Srdestroyer
Sargento
11 Years of Service

Rodrigo estaba acostumbrado a tener malas relaciones con su nueva mamá por el hecho de que ella venía de otra relación y no estaba acostumbrada a tratar con adolescentes como él. Solían pelear o tratarse mal entre los dos, siempre y cuando el papá no esté enterado. Aún así, Rodrigo sentía morbo por verla siempre cambiarse la ropa o andar semidesnuda en la casa, sus pajazos eran lo único que aguantaba de Raquel, porque a decir verdad, no estaba nada mal.
Entonces llegué un día a su casa con el pretexto de jugar en su consola toda la tarde y noche hasta el día siguiente. Pero aquello era una estrategia, ya que el pervertido de Rodrigo me contaba sus sucias fantasías con respecto a su nueva madre, quien para él no era más que una impostora con el cuerpo de un ángel. Antes de que ella llegara a casa, él me había mostrado el camino a su habitación para que hurgara entre sus cajones para ver su ropa interior. A mi corta edad, y falto de experiencia con mujeres, aquello era como el cielo para mí. Con miedo al inicio, Rodrigo me dijo que no tema, que estaba autorizado para tocar y jugar con todas esas prendas. Lo hice y me emocioné por las truzas que usaba Raquel. Eran tal y como había visto en las películas, pequeñas y suaves. Las dejamos en su sitio antes de que ella regrese de su trabajo, no sin antes hacerme una extraña pregunta, ¿Quieres ver cómo se cambia?
Sí, le dije yo, entusiasmado por mis ganas de explorar el cuerpo de una mujer frente mio. Me mostró una pequeña abertura en la puerta, por el cerrojo donde se podía ver casi todo el cuarto y de manera estratégica, el armario estaba justo al frente del orificio, por lo que tendríamos una vista completa.
Raquel llegó a la media hora luego de haber planeado nuestra operación. Entró a la casa y abrió la puerta de cuarto donde estábamos los dos jugando en la consola. "Hola", nos dijo, de hecho su saludo pareció más una obligación que una verdadera aproximación cordial para conocerme. Supe de primera mano por qué a Rodrigo no le caía bien su nueva madre, pero también me percaté en lo guapa que era y qué tan bien vestía. Esperamos un rato hasta que ella haga algunas cosas de la casa antes de entrar a su cuarto. Era viernes, así que iba a salir con su esposo o amante. De pronto escuchamos sus tacos caminar y una puerta cerrarse. Mi corazón, posiblemente al igual que el de mi compañero, comenzó a palpitar más rápido, ansioso por llegar a cabo el plan y no ser descubiertos en el intento. Volteé a mirarlo, esperando su señal de aprobación. Luego él me miró directamente y me dijo: ¿Ya quieres verla calata?
"Sí", dije yo ansioso. "Sácate los zapatos", me dijo para no hacer ruido, "caminaremos en medias para que no se escuchen las pisadas." Abrimos la puerta lentamente para no hacer ruido y caminamos como comandos de élite por el largo pasillo de camino al cuarto de Raquel. Cuando finalmente llegamos a la puerta, fue Rodrigo quien se acercó al orificio para observar lo que hacía su falsa madre, mientras que me mantenía a la espera. Haciéndome señales me mantenía atento, ya que él debía ser quien me abra el camino hacia el orificio para verla cambiarse de ropa. Rodrigo se quedó mirando por el hueco unos largos instantes, hasta que finalmente me dijo que ya había comenzado a cambiarse. "¿Qué pasa?", le dije susurrando, estaba lleno de ganas por querer verlo todo. "Ya se quitó el pantalón", me dijo. Mi miembro se estaba endureciendo. De repente, Rodrigo se apartó del orificio, con una seña con su mano me invitó a acercame muy lentamente y dijo: "Estás autorizado para ver a mi madrastra calata." Acerqué mi ojo al orificio y pude ver a la hermosa Raquel sacando ropa del armario abierto, sin pantalón.
Observé todo, de inicio a fin. Rodrigo quería que lo haga, era su obsequio hacia mí. Fue la primera vez que vi a una mujer extraña semidesnuda o más bien con la cadera y piernas desnudas. La imagen me persiguió hasta ahora, que me masturbo con pasión cada vez que la recuerdo así.
Gracias Rodrigo, tu madre fue una inspiración para mi despertar sexual. Gracias Raquel, por contemplar tu cuerpo y permitirme ser un fanático enamorado de las formas femeninas.