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General
Hace unos meses coloqué un post pidiéndole a los cofrades su opinión sobre una situación que estaba viviendo: mi suegra se me regalaba en bandeja de plata, la mayoría de quienes contestaron me aconsejaron que no lo hiciera, que no me metiera en problemas que eso podía terminar mal, y bueno, la verdad yo también pensaba lo mismo, pero ya saben a veces uno piensa con la wasamandrapa, en vez de con el cerebro, aquí el relato de lo que ocurrió:
Resulta que mi suegra es una mujer de 45 años (yo tengo 37 y mi mujer 23), tiene unos ojos preciosos y una carita muy linda, es delgada, no tiene un gran culo, pero sí lo tiene paradito a pesar de sus años, pero lo que destaca en ella sin ninguna duda son un soberbio par de tetas, de esas que cuando te presentan a una hembra luego no sabes ni de que color eran sus ojos, porque los tuyos están imantados a esas ubres.
Desde que la conocí, me llamó la atención y la verdad a veces la vista me ganaba, especialmente cuando iba ligera de ropas, lo cual sucedía a menudo en casa. Debo decir que vivimos en la misma casa, ella y su marido (que no es el papá de mi mujer) el cual es bastante mayor que ella, en el segundo piso y nosotros en el tercero.
Durante más de dos años nuestra relación fue la típica de un yerno y su suegra, de respeto y familiaridad por compartir la casa. hasta que una noche en una fiesta y ya pasaditos de tragos no recuerdo como empezamos a coquetearnos, esto se repitió algunas veces, pero ya cuando pasaba el trago, yo me sentía algo corto con ella, pensando que todo era sólo producto del licor.
Hace aproximadamente un par de meses el esposo de mi suegra sufrió un accidente en casa y debió quedar internado en una clínica tres días, al segundo día de su ausencia llegaron mis cuñadas y junto a mi mujer y mi suegra nos pusimos a tomar unas cervezas, a eso de la 1 aproximadamente mi mujer se fue a descansar porque se sentía un poco mal, al poco rato mis cuñadas se despidieron y se fueron, quedando sólo Mary y yo (el nombre, desde luego no es el real), terminamos las 2 o 3 cervezas que quedaban y decidimos ya irnos a descansar también, pero al ponerse ella de pie para bajar a su dormitorio, la noté bastante mareada así que le dije si necesitaba que la ayudara a bajar.
-Sí me dijo- ayúdame porque sino me voy a caer en la escalera.
Así que la tomé del brazo y empezamos a bajar juntos.
-Que suerte tener un hombre que la ayude a una, fue el comentario que hizo y que me disparó a mil.
-Pero suegra usted sabe que yo estoy aquí para ayudarla en lo que le haga falta.
-Bueno hay algo que me hace falta, dijo, pero no sé si querrás ayudarme con eso.
-Le repito, en lo que quiera.
Entonces nos detuvimos ya al final de la escalera y empezamos a besarnos, primeros fueron piquitos pequeños, que poco a poco fueron llenándose de pasión hasta convertirse en apasionados besos donde nuestras lenguas se encontraron y se unieron casi con furia.
No aguanté más y metí las manos bajo su blusa y le desabroché el brasier, finalmente tenía frente a mí esos pechos que tanto me habían obsesionado, eran una delicia, blancos, suaves, inmensos, con unas aureolas rosadas y unos pezones pequeños a pesar de haber dado de lactar a cinco hijos, me hundí en ellos, lamí, mordí, succioné, volví a mi primera infancia disfrutando de esos tremendos melones. Estaba en ello, cuando siento su mano deslizarse sobre mi pantalón y desabrochar la correa, para luego con destreza introducirse en mi bóxer y cogerme la pieza, fue un choque de electricidad, inmediatamente se soltó de mi abrazo y se colocó en cuclillas empezó dándole unos piquitos a la cabeza que ya sentía totalmente hinchada y palpitante, luego se lo fue introduciendo poco a poco hasta tenerlo todo totalmente dentro de su boca, me dio una mamada de campeonato (ya sé de donde heredó mi mujer sus habilidades de tal palo tal astilla), pero justo cuando estábamos en lo mejor, sentimos una bulla y nos detuvimos en el acto, me subí apresuradamente el pantalón y mi suegra entró a su cuarto y luego yo me dirigí al mío.
