Pier10
Capitan
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Dos tíos se fuerón a Miami para intentar darle un giro a su vida. Al enterarme de su coraje y por impulso les llame diciendoles si podría ir, al final era mejor tener tres y no dos fuentes de ingreso. Tres semanas después estaba en un avión pensando en que como sería mi nueva vida. El barrio donde ellos habían conseguido un cuarto era pobre, multicultural y con diversas personas que hablaban Castellano. La habitación quedaba en el quinto piso de una pequeña casa. No era tan pequeño como inmagine, por lo menos tenía baño y una sala que por las tardes se transformaba en cocina y por las noches en mi cuarto. Dias después encontre un trabajo de entregador de pizzas. Tres semanas se pasarón y mi cuerpo sentía el dolor de estar doce horas por dia montando bicicleta con una caja termica en la espalda. Pensaba en declinar y buscar algo mejor, pero todo cambió cuando mi vecina pidió una pizza casí al final de una noche. Ella vivía al lado de mi edfifício, en una casa de tres pisos. Sería la última entrega de ese dia. Estaba muy cansado y con la espalda adolorida. Toque el timbre y salió una rubia, que parecía hippie, me dijo algunas cosas que no entendí. Sólo atiné a decir: "Cristiane", que era el nombre de la persona a quien tenía que entregar la pizza. Ella se río y alzó tres dedos y dijo third floor. Luego apunto a unas escaleras. El olor a marihuana y a antiguedad era intenso. Toque la puerta y me abrió una negra espectacular, de caderas abundantes, piernas tonificadas, labios carnosos y pechos voluptuosos. Ella hablaba en portugues y parecía que estaba acompañada. Me pagó y con una sonrisa me dijo: Obrigado.
Su mirada intensa, su sonrisa enceguecedora y su escultural cuerpo despojarón todos los dolores que sentía y me dejarón pisando nubes.
Pasó una semana de la entrega y en ese tiempo le dedique várias masturbaciones. No podía olvidarla, quería que pida mas pizzas. Subí a la cobertura para tomar algo de sol y hacer un poco de ejercício y me percaté que el cuarto de ella estaba rodeado de vidrios que no parecían ventanas y que talvez con el crepúsculo algo podría ver.
Continuará...
Su mirada intensa, su sonrisa enceguecedora y su escultural cuerpo despojarón todos los dolores que sentía y me dejarón pisando nubes.
Pasó una semana de la entrega y en ese tiempo le dedique várias masturbaciones. No podía olvidarla, quería que pida mas pizzas. Subí a la cobertura para tomar algo de sol y hacer un poco de ejercício y me percaté que el cuarto de ella estaba rodeado de vidrios que no parecían ventanas y que talvez con el crepúsculo algo podría ver.
Continuará...