habitación nos desnudamos y empezámos con el ácto: la calenté chupándole las tetas, lamiéndo y mordiendo delicadamente sus pezones, para luego bajar a oler y chupar como una naranja su depilada vagina, ella, mientras lo hacía, agarraba mis cabellos y soltaba gemidos, que solo me daban mas ganas de convertirme en una bestia aquella noche. Después de satisfacerla, le tocó a ella, empezó a domar mi pene con su boca. Se veía que tenía experiencia en ello, lo demostró y no hacía falta haber tenido sexo antes... Diganmelo a mí,alguien que estaba teniendo su primera vez y que aprendió todo del porno.
Después de venirme en su boca ante tal felación, descansamos un par de minutos y se puso en cuatro, mostrando su redondo y blanco culo, empezó a moverlo, como si necesitara de mi pene y su vida pendiera de ello. No pensé en metersela y pasar así más de dos horas, viniéndome y disfrutándola.
Al acabar, se bañó y se fue primero que yo, la iban a recojer. Vi como un llamativo auto del año con lunas polarizadas se la llevaba cerca al parque en donde estuvimos, yo estuve viendo de lejos y al parecer el conductor no me vió. Me dijo que era su papá, pero, ¿por qué me dijo que no me acercara a ella y que tratara que no me viera?
Continuaré la historia pronto.
La conocí mediante un amigo de la universidad, en una reunión por un amigo que teníamos en común. No verla era tarea difícil, dado que sus características físicas eran de alguna forma inevitablemente atrayentes para mis estándares: contextura delgada, tes clara, una sonrisa picara y coqueta, cabello corto, sonrisa penetrante y ojos café claro. Bueno, quizás me estoy pasando de romántico, así qur voy a lo que les interesa: estatura de aproximadamente 1.65 y al menos en aquel momento, sus prendas cubrían su cautivador cuerpo, que pedirían de mí constantemente en un después.
Aquella noche, o bueno, madrugada, tenía una misión: hablarle. Me era una tarea realmente complicada, es decir, no soy alguien tan sociable, pero la forma en que ella se reía junto a los demás me daba seguridad de que podría interesarse en mí, quizás.
Ella fue al baño y me acerqué al rincón en el que usualmente estaba apoyada; al regresar, me observó, ciertamente temeroso y algo nervioso. ¿Eres amigo de Fabri, verdad? Me preguntó. ¿Eres también de la U? Respondí mirándola a los ojos. Aquella noche fue fantástica, si pudiera tan solo describirla de alguna forma; para resumir las cosas, perdí el miedo y le hablé con total seguridad, era constante reirnos y contar muchas cosas nuestras, pasaron horas y horas y no nos aburríamos, descubrí que se llamaba... ¿Elena?, o ¿Fiorela?... No lo sé, solo recuerdo que su apellido empezaba con W; tenía 20 años, al igual que yo, estudiaba en una prestigiosa universidad privada y vivía en Surco. No quiero ahondar en detalles, pero después de hablar poe horas, nos besamos cuando el alcohol había irrumpido ya en nuestros cuerpos, haciéndonos parcialmente inconscientes del momento.
De aquella reunión recuerdo algo, me fuí a las 6 y al volver le escribí, que la había pasado bien, le dije; que quería volver a verla si era posible.
Ella era tan rara... No era puntual para contestarme, y yo tan desesperado, que solo pensaba día y noche en ver esas pestañas grandes y esa sonrisa traviesa.
Aceptó salir después de dos semanas, la recogí de su universidad y pasamos a comer algo. En aquel lugar, se notaban que sus insinuaciones conmigo eran otras. Me convenció de ir a un parque cercano a seguir conversando y ahí volvimos a besarnos, y romper aquella tensión que seguía habiendo entre nosotros. El beso en cuestión duró más de lo que pensé, y es que lo hacía tan apasionadamente, ya que sentía como su lengua pasaba y repasaba la mía, tal como un video porno asiático. ¿Te gusta hacer eso, verdad? Le pregunté, con carcajadas, en un pequeño descanso que dimos. Volvímos a besarnos tan lacivamente, pero empezó a tocar mi pene, obviamente enhiesto. En otro descanso, me dijo que quería ir a un lugar más privado y yo obviamente accedí. Agarrados de las manos y brotando una temperatura alta de nuestros cuerpos fuímos a un hotel cercano; ni bien entramos a la habitación nos desnudamos y empezámos con el ácto: la calenté chupándole las tetas, lamiéndo y mordiendo delicadamente sus pezones, para luego bajar a oler y chupar como una naranja su depilada vagina, ella, mientras lo hacía, agarraba mis cabellos y soltaba gemidos, que solo me daban mas ganas de convertirme en una bestia aquella noche. Después de satisfacerla, le tocó a ella, empezó a domar mi pene con su boca. Se veía que tenía experiencia en ello, lo demostró y no hacía falta haber tenido sexo antes... Diganmelo a mí,alguien que estaba teniendo su primera vez y que aprendió todo del porno.
Después de venirme en su boca ante tal felación, descansamos un par de minutos y se puso en cuatro, mostrando su redondo y blanco culo, empezó a moverlo, como si necesitara de mi pene y su vida pendiera de ello. No pensé en metersela y pasar así más de dos horas, viniéndome y disfrutándola.
Al acabar, se bañó y se fue primero que yo, la iban a recojer. Vi como un llamativo auto del año con lunas polarizadas se la llevaba cerca al parque en donde estuvimos, yo estuve viendo de lejos y al parecer el conductor no me vió. Me dijo que era su papá, pero, ¿por qué me dijo que no me acercara a ella y que tratara que no me viera?
Continuaré la historia pronto.