grindo doido
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Sintiendo los dolores de un cruel destino, encontré mi remedio y calme mis penas en el vacío de tu alma.....
Te vi radiante, una flor nueva, un aroma que se apoderó de mi ser en el arrullo. Tener tu semblante, tu piel húmeda y suave se acomoda al diván en que te hice mía.
Lunes a la 1 pm, llegaba a tu ciudad, me parecía eterno poder tenerte y contemplar como aquel último invierno. Al alzar la mirada la primera imagen que vi fue la tuya, alegre, risueña, jugueteando con tu cabello con esa picardía única me esperabas. Te vi y me volví a enamorar. El taxi nos llevo rápido a nuestro encuentro, ingrese a tu casa y esos ojos perversos me dijeron deja todo que ahora soy tu amada. En breve nos juramos que ese momento era nuestro. Saludé a tu hija y a su pareja. Dejé mi equipaje y procedí a engreírte. Te desnudé en un segundo y nuestros besos se prolongaron con ritmo y fantasía.
El sol nos acompañaba, nos alentaba y tus besos me dijeron presente con la lengua. Mire ese cielo imponente del norte y bebí un sorbo de mi trago, me afligía el sin sabor del pasado. Un jugo misterioso se posesionó sobre los dos, nos calmamos y empezamos a follar como dos desconocidos sin conciencia y sin temor. Tu lengua ya conocedora de mis versos, me dio una succionada que me dejó loco. Me agache a saborear tus detalles íntimos, esa vagina estaba babeando, pedía ser penetrada. Pese a tu insistencia me dedique a darle cariño extra. Olía y sabia rico, algo salado pero motivando a quedarme a conocerte. Cuando menos lo pensaste ya tenías mi vara adentro. Tus gemidos, tus alaridos y toda tu actuación me encendían mucho.
El primer polvo duró 20 minutos por parte de los dos, siguieron varios chorreadas, varias eyaculadas, todas en tu cama. Sentada encima mio, sentado encima tuyo, contra la pared, alzando las piernas, piernas al hombro, media luna y al filo de la cama. Con cada perforada, te entregaba su quina, que con amor lo pasaste.
Pasadas 6 horas y cuando tu familia te pedía, ya me agotaba, algunos orgasmos fueron seguidos y me indicaban a irme y evitar todo lo estresante. Salimos a comer, tomamos algo con tu hija y su pareja y regresamos al cuarto. Esta vez fue suelaso, 69, mordidas y empezaste a lamer mi guasa. Me canse y eyacule. Hicimos algunos trabajos extras y lo retomamos a eso de las 7 pm.
La noche se iba y junto a ella, tu recuerdo, mi demonio y nuestras conciencias. Saboree tu ano, tus nalgas y tus pechos, me corrí allí y quise quedarme un día mas, hicimos una pausa. Las labores de la casa y mis temas nos alejaron un rato. Volveríamos con fuerza en la madrugada.
Te vi radiante, una flor nueva, un aroma que se apoderó de mi ser en el arrullo. Tener tu semblante, tu piel húmeda y suave se acomoda al diván en que te hice mía.
Lunes a la 1 pm, llegaba a tu ciudad, me parecía eterno poder tenerte y contemplar como aquel último invierno. Al alzar la mirada la primera imagen que vi fue la tuya, alegre, risueña, jugueteando con tu cabello con esa picardía única me esperabas. Te vi y me volví a enamorar. El taxi nos llevo rápido a nuestro encuentro, ingrese a tu casa y esos ojos perversos me dijeron deja todo que ahora soy tu amada. En breve nos juramos que ese momento era nuestro. Saludé a tu hija y a su pareja. Dejé mi equipaje y procedí a engreírte. Te desnudé en un segundo y nuestros besos se prolongaron con ritmo y fantasía.
El sol nos acompañaba, nos alentaba y tus besos me dijeron presente con la lengua. Mire ese cielo imponente del norte y bebí un sorbo de mi trago, me afligía el sin sabor del pasado. Un jugo misterioso se posesionó sobre los dos, nos calmamos y empezamos a follar como dos desconocidos sin conciencia y sin temor. Tu lengua ya conocedora de mis versos, me dio una succionada que me dejó loco. Me agache a saborear tus detalles íntimos, esa vagina estaba babeando, pedía ser penetrada. Pese a tu insistencia me dedique a darle cariño extra. Olía y sabia rico, algo salado pero motivando a quedarme a conocerte. Cuando menos lo pensaste ya tenías mi vara adentro. Tus gemidos, tus alaridos y toda tu actuación me encendían mucho.
El primer polvo duró 20 minutos por parte de los dos, siguieron varios chorreadas, varias eyaculadas, todas en tu cama. Sentada encima mio, sentado encima tuyo, contra la pared, alzando las piernas, piernas al hombro, media luna y al filo de la cama. Con cada perforada, te entregaba su quina, que con amor lo pasaste.
Pasadas 6 horas y cuando tu familia te pedía, ya me agotaba, algunos orgasmos fueron seguidos y me indicaban a irme y evitar todo lo estresante. Salimos a comer, tomamos algo con tu hija y su pareja y regresamos al cuarto. Esta vez fue suelaso, 69, mordidas y empezaste a lamer mi guasa. Me canse y eyacule. Hicimos algunos trabajos extras y lo retomamos a eso de las 7 pm.
La noche se iba y junto a ella, tu recuerdo, mi demonio y nuestras conciencias. Saboree tu ano, tus nalgas y tus pechos, me corrí allí y quise quedarme un día mas, hicimos una pausa. Las labores de la casa y mis temas nos alejaron un rato. Volveríamos con fuerza en la madrugada.
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