Chica de alterne
(Víctor Hugo Velásquez Cabrera)
Ha llegado hace días (de Lima, de Provincia, de un Pueblo, o de un Roto Sentimiento).
Su cuerpo es un bellísimo poema que sólo Dios pudo hacer tan hermoso.
Sus ojos son dos negros océanos donde se miran las constelaciones, y sus rasgos felinos y paganos prometen inefables emociones.
Dejó atrás la pobreza, la favela, la sumisión de la mujer al hombre. Apenas lee.
Nunca fue a la escuela. Quizás no sepa ni escribir su nombre.
También fueron esclavos sus ancestros de la avaricia de los peruanos.
El hambre y el dolor son sus maestros y el paso miserable de los meses.
Le ofrecieron contrato de trabajo y una vivienda digna, no una barra para atender clientes a destajo o alimentar los sueños de un macarra.
Tarde y noche le dura la jornada para pagar la deuda del mafioso, que la tiene en un antro secuestrada, ofreciendo su cuerpo voluptuoso.
Ejerce en un night club el viejo oficio, bella como una diosa o una esfinge, con cada cliente finge amor ficticio para que nadie note cuando finge.
Chica de alterne, flota en su mirada la ineludible sombra de un reproche: el de estar sin motivo condenada al infierno insufrible de la noche.
Su familia en Perú todo lo ignora acerca de su trágica tarea. Sola en su habitación a veces llora y no puede llorar cuando desea.
Tiene que obedecer, o la violencia será el único pan de cada día, sin papeles que oculten la evidencia, siempre está en manos de la policía.
¿Qué sabe de esto el presidente García? ¿Qué dicen los políticos de turno viendo al delincuente que especula y se enriquece con un club nocturno?
A expensas del que paga y su capricho, convertida en dinero y mercancía, ha de poner su honor en entredicho en noches de estupor y de agonía.
Y hacia el amanecer, cuando se cierra el lupanar, cansada de la vida, sintiéndose la escoria de la tierra y una mujer por el dolor vencida, la peruana,
ungida por la pena, sola en su habitación, insomne, gime, no sabe que se llama Magdalena y que este poema la redime y recuerda.
(Callao, 22 de marzo de 2006)
. Zas, yo no tengo tanta habilidad para la narrativa melancolica q transpiran estas cronicas pero de repente me animo, siguiendo el ejemplo, a rememorar los buenos momentos q pase con la mas linda gruterita q hayan visto mis ojos. 
