Comentario tomado de la pagina COMANDOSVR..............
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El comando va caminando pal gallinero
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Se dijo, se habló y se recontra juró que la hinchada de Alianza llegaría en buses, camiones, portatropas, combis, custer, trolebuses etcétera. Pero no fue así. Llegamos caminando en un mar de gente. En una procesión de octubre adelantada para septiembre. Esas columnas de camisetas azules y blancas, eran la cachetada a esos que pensaban que tres camiones y dos micros iban a trasladar al pueblo blanquiazul desde su Templo hasta Ate. Ese número de movilidades, está bien para ellos que siempre abandonan, pero no para la hinchada de Alianza Lima, que siempre está en las buenas
y en las malas mucho más. [/FONT]
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Y ya lo ven somos locales otra vez
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A pesar de entrar tarde a la tribuna y de estar divididos, nos apoderamos de todo el recinto llamado monumental a punta de garganta y corazón. A punta de creer siempre y no abandonar. A punta de llenar la popular sur, palcos y parte de occidente (oriente no fue habilitada para hinchas aliancistas) y es que hasta ahora no entienden que localía no pasa por ser dueño de fecha o del estadio. Pasa por cómo haces sentir tu presencia, pasa por cómo empujas a tu equipo, pasa por cómo haces de un partido de fútbol una verdadera fiesta. Más allá de los papelitos y bengalitas que duran unos minutos, la cosa pasa por cómo haces ver y oír a tu rival, que son noventa minutos de entrega tanto arriba en la tribuna, como abajo en la cancha. [/FONT]
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Vamo Alianza, ponga huevo y vaya al frente
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Y el cántico nuestro hacía sentir su voz hasta los cerros de Puruchuco, haciendo rodar piedras por sus laderas, haciendo temblar esas borrosa U pintada allá arriba; sí, pintada como esa tribuna norte que teníamos al frente y que se fue borrando de a pocos. Por tal razón cada camiseta blanquiazul respiraba sonido de bombo, transpiraba redoble de tambor, y ponía el cantó del corazón en cada jugada, en cada embate, en cada llegada. De a pocos, hilvanando juego sin desesperación, resistiendo las arremetidas de los cremas que deseaban llevarse el triunfo, en el estadio que por años anhelaban, sea el escenario de un clásico. Y allí estaba su oportunidad. Pero no supieron aprovechar sus cuarenta y cinco minutos de fama, su verano de la juventud. Más aún cuando uno de ellos, Rabanal, se dejó expulsar por agredir sin balón y razón alguna al juvenil Corzo, que de tan juego ya maduro, es titular indiscutible. [/FONT]
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Hoy te he venido a ver, pongan huevo, no podemos perder
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Claro que no podíamos perder. La segunda mitad se inició con un Alianza más ofensivo, que salió a buscar el triunfo, a sabiendas que la ventaja de tener un jugador más, era un boleto para llegar al arco rival. ¿Pero que pasó? Un solo error entre Arakaki y Libman, posibilitó un penal de este último contra Candelo. Aún así, después del gol y la celebración de Candelo besando la camiseta que defiende, delante del Comando Svr, hizo que la voz se alzara con esa fe de siempre para que supiera el colombiano crema que un gol no es nada, que aún faltaba tiempo y que tanta masa, tanto pueblo, no se había movilizado desde tan lejos para perder. Por eso la voz empujó a los íntimos, en ir a buscar el arco, ordenados pero con fuerza. Mientras que la banca rival se preocupaba en meter jugadores para tirarse atrás y defender ese único tanto que no es sinónimo de triunfo hasta el minuto final. Por eso en medio del aplauso crema despidiendo a su jugador Reyner Torres, sale el centro de Jeikson Reyes para que Gonzáles Vigil se eleve por sobre los aplausos y los apague con el grito de gol que nos arrancó a todos los aliancistas. [/FONT]
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Vamos, vamos grones, vamos a ganar una vez más, que hoy tenemos que ganar
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Y no paso ni un minuto y ni siquiera se terminaba de bajar el mantón gigante que habíamos llevado para cubrir de azul y blanco ese estadio, cuando Quinteros se la pone a Aguirre para que defina de abajo hacia arriba y voltee el partido. Un minuto, en sólo un minuto las sonrisas cambiaron, parafraseando a Víctor Jara podíamos decir que la vida es eterna en sólo un minuto. Del minuto veintidós en que metieron su gol al minuto treinta en que les volteamos el partido, ya nada fue igual. En el Monumental mandaba un solo equipo, mandaba una sola hinchada y se escuchaba una sola voz. Los oles, el baile. Los otros se quedaron mudos de tanto festejar antes de tiempo. Su fiesta les duró poco, porque gastaron los aplausos en despedir a Torres, sin pensar en que los aplausos del festejo se reservan para el minuto final. Por eso cuando el arbitro decretó el fin de la jornada, nosotros dimos rienda suelta al festejo después de haber dejado la garganta los huevos y el corazón por el triunfo. [/FONT]
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Jamás, jamás, jamás serán locales
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Como dijimos, no es cosa de ser dueño de fecha o del estadio. Hay que saber serlo. Tan poco acostumbrados están ellos a eso que cometieron el error, para satisfacción del Comando Svr, de hacer salir a la supuesta hinchada local y dejar media hora en la tribuna a la supuesta hinchada visitante, para dar rienda suelta a su festejo. Eso no sucede en ningún lugar del mundo. Pero bueno, allí nos quedamos, saltando, cantando, jodiendo, gozando. Ante la mirada de unos cuantos de la barra rival que se habían quedado para descolgar sus telas. Todo gracias a los organizadores del partido. Por todo esto, podemos darle la razón a George Orwell que en su novela 1984 hablaba de una, Neolengua, la cual consistía en que por el condicionamiento, los significados de palabras opuestas resultaran siendo lo mismo: negro/blanco, frio/calor, amor/odio
Entonces, para nosotros, y hablando en neolengua orweliana, local/visitante es prácticamente la misma cosa. [/FONT]
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¡ARRIBA ALIANZA TODA LA VIDA! [/FONT]
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Dedico esta crónica a mi hermano Juan Luís (el piurano) a su esposa y a su bebe que nació ayer domingo. Dicen que los niños nacen con un pan bajo el brazo. Piuranex tu niña nació con un triunfo bajo el brazo
¡Papa por siempre
papa en serio! [/FONT]
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