Me encantaría volver a esos años 90s, misio, con la justa tenía para una popular, mi amor por la crema fue inmenso, dejé de ver chicas, de salir y solo juntar pa la entrada. Entre los 12 y 16 años ( curiosamente casi toda la secundaria), mi válvula de escape era ir a los estadios y cuando no había, segundilla. Iba con mis amigos que ya no los veo y espero estén vivos y dentro de todo vivan decentemente. Se lo extraña. Creo que cuando tus aspiraciones son tan realistas, lo disfrutas mas. Cuando cuesta, se goza mas. Ahora subió todo y el espectáculo es mínimo, la violencia se multiplicó y salvo este año que si merece la crema que uno vuelva al estadio, normalmente son equipos malos, por algo son casi 10 años que no se levanta la copa. Algún día espero llevar a mi hijo, los dos vestidos con la indumentaria. Hasta nostalgia tengo de aquellos programas deportivos que hablaban del equipo de Odriozola ( QEPD Leo Rojas, periodista tenía su especio Y Dale U en Radio Unión o Radio San Isidro, buenas épocas). Y por último llevaba mis estadísticas de todo el torneo, hasta de los equipos pequeños de esos añartus, tipo AELU, San Agustín ( chico pero campeonó), Inter de San Borja, Yurimaguas, Sipesa, Octavio Espinoza de Ica, entre otros, daban guerra, buen juego y daba alegría saber de ellos. Lo malo de esos años fue que en CL y otros torneos internacionales nos pepeaban todos. Salvo las grandes campañas de SC ( 1993, 1995, 1997), el resto de años fue una lágrima.
Amaré a la U hasta morir pero me volví mas crítico, mas imparcial y menos festivo. Veo solo los partidos, mi viejita en la sala y yo en su cuarto. Mis patas a veces me dicen para verlo juntos pero no disfruto igual, pa colmo cuando eso sucede, casi siempre pierde, lo mismo sucede con la bicolor. Nunca me pongo la camiseta cuando toca partido porque da mala suerte. En fin, la memoria habla, la pelota se le extraña ( ir a jugar al Campo de Marte, Matamula, afuera del Estadio Nacional, cuando se podía) y cualquier cancha de los 90s que se podía. Uno corrió tas el balón, luego los vio en vivo y en directo, después pasé a ser planta baja para un par de programas deportivos y hoy solo queda escucharlos o verlos cuando los pasan. El cariño por el fútbol queda, solo que lo de ayer era mas amoroso, hoy pasa por tradición, costumbre y buscar un nuevo horizonte, un respaldo, un cariño y dejarse llevar sin apasionarse tanto. La razón debe imponerse para no ser un hincha mas sin argumentos ni juzgamientos. Y Dale U.