gnussi98
Soldado
Tenía poco tiempo en Lima. Iba a empezar la universidad y a la vez también empezar a hacerme cargo del cuidado y mantenimiento de un par de casas de mi padre. El trato era justo, mi padre pagaba mis estudios y me daba un pequeño apartamento en la azotea de una de las casas. Veía a Lima enorme y sin sentido, la ciudad me generaba un poco de ansiedad y temor. Vengo de un pueblo pequeño al interior de Arequipa. Sólo viví en la misma Arequipa durante mi último año de la secundaria, estuve un par de años más en Arequipa y me enviaron a Lima. Es aquí donde empieza esta historia.
Un apartamento había quedado vacío, y como de costumbre había puesto un aviso, habían llegado algunas parejas interesados en el lugar, sin embargo no me convencían del todo, no tenían „pinta de solvencia“ como decía mi padre. Cierto día recibo una llamada y converso con un tipo, me comentaba que buscaba el departamento para él y su esposa. Hicimos una cita y llegó el día pactado. El tipo estaba en mediados de cuarenta, con aspecto solvente y un rostro amable, venía acompañado con su esposa, ella llevaba tacos altos y eso le hacía ver más alta, debía medir 1,65 o algo así. Me impresionó sus caderas, a pesar de llevar un pantalón holgado, parecía tener una figura espectacular. Mi contacto con mujeres apenas se habían dado en mi tierra y apenas con una o dos chicas de las universidad. Una chica de esas „dimensiones“ las había visto cuando iba al centro comercial cerca de casa o en la facultad de letras de mi universidad, era bastante llamativa, tenía el cabello castaño y lacio, su rostro era de alguien de mediados de veinte, sonreía naturalmente, casi ni presté atención a las primeras palabras del esposo, ya que me quedé un poco embobado al verla.
Conversamos sobre el pago, él me preguntó sobre el tipo de personas que vivían en los otros apartamentos, le comenté que la primera planta eran oficinas y en la segunda planta vivían tres familias en total, todos ellos con niños, el tercer piso era una especie de almacen para los de la oficina del primer piso y en el cuarto piso sólo había un pequeño apartamento, allí vivía yo solo. „Es practicamente una casa familiar“, le comenté. Me comentó que él viajaba mucho, a veces venía una señora a ayudar a su esposa con los quehaceres del hogar y con el niño. Le propuse preparar el contrato y podía venir luego a firmarlo, ya había visto el estado del apartamento y les había agradado. Le solicité su DNI para poder hacer el contrato y ella preguntó, „¿también el mío?“, no dije nada, ella sacó su DNI y le di una mirada rápida, „voy apuntar sólo sus datos“ les dije. Se llamaba Janet, nos despedimos cordialmente y me aseguraron que iban a regresar en la noche para firmar el contrato y entregarles las llaves. Apenas salieron por la puerta y entré corriendo a la computadora, en aquel tiempo el facebook era poco conocido, pero el hi5 era la sensación del momento. Después de un par de búsquedas, pude encontrar su contacto, no me había equivocado, tenía un cuerpo espectacular, un cuerpo trabajado, quizá por el ejercicio, piernas largas y en especial esas caderas que provocaban sólo lujuria, probablemente era difícil hacer algo con una mujer así, pero al menos quedaba el morbo de ver esas caderas y esa meneada de culo de vez en cuando.
Llegaron un sábado por la mañana, apenas me estaba levantando y pude observar por mi ventana que daba la calle que llegaban en un camión de mudanza. Janet tenía puesto un licra y un top pequeño, me mordía los labios de verla de esa forma, bajé corriendo y me ofrecí a ayudar con una gran sonrisa, el esposo me lo agradeció y empezamos a subir todo. Cada vez que podía aprovechaba algún espacio para rozarla, era un espectáculo viendóla con ese ligra de algodón y ese top, sus caderas eran un espectáculo aparte. Terminamos y el esposo quiso invitarme a tomar desayuno, me negué respetuasamente, „no se preocupe, cortesía de la casa“, le dije, me lo agradeció varias veces, Janet también me lo agradeció y se despidió de mi con un beso en la mejilla, creo que la intención de ayudarlos era mínima, comparada con mis ganas de querer ver esas caderas de cerca y de darle uno que otro roce. Si el infierno existe, creo que tiene un espacio reservado para personas como yo.
