Mike Malkova
Sargento
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Ale fue la chica infravalorada el primer año de mi descubrimiento sexual durante el cole, allá por 2014. Blanquita, de cabello castaño y un cuerpo armonioso, todo bien puesto y bastante linda de carita, siempre con sus lentes. Sin embargo, a la segunda mitad del 2015 desarrollé mi fijación hacia ella y su principal atributo: su culito cachetón, blanquiñoso y redondito. Aquella vez en las mesas de comedor, a vista y paciencia de todos, se puso en cuatro mientras conversaba con amigas, con su pantalón de licra ajustadito, ofreciendo el culo en su totalidad, pero con la completa inocencia que siempre la caracterizó. Todos la miraban con deseo hasta que alguna chica pesada le avisó que se siente bien. Desde ese momento Ale entró en mi lista de chicas favoritas.
Un buen día la punteé a placer en la cafetería. Estaba repleta de gente, de pronto me saluda y viene hacia mí. Al inclinarse deja su hermosa colita al descubierto y más cerca de mí, con lo que mis deseos de penetrarla se incrementaron al máximo por lo que me dispuse a frotar mi pene erecto sobre sus nalgas. La frotaba e incluso ella volteaba a verme pero no se daba cuenta de mis intenciones. Desde entonces subió muchos escaños entre mis favoritas. Recuerdo el día en que lleva shortcito pegado y se podía ver la tira de su calzoncito turquesa. Me ponía loco, imaginaba su conchita rosadita mojada y sus nalgas rozando esa ropita interior. Me imaginaba quitándoselo, dejándola desnuda y comiéndome a Ale enterita. Aparte de desearla, siempre la consideré una amiga, cada vez que la veía le daba su buen beso en la mejilla, lamentablemente perdimos algo de comunicación durante la universidad.
Hasta que durante la pandemia empezó a publicar sus videos de bailes en instagram y le comenté algunos por privado. Fuimos hablando, bromeando y tras mucho tiempo detrás de ella, empezamos a salir y me cautivó que mantenía esa inocencia que la caracterizaba y el buen cuerpo que siempre tuvo. Así fue que me pude acercar y besarla por primera vez. Primero unos piquitos, una tomada de mano hasta que un día después de 3 meses de mucho trabajo se me hizo.
Le quito sus lentes, suelto su cabello. La beso mientras la tomo de la carita, suavecita y bonita. Me dice que vayamos despacio, que seguía siendo virgen. 20 añitos y virgen es para estos tiempos toda una hazaña.
Llevo mis manos hacia sus caderas, la aprieto hacia mí, hago que sienta mi pene y que lo desee. Mis manos se deslizan inminentemente hacia su cola y siento la redondez, la suavidad, la delicadeza de ese culito. Llega el momento de desnudarla y ver sus senos, poder tocarlos, son tan suaves! Se puede sentir la virginidad de su cuerpo, la inocencia y la vergüenza que tiene. Sin embargo, lo mejor llega al coger y observar en todo el esplendor su hermoso trasero blanquito y bonito. No puedo evitarlo, lo beso y me dan unas ganas enormes de penetrarla por el culo, pero su virginidad me lo impide. La trato suavemente, con besos y caricias, me dice que, efectivamente, es su primera vez.
Lamo su vagina, lamo su delicioso culo. Mi lengua se pasea por esa conchita rosadita y ese agujero preciado. Tal como mi lengua, quiero que mi pene esté allí, pero no pasará. Cumplo mi fantasía de siempre y la penetro vaginalmente. Mi pene entra despacio, suavemente en ella, que suelta tímidos gemidos. Está ajustadito, le remojo un poco más la conchita con saliva. Seguimos con más posiciones. Cómo ajusta y se va lubricando poco a poco conforme la perforo. La pongo en 4 y es un sueño, culito blanquito, ano y concha rosadita. No me puedo resistir a penetrarla, cada vez más fuerte mientras la tomo de las caderas. Finalmente no puedo contenerlo más y descargo mi semen sobre sus nalgas para dar por finalizado un deseo que tuve por muchos años. Le digo que quiero más, mucho más de ella, pero me dice que eso es todo por hoy, pues es su primera vez.
Un buen día la punteé a placer en la cafetería. Estaba repleta de gente, de pronto me saluda y viene hacia mí. Al inclinarse deja su hermosa colita al descubierto y más cerca de mí, con lo que mis deseos de penetrarla se incrementaron al máximo por lo que me dispuse a frotar mi pene erecto sobre sus nalgas. La frotaba e incluso ella volteaba a verme pero no se daba cuenta de mis intenciones. Desde entonces subió muchos escaños entre mis favoritas. Recuerdo el día en que lleva shortcito pegado y se podía ver la tira de su calzoncito turquesa. Me ponía loco, imaginaba su conchita rosadita mojada y sus nalgas rozando esa ropita interior. Me imaginaba quitándoselo, dejándola desnuda y comiéndome a Ale enterita. Aparte de desearla, siempre la consideré una amiga, cada vez que la veía le daba su buen beso en la mejilla, lamentablemente perdimos algo de comunicación durante la universidad.
Hasta que durante la pandemia empezó a publicar sus videos de bailes en instagram y le comenté algunos por privado. Fuimos hablando, bromeando y tras mucho tiempo detrás de ella, empezamos a salir y me cautivó que mantenía esa inocencia que la caracterizaba y el buen cuerpo que siempre tuvo. Así fue que me pude acercar y besarla por primera vez. Primero unos piquitos, una tomada de mano hasta que un día después de 3 meses de mucho trabajo se me hizo.
Le quito sus lentes, suelto su cabello. La beso mientras la tomo de la carita, suavecita y bonita. Me dice que vayamos despacio, que seguía siendo virgen. 20 añitos y virgen es para estos tiempos toda una hazaña.
Llevo mis manos hacia sus caderas, la aprieto hacia mí, hago que sienta mi pene y que lo desee. Mis manos se deslizan inminentemente hacia su cola y siento la redondez, la suavidad, la delicadeza de ese culito. Llega el momento de desnudarla y ver sus senos, poder tocarlos, son tan suaves! Se puede sentir la virginidad de su cuerpo, la inocencia y la vergüenza que tiene. Sin embargo, lo mejor llega al coger y observar en todo el esplendor su hermoso trasero blanquito y bonito. No puedo evitarlo, lo beso y me dan unas ganas enormes de penetrarla por el culo, pero su virginidad me lo impide. La trato suavemente, con besos y caricias, me dice que, efectivamente, es su primera vez.
Lamo su vagina, lamo su delicioso culo. Mi lengua se pasea por esa conchita rosadita y ese agujero preciado. Tal como mi lengua, quiero que mi pene esté allí, pero no pasará. Cumplo mi fantasía de siempre y la penetro vaginalmente. Mi pene entra despacio, suavemente en ella, que suelta tímidos gemidos. Está ajustadito, le remojo un poco más la conchita con saliva. Seguimos con más posiciones. Cómo ajusta y se va lubricando poco a poco conforme la perforo. La pongo en 4 y es un sueño, culito blanquito, ano y concha rosadita. No me puedo resistir a penetrarla, cada vez más fuerte mientras la tomo de las caderas. Finalmente no puedo contenerlo más y descargo mi semen sobre sus nalgas para dar por finalizado un deseo que tuve por muchos años. Le digo que quiero más, mucho más de ella, pero me dice que eso es todo por hoy, pues es su primera vez.
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