Me quedé con esa escena dándome vueltas en la cabeza por varios días, pensando cual sería el siguiente paso, hasta que un día, aproximadamente una semana después, me animé y la llamé a su celular.
-Hola Mary (ya no cabía el usted entre los dos luego de lo que pasó, al menos a solas), ¿qué haces?
-Aquí en casa, aburrida, fue la respuesta.
-¿Te gustaría tomar una gaseosa conmigo?
-Claro, donde y cuando
-Humm puede ser ahora, en tal lugar
-Perfecto, ¿te parece en una hora?
Llegó puntual, recién bañada y con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Dónde te gustaría ir?, pregunto tantendo el terreno.
-Donde tú quieras, me contesta mirándome a los ojos.
-Entonces vamos a un lugar privado y discreto.
-Me parece bien, no me gustaría que alguien nos viera por allí.
La llevé a un telo muy bonito y bien caleta, nos tomamos cuatro cervezas y finalmente dimos rienda suelta a todo lo que teníamos guardado, hicimos el amor como locos por más de dos horas. Fue una experiencia increíblemente arrechante, en el momento del climax me decía:
-Vamos dame tu leche, la quiero toda
-Te la doy, le contesté, pero sabes que no es tuya.
-Lo sé, sé que es de .., pero para mí también hay no?
-Claro que sí suegrita, para ti también hay.
Después que pasó todo, conversamos mucho sobre la situación y coincidimos que nos gustábamos mucho, pero que no podíamos permitir que eso afecte de ninguna manera a nadie más, especialmente a mi mujer, su hija. Así que quedamos que podíamos vernos esporádicamente y con mucho cuidado.
Hemos repetido el encuentro una vez más (Hoy por la tarde será la tercera) y a sido igual de excitante que la primera vez; en casa todo sigue igual, yo la llamo seño como siempre y ella se dirige a mí por mi nombre de pila.
¿Qué les parece cofrades? Me gustaría saber su opinión.
Resulta que mi suegra es una mujer de 45 años (yo tengo 37 y mi mujer 23), tiene unos ojos preciosos y una carita muy linda, es delgada, no tiene un gran culo, pero sí lo tiene paradito a pesar de sus años, pero lo que destaca en ella sin ninguna duda son un soberbio par de tetas, de esas que cuando te presentan a una hembra luego no sabes ni de que color eran sus ojos, porque los tuyos están imantados a esas ubres.
Desde que la conocí, me llamó la atención y la verdad a veces la vista me ganaba, especialmente cuando iba ligera de ropas, lo cual sucedía a menudo en casa. Debo decir que vivimos en la misma casa, ella y su marido (que no es el papá de mi mujer) el cual es bastante mayor que ella, en el segundo piso y nosotros en el tercero.
Durante más de dos años nuestra relación fue la típica de un yerno y su suegra, de respeto y familiaridad por compartir la casa. hasta que una noche en una fiesta y ya pasaditos de tragos no recuerdo como empezamos a coquetearnos, esto se repitió algunas veces, pero ya cuando pasaba el trago, yo me sentía algo corto con ella, pensando que todo era sólo producto del licor.
Hace aproximadamente un par de meses el esposo de mi suegra sufrió un accidente en casa y debió quedar internado en una clínica tres días, al segundo día de su ausencia llegaron mis cuñadas y junto a mi mujer y mi suegra nos pusimos a tomar unas cervezas, a eso de la 1 aproximadamente mi mujer se fue a descansar porque se sentía un poco mal, al poco rato mis cuñadas se despidieron y se fueron, quedando sólo Mary y yo (el nombre, desde luego no es el real), terminamos las 2 o 3 cervezas que quedaban y decidimos ya irnos a descansar también, pero al ponerse ella de pie para bajar a su dormitorio, la noté bastante mareada así que le dije si necesitaba que la ayudara a bajar.