Los días pasaron, a veces nos cruzábamos e intercambiamos algunas ideas, me preguntaba por la universidad y esas cosas, tenía un poco temor de tutearla, al fin y al cabo era una señora. Sin embargo, al segundo o tercer encuentro me dijo que la tuteara, al esposo casi no la veía. A veces lo veía llegar en un auto, pero veía que sólo se llevaba al niño o lo traía de vuelta.
Había terminado, con dificultad, el primer semestre de la universidad, a veces cachueleaba para ganarme un poco de dinero, mi padre sólo me había autorizado gastar el alquiler de un pequeño apartamento para pagar la pensión de la universidad y un poco de dinero para mis pasajes y mi comida. Un par de amigos del colegio se habían quedado en mi pueblo natal y el resto había migrado a la ciudad, sólo dos o tres habíamos migrado a Lima, pero no tenía contacto con ellos. Mi círculo social se basaba en un par de compañeros de la universidad y mis plantas de la azotea que cuidaba con dedicación. Un día la encontré en la tarde, estaba sola, me dijo que venía del gym, me preguntó si podía ayudarla con su TV nueva, no podía ver los canales del cable y tampoco sabía instalar el reproductor del DVD. Le dije que al día siguiente iba a ir para ayudarla, así quedamos y según lo pactado, llegué puntual. Estaba con ropa ancha, no podía apreciar a gusto esas caderas que se habían vuelto parte de mis pajas nocturnas. Estaba sola en el apartamento, la señora que la ayudaba, había salido con su hijo al parque. Janet no era muy brillante, lo que resultaba en una conversación poco profunda pero, bastante divertida y amena. Siempre sonreía, su sonrisa era sincera, yo soñaba con probar sus labios que estaban siempre perfectamente delineados. Jugué un rato con el control de su TV, recién salían los televisores de pantalla plana de esa gama, sabía donde estaba el problema, pero quise alargar la visita y le dije que quizá tenía que cambiar el terminal del cable, ella conversaba y me hacía preguntas sobre mi, la casa, mis padres, etc, cuando estaba a punto de terminar con su encargo, llegaron su hijo, Gonzalo, y la nana. Gonzalo me invitó a jugar, acepté con gusto, ella se avergonzó un poco, pero le dije que me gustaban los juguetes y además nunca había tenido un hermano con quien jugar. Jugué un rato y luego me despedí. Janet quería pagarme por la ayuda con la TV, pero me negué, „no te preocupes, cortesía de la casa“, le dije, ambos nos reímos.
Pasaron algunas semanas, mis clases habían empezado nuevamente, mi tiempo pasaba en las clases de la universidad, del inglés y uno que otro cachuelo, los fines de semana estudiaba un poco y hacía mis trabajos, algunas veces salía a pasear largamente con la bicicleta o me iba al centro comercial cercano a entretener la vista. Mi tía a veces me enviaba encomienda desde mi pueblo, queso, alguna menestra, pan, fruta o algún dulce, a veces era demasaido para mi. Una noche, Janet tocó mi puerta, me dijo que había un problema con la llave de su ducha, le indiqué que tenía que salir en ese momento, pero al dia siguiente temprano iba a ver lo de la llave del baño. Aproveché que estaba ahí y le conté lo de las encomiendas de mi tía, le dije que me gustaría compartirlo con ella, „los productos de mi tierra son bien ricos, en serio“, le conté, Janet me lo agradeció y se fue.Esa noche me encontré con un amigo de la infancia, apenas terminó el colegio, su papá lo envío a la ciudad a hacer una carrera técnica corta, había conseguido trabajo en una mina y a veces venía a Lima a visitar a su mamá. Le conté sobre Janet y mis deseos meramente carnales con ella. „estás arrecho, huevón!“, me dijo. „invítala a salir“, me aconsejó. No sabía como hacerlo, casi no tenía experiencia con mujeres, sólo había cachado una vez, cuando terminé el colegio, con una compañera de la escuela, pero no fue nada extraordinario. „Vamos al chongo, yo te invito“, me dijo, cagándose de risa. Acepté la invitación, escogí una chica con cabello castaño, mientras me la cachaba, me imaginaba cahándome a Janet. Después del chongo nos fuimos a comer algo y tomar unas cervezas, le confesé que no sabía como invitar a salir a Janet, no tenía experiencia, Lima me atemorizaba y encima no tenía mucho dinero para gastar en una salida con una mujer como ella. „Usa la creatividad, pe huevón“, me increpó.
