incubbo
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Recuerdo haber leído en un libro de Luis Alberto Sánchez (intelectual peruano ya fallecido) que él nunca pudo terminar de leer Don Quijote de Cervantes: que no consiguió pasar de la primera parte de la novela. Esto mismo le pasa a la mayoría de lectores que acometen la lectura de esta obra.
Don Quijote es uno de los pocos libros que puede ser provechoso leer en una versión resumida (pero, cuidado, no en una versión expurgada o para niños). En todo caso, si usted, cofrade, utiliza una versión completa, que es lo recomendable, puede saltarse algunas partes: siempre que aparezca un cabrero o una pastora, lo que sigue es una tontería; sáltense también todas las historias bucólicas, porque aburren; sáltense todos los versos: Cervantes es un pésimo poeta. Y otra última recomendación: no hay que desalentarse por algún que otro pasaje o capítulos aburridos de la primera parte. Procédase a la segunda parte. Es sin duda la mejor. Incluso los más grandes escritores se dan cuentan, a medida que van escribiendo una novela, que los personajes de ésta, son más grandes de lo que creían en un principio…y comienzan a pulirse. Esto es lo que hizo Cervantes: comenzó a perfeccionar la segunda parte de su libro. Entre la publicación de la primera y segunda parte de Don Quijote, transcurrieron diez años, y ese tiempo marcó una diferencia en el genio del autor (y en la novela también).
En la actualidad no es un libro muy leído. En cualquier caso, sigue siendo cierto que, después de la Biblia, es uno de los libros más traducidos y estudiados del mundo: así que debe haber buenas razones para ello. Y las hay. Veamos la primera:
Don Quijote, una vez que el lector se acostumbra a su ritmo relajado, es una de las mejores historias de aventuras que se haya escrito jamás, tal vez la mejor después de la Odisea. Por eso es un clásico para jóvenes. Cuando se lee algunos años más tarde, en nuestra madurez, se aprecia que algunos de sus episodios más emocionantes tienen lugar en las conversaciones entre el caballero y su locuaz escudero, dos de los mejores conversadores que hayan utilizado el lenguaje de manera tan creativa.
La segunda razón parece simple pero no lo es. Don Quijote es una novela sumamente divertida. Hay una reconocida anécdota que cuenta que, en una ocasión, viendo el rey Felipe III a un hombre junto al camino que leía un libro riéndose a carcajadas, dijo: <<O ese hombre está loco o está leyendo el Quijote>>. Algunos lectores lo leen en alto, otros sonríen, y otros para sí. Y los hay que lo leen con una curiosa mezcla de placer y pesar.
La tercera razón es que su libro está lleno de tipos humanos reconocibles. Todo el mundo entiende de inmediato lo que significa que alguien sea “quijotesco” o que “arremeta contra los molinos de viento”. En realidad sólo se me ocurren unos pocos personajes literarios que estén permanentemente vivos. Hamlet es uno de ellos y Don Quijote es, sin duda, otro.
Todos sabemos que Cervantes empezó escribiendo una sátira sobre las novelas de caballería. O al menos parece que eso es lo que dijo. El propio Don Quijote, el flaco y entrecano Caballero de la Triste Figura, comenzó sus días como personaje humorístico, al igual que su simplón, fornido y refranista escudero Sancho Panza. Aun así, cuando el libro llega al final, ambos se han convertido en algo distinto, y también más en ellos mismos. Los dos juntos parecen reunir, en líneas generales, los elementos contradictorios que hay en todos nosotros: nuestro desafío a la sociedad y nuestra aceptación de ella: nuestro amor por lo heroico y nuestra desconfianza por ello; nuestra pasión por la creación de mundos imaginarios y nuestro compromiso con el statu quo, con lo tradicional, con la manera como vivimos.
Sólo me resta hacerme algunas preguntas: ¿Don Quijote es un libro que se burla de la caballería? ¿O es la defensa más convincente de la actitud caballeresca, más allá de cualquier época o institución específica? ¿Es una sátira sobre los soñadores? ¿O es un alegato a su favor? ¿Es un estudio de la locura? ¿O de una cordura más sublime?
Bueno...queda una tarea pendiente para todos aquellos que pasaron de largo por esta obra o dejaron su lectura inconclusa: leer o releer "Don Quijote de la Mancha", libro del cual se dijo, ya no recuerdo por quién: “La mejor novela del mundo, sin parangón”.