drais
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Con la habitual inmediatez que caracteriza a muchos, nuevamente se abre un ciclo de comparaciones equívocas e equivocadas, en base a lo que ocurre en Venezuela.
Empleando metafóricamente esa famosa expresión "caídos del palto", no seamos caídos del palto. Venezuela es una dictadura desde el fallido golpe de estado contra Chávez en abril de 2002. Los tres años anteriores, desde la elección del pajaritico, fueron el descenso lento pero inexorable al infierno.
Chávez se entronizó como dictador luego del fracaso del mencionado golpe y murió ejerciendo poderes omnímodos, hasta el punto de la nausea y el ridículo. Eso fue posible, en buena cuenta, porque eran épocas de vacas gordas, es decir, precios altos del petróleo.
A Maduro le ha tocado las vacas flacas y la ingrata tarea de continuar la dictadura en la bancarrota. Sus limitaciones personales son obvias y no da pie con bola. Ahora mismo me recuerda a los líderes de la RDA en los años cincuenta del siglo pasado, que para tapar sus errores construyeron el muro y mantenerse en el poder. Maduro no puede hacer eso. En realidad, es tan impotente que su poder depende de elementos como el apoyo del ejército y que nadie se lo dispute en el seno del PSV. No obstante, no puede tapar el sol con dedo, y mucho menos pretender que está todo bien en su país.
En cuanto a las comparaciones, toda situación es única. Con cautela piensa que dos son los posibles escenarios en las próximas semanas: su salvación al estilo RDA o su caída al estilo Caucescu, en 1989. En ambos casos, el resultado depende del juego de lealtades, que suelen ser tenues en horas críticas.
Empleando metafóricamente esa famosa expresión "caídos del palto", no seamos caídos del palto. Venezuela es una dictadura desde el fallido golpe de estado contra Chávez en abril de 2002. Los tres años anteriores, desde la elección del pajaritico, fueron el descenso lento pero inexorable al infierno.
Chávez se entronizó como dictador luego del fracaso del mencionado golpe y murió ejerciendo poderes omnímodos, hasta el punto de la nausea y el ridículo. Eso fue posible, en buena cuenta, porque eran épocas de vacas gordas, es decir, precios altos del petróleo.
A Maduro le ha tocado las vacas flacas y la ingrata tarea de continuar la dictadura en la bancarrota. Sus limitaciones personales son obvias y no da pie con bola. Ahora mismo me recuerda a los líderes de la RDA en los años cincuenta del siglo pasado, que para tapar sus errores construyeron el muro y mantenerse en el poder. Maduro no puede hacer eso. En realidad, es tan impotente que su poder depende de elementos como el apoyo del ejército y que nadie se lo dispute en el seno del PSV. No obstante, no puede tapar el sol con dedo, y mucho menos pretender que está todo bien en su país.
En cuanto a las comparaciones, toda situación es única. Con cautela piensa que dos son los posibles escenarios en las próximas semanas: su salvación al estilo RDA o su caída al estilo Caucescu, en 1989. En ambos casos, el resultado depende del juego de lealtades, que suelen ser tenues en horas críticas.