Al dia siguiente bajé al apartamento de Jane con un par de herramientas a ver que pasaba. Era sólo un pequeño ajuste y cambiar una pequeña válvula, no demoraba ni cinco minutos, en un lado del baño había un pequeño tendedero, Janet había colgado ahí sus calzones, veía sus tangas blancas, negras, rosas, era un espectáculo para mi, nuevamente tenía la pinga totalmente erecta, quería robarme al menos una y castigarme a pajazos. Nuevamente hice el ademán para demorarme más de la cuenta, Gonzalo entraba a cada rato y me hacía mil preguntas, cuando terminé, de reparar la llave, le dije que no había sido nada serio. Janet me volvió a agradecer, „disculpa que siempre te reciba en estas fachas“, me dijo riéndose, „no te preocupes, está es tu casa“, le dije.
"¿Qué vas a hacer más tarde?“, me preguntó. „Voy a hacer carapulcra, me sale muy bien“, agregó. Gonzalo repitió: „mi mamá es la mejor cocinera de Carapulcra del mundo“, yo sólo atine a sonreír y acepté la invitación.
Bajé a la hora acordada, Janet llevaba una blusa blanca que transparentaba el sostén, tenía puesto un jean algo ajustado y sus caderas nuevamente provocaban el éxtasis dentro de mi. „Ya casi termino“, se excusó, „por cierto, ¿sabes algo de computadoras? quiero instalar un juego para Gonzalo pero no se como hacerlo“. Mientras le instalaba el juego, jugaba con él y sus juguetes. Janet terminaba de cocinar y conversábamos amenamente. Durante el amuerzo, Janet me contaba que le gustaba bailar salsa, su marido tenía un par de discotecas y un casino, ella había entrado a trabajar como anfitriona de un casino y ahí conocieron. Él había construido una casa en el terreno de su madre y había vivido un tiempo ahí, pero ella tenía muchos problemas con su suegra y el marido era muy pegado a la mamá, me contaba. Me preguntó si tenía planes al día siguiente, le dije que iba a ir al centro comercial, a veces había conciertos gratuitos. „Si tienen tiempo pueden ir“, le dije. Me dijo que iba a ver, al dia siguiente el papá de Gonzalo lo iba a venir a recoger y no sabía exactamente a que hora. „Si voy, iría sola sin Gonzalo“, me dijo. En ese momento como diría mi amigo „se me presentó la virgencita“. „Normal“ le dije. „No te prometo nada“, agregó, „pero si voy, estaré allá entre las 6 y las 7“. Esa noche ni pude dormir bien, pensando en todas las probabilidades que podría tener con Janet, no estaba seguro si en verdad me veía como un amigo, cómo a un chibolo o si también sentía algo por mi.
Un apartamento había quedado vacío, y como de costumbre había puesto un aviso, habían llegado algunas parejas interesados en el lugar, sin embargo no me convencían del todo, no tenían „pinta de solvencia“ como decía mi padre. Cierto día recibo una llamada y converso con un tipo, me comentaba que buscaba el departamento para él y su esposa. Hicimos una cita y llegó el día pactado. El tipo estaba en mediados de cuarenta, con aspecto solvente y un rostro amable, venía acompañado con su esposa, ella llevaba tacos altos y eso le hacía ver más alta, debía medir 1,65 o algo así. Me impresionó sus caderas, a pesar de llevar un pantalón holgado, parecía tener una figura espectacular. Mi contacto con mujeres apenas se habían dado en mi tierra y apenas con una o dos chicas de las universidad. Una chica de esas „dimensiones“ las había visto cuando iba al centro comercial cerca de casa o en la facultad de letras de mi universidad, era bastante llamativa, tenía el cabello castaño y lacio, su rostro era de alguien de mediados de veinte, sonreía naturalmente, casi ni presté atención a las primeras palabras del esposo, ya que me quedé un poco embobado al verla.