-Sí me dijo- ayúdame porque sino me voy a caer en la escalera.
Así que la tomé del brazo y empezamos a bajar juntos.
-Que suerte tener un hombre que la ayude a una, fue el comentario que hizo y que me disparó a mil.
-Pero suegra usted sabe que yo estoy aquí para ayudarla en lo que le haga falta.
-Bueno hay algo que me hace falta, dijo, pero no sé si querrás ayudarme con eso.
-Le repito, en lo que quiera.
Entonces nos detuvimos ya al final de la escalera y empezamos a besarnos, primeros fueron piquitos pequeños, que poco a poco fueron llenándose de pasión hasta convertirse en apasionados besos donde nuestras lenguas se encontraron y se unieron casi con furia.
No aguanté más y metí las manos bajo su blusa y le desabroché el brasier, finalmente tenía frente a mí esos pechos que tanto me habían obsesionado, eran una delicia, blancos, suaves, inmensos, con unas aureolas rosadas y unos pezones pequeños a pesar de haber dado de lactar a cinco hijos, me hundí en ellos, lamí, mordí, succioné, volví a mi primera infancia disfrutando de esos tremendos melones. Estaba en ello, cuando siento su mano deslizarse sobre mi pantalón y desabrochar la correa, para luego con destreza introducirse en mi bóxer y cogerme la pieza, fue un choque de electricidad, inmediatamente se soltó de mi abrazo y se colocó en cuclillas empezó dándole unos piquitos a la cabeza que ya sentía totalmente hinchada y palpitante, luego se lo fue introduciendo poco a poco hasta tenerlo todo totalmente dentro de su boca, me dio una mamada de campeonato (ya sé de donde heredó mi mujer sus habilidades de tal palo tal astilla), pero justo cuando estábamos en lo mejor, sentimos una bulla y nos detuvimos en el acto, me subí apresuradamente el pantalón y mi suegra entró a su cuarto y luego yo me dirigí al mío.
Me quedé con esa escena dándome vueltas en la cabeza por varios días, pensando cual sería el siguiente paso, hasta que un día, aproximadamente una semana después, me animé y la llamé a su celular.
-Hola Mary (ya no cabía el usted entre los dos luego de lo que pasó, al menos a solas), ¿qué haces?
-Aquí en casa, aburrida, fue la respuesta.
-¿Te gustaría tomar una gaseosa conmigo?
-Claro, donde y cuando
-Humm puede ser ahora, en tal lugar
-Perfecto, ¿te parece en una hora?
Llegó puntual, recién bañada y con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Dónde te gustaría ir?, pregunto tantendo el terreno.
-Donde tú quieras, me contesta mirándome a los ojos.
-Entonces vamos a un lugar privado y discreto.
-Me parece bien, no me gustaría que alguien nos viera por allí.
La llevé a un telo muy bonito y bien caleta, nos tomamos cuatro cervezas y finalmente dimos rienda suelta a todo lo que teníamos guardado, hicimos el amor como locos por más de dos horas. Fue una experiencia increíblemente arrechante, en el momento del climax me decía:
-Vamos dame tu leche, la quiero toda
-Te la doy, le contesté, pero sabes que no es tuya.
-Lo sé, sé que es de .., pero para mí también hay no?
-Claro que sí suegrita, para ti también hay.
Después que pasó todo, conversamos mucho sobre la situación y coincidimos que nos gustábamos mucho, pero que no podíamos permitir que eso afecte de ninguna manera a nadie más, especialmente a mi mujer, su hija. Así que quedamos que podíamos vernos esporádicamente y con mucho cuidado.
Hemos repetido el encuentro una vez más (Hoy por la tarde será la tercera) y a sido igual de excitante que la primera vez; en casa todo sigue igual, yo la llamo seño como siempre y ella se dirige a mí por mi nombre de pila.
¿Qué les parece cofrades? Me gustaría saber su opinión.