Conversamos sobre el pago, él me preguntó sobre el tipo de personas que vivían en los otros apartamentos, le comenté que la primera planta eran oficinas y en la segunda planta vivían tres familias en total, todos ellos con niños, el tercer piso era una especie de almacen para los de la oficina del primer piso y en el cuarto piso sólo había un pequeño apartamento, allí vivía yo solo. „Es practicamente una casa familiar“, le comenté. Me comentó que él viajaba mucho, a veces venía una señora a ayudar a su esposa con los quehaceres del hogar y con el niño. Le propuse preparar el contrato y podía venir luego a firmarlo, ya había visto el estado del apartamento y les había agradado. Le solicité su DNI para poder hacer el contrato y ella preguntó, „¿también el mío?“, no dije nada, ella sacó su DNI y le di una mirada rápida, „voy apuntar sólo sus datos“ les dije. Se llamaba Janet, nos despedimos cordialmente y me aseguraron que iban a regresar en la noche para firmar el contrato y entregarles las llaves. Apenas salieron por la puerta y entré corriendo a la computadora, en aquel tiempo el facebook era poco conocido, pero el hi5 era la sensación del momento. Después de un par de búsquedas, pude encontrar su contacto, no me había equivocado, tenía un cuerpo espectacular, un cuerpo trabajado, quizá por el ejercicio, piernas largas y en especial esas caderas que provocaban sólo lujuria, probablemente era difícil hacer algo con una mujer así, pero al menos quedaba el morbo de ver esas caderas y esa meneada de culo de vez en cuando.
Llegaron un sábado por la mañana, apenas me estaba levantando y pude observar por mi ventana que daba la calle que llegaban en un camión de mudanza. Janet tenía puesto un licra y un top pequeño, me mordía los labios de verla de esa forma, bajé corriendo y me ofrecí a ayudar con una gran sonrisa, el esposo me lo agradeció y empezamos a subir todo. Cada vez que podía aprovechaba algún espacio para rozarla, era un espectáculo viendóla con ese ligra de algodón y ese top, sus caderas eran un espectáculo aparte. Terminamos y el esposo quiso invitarme a tomar desayuno, me negué respetuasamente, „no se preocupe, cortesía de la casa“, le dije, me lo agradeció varias veces, Janet también me lo agradeció y se despidió de mi con un beso en la mejilla, creo que la intención de ayudarlos era mínima, comparada con mis ganas de querer ver esas caderas de cerca y de darle uno que otro roce. Si el infierno existe, creo que tiene un espacio reservado para personas como yo.
Los días pasaron, a veces nos cruzábamos e intercambiamos algunas ideas, me preguntaba por la universidad y esas cosas, tenía un poco temor de tutearla, al fin y al cabo era una señora. Sin embargo, al segundo o tercer encuentro me dijo que la tuteara, al esposo casi no la veía. A veces lo veía llegar en un auto, pero veía que sólo se llevaba al niño o lo traía de vuelta.
Había terminado, con dificultad, el primer semestre de la universidad, a veces cachueleaba para ganarme un poco de dinero, mi padre sólo me había autorizado gastar el alquiler de un pequeño apartamento para pagar la pensión de la universidad y un poco de dinero para mis pasajes y mi comida. Un par de amigos del colegio se habían quedado en mi pueblo natal y el resto había migrado a la ciudad, sólo dos o tres habíamos migrado a Lima, pero no tenía contacto con ellos. Mi círculo social se basaba en un par de compañeros de la universidad y mis plantas de la azotea que cuidaba con dedicación. Un día la encontré en la tarde, estaba sola, me dijo que venía del gym, me preguntó si podía ayudarla con su TV nueva, no podía ver los canales del cable y tampoco sabía instalar el reproductor del DVD. Le dije que al día siguiente iba a ir para ayudarla, así quedamos y según lo pactado, llegué puntual. Estaba con ropa ancha, no podía apreciar a gusto esas caderas que se habían vuelto parte de mis pajas nocturnas. Estaba sola en el apartamento, la señora que la ayudaba, había salido con su hijo al parque. Janet no era muy brillante, lo que resultaba en una conversación poco profunda pero, bastante divertida y amena. Siempre sonreía, su sonrisa era sincera, yo soñaba con probar sus labios que estaban siempre perfectamente delineados. Jugué un rato con el control de su TV, recién salían los televisores de pantalla plana de esa gama, sabía donde estaba el problema, pero quise alargar la visita y le dije que quizá tenía que cambiar el terminal del cable, ella conversaba y me hacía preguntas sobre mi, la casa, mis padres, etc, cuando estaba a punto de terminar con su encargo, llegaron su hijo, Gonzalo, y la nana. Gonzalo me invitó a jugar, acepté con gusto, ella se avergonzó un poco, pero le dije que me gustaban los juguetes y además nunca había tenido un hermano con quien jugar. Jugué un rato y luego me despedí. Janet quería pagarme por la ayuda con la TV, pero me negué, „no te preocupes, cortesía de la casa“, le dije, ambos nos reímos.
Pasaron algunas semanas, mis clases habían empezado nuevamente, mi tiempo pasaba en las clases de la universidad, del inglés y uno que otro cachuelo, los fines de semana estudiaba un poco y hacía mis trabajos, algunas veces salía a pasear largamente con la bicicleta o me iba al centro comercial cercano a entretener la vista. Mi tía a veces me enviaba encomienda desde mi pueblo, queso, alguna menestra, pan, fruta o algún dulce, a veces era demasaido para mi. Una noche, Janet tocó mi puerta, me dijo que había un problema con la llave de su ducha, le indiqué que tenía que salir en ese momento, pero al dia siguiente temprano iba a ver lo de la llave del baño. Aproveché que estaba ahí y le conté lo de las encomiendas de mi tía, le dije que me gustaría compartirlo con ella, „los productos de mi tierra son bien ricos, en serio“, le conté, Janet me lo agradeció y se fue.Esa noche me encontré con un amigo de la infancia, apenas terminó el colegio, su papá lo envío a la ciudad a hacer una carrera técnica corta, había conseguido trabajo en una mina y a veces venía a Lima a visitar a su mamá. Le conté sobre Janet y mis deseos meramente carnales con ella. „estás arrecho, huevón!“, me dijo. „invítala a salir“, me aconsejó. No sabía como hacerlo, casi no tenía experiencia con mujeres, sólo había cachado una vez, cuando terminé el colegio, con una compañera de la escuela, pero no fue nada extraordinario. „Vamos al chongo, yo te invito“, me dijo, cagándose de risa. Acepté la invitación, escogí una chica con cabello castaño, mientras me la cachaba, me imaginaba cahándome a Janet. Después del chongo nos fuimos a comer algo y tomar unas cervezas, le confesé que no sabía como invitar a salir a Janet, no tenía experiencia, Lima me atemorizaba y encima no tenía mucho dinero para gastar en una salida con una mujer como ella. „Usa la creatividad, pe huevón“, me increpó.
Al dia siguiente bajé al apartamento de Jane con un par de herramientas a ver que pasaba. Era sólo un pequeño ajuste y cambiar una pequeña válvula, no demoraba ni cinco minutos, en un lado del baño había un pequeño tendedero, Janet había colgado ahí sus calzones, veía sus tangas blancas, negras, rosas, era un espectáculo para mi, nuevamente tenía la pinga totalmente erecta, quería robarme al menos una y castigarme a pajazos. Nuevamente hice el ademán para demorarme más de la cuenta, Gonzalo entraba a cada rato y me hacía mil preguntas, cuando terminé, de reparar la llave, le dije que no había sido nada serio. Janet me volvió a agradecer, „disculpa que siempre te reciba en estas fachas“, me dijo riéndose, „no te preocupes, está es tu casa“, le dije.
"¿Qué vas a hacer más tarde?“, me preguntó. „Voy a hacer carapulcra, me sale muy bien“, agregó. Gonzalo repitió: „mi mamá es la mejor cocinera de Carapulcra del mundo“, yo sólo atine a sonreír y acepté la invitación.
Bajé a la hora acordada, Janet llevaba una blusa blanca que transparentaba el sostén, tenía puesto un jean algo ajustado y sus caderas nuevamente provocaban el éxtasis dentro de mi. „Ya casi termino“, se excusó, „por cierto, ¿sabes algo de computadoras? quiero instalar un juego para Gonzalo pero no se como hacerlo“. Mientras le instalaba el juego, jugaba con él y sus juguetes. Janet terminaba de cocinar y conversábamos amenamente. Durante el amuerzo, Janet me contaba que le gustaba bailar salsa, su marido tenía un par de discotecas y un casino, ella había entrado a trabajar como anfitriona de un casino y ahí conocieron. Él había construido una casa en el terreno de su madre y había vivido un tiempo ahí, pero ella tenía muchos problemas con su suegra y el marido era muy pegado a la mamá, me contaba. Me preguntó si tenía planes al día siguiente, le dije que iba a ir al centro comercial, a veces había conciertos gratuitos. „Si tienen tiempo pueden ir“, le dije. Me dijo que iba a ver, al dia siguiente el papá de Gonzalo lo iba a venir a recoger y no sabía exactamente a que hora. „Si voy, iría sola sin Gonzalo“, me dijo. En ese momento como diría mi amigo „se me presentó la virgencita“. „Normal“ le dije. „No te prometo nada“, agregó, „pero si voy, estaré allá entre las 6 y las 7“. Esa noche ni pude dormir bien, pensando en todas las probabilidades que podría tener con Janet, no estaba seguro si en verdad me veía como un amigo, cómo a un chibolo o si también sentía algo por mi.