Michael Corleone
Cuenta Verificada
Intro
Hasta mi último polvo en esta vida, siempre recordaré la primera vez que la ví: ella tenía 20 años, era de talla pequeña pero armoniosa, en su cuerpo delgado destacaba a simple vista unos senos preciosos, redondos, los que unidos a su carita rosada, mirada misteriosa y nariz respingada, adornada con un cabello rizado, hacían que no la pierda de vista ni por un segundo, así ella estuviera sudorosa, cargando un balde de tierra en medio de la excavación.
- Al menos cierra la boca, estúpido.
La que interrumpió mi éxtasis era mi amiga Soraya, una rubia de ojos verdes, que pese a ser un mujerón, siempre la ví como una hermana desde los tiempos de la universidad, además estar con ella era sinónimo de mala reputación, ya que le gustaban vagos, pastrulos, malvivientes.
- Quién es ella?
- Se llama Rosa, en serio te gusta esa mujercita? Ay amigo, esos gustos que tienes.
- Está de practicante?
- No, ha venido con la "gatita" a llevar el curso aquí... No me digas que te la quieres levantar?
- No me jodas, Soraya. Solo pregunto.
Para esa tarde, haciendo las preguntas precisas a la gente correcta, armé su perfil (era el año 2004, público culto y decente, no existía facebook y el hi5 era un chiste): la chiquilla en cuestión efectivamente estaba estudiando, era inteligente, un poco sobrada con sus amigas pero amistosa con los hombres, ya se había ganado el aprecio de los señores obreros, el conserje y algunos colegas arrechos. Ah, y también tenía enamorado, un tipo que tocaba con los sikuris y, según ella, se iban a casar pronto, porque ella enseñaba a medio mundo un anillo de compromiso barato.
Al día siguiente me acerqué donde ella excavaba con los demás pulpines, yo tenía 24 años y aunque no era un babyface, mi voz gruesa y esa aparente imagen de tipo duro que proyectaba me daba cierta autoridad y confianza para dirigirme a los demás, en especial a las chiquillas impresionables y curiosas.
- Hola, Soy Ignacio, el responsable de este sector, quisiera tres voluntarios para un trabajo (blablablá y blablablá) quién quiere aprender conmigo?
- Yo, dijo una flaquita anteojuda llamada Paloma.
- Alguien más? Pregunté mientras escuchaba murmullos.
- vamos Rosa, acompañame, anímate- le dijo Noelia, una chiquita muy bajita pero de grandes tetas.
- Ok, ok, vamos- aceptó Rosa a regañadientes.
La primera fase del plan ya estaba completo.
Para la tarde ya habíamos entrado en confianza, ella se había sorprendido de mi edad (pensaba que tenía más de 30), y de su recelo inicial pasó a una química que se notaba, mientras mi rubia amiga me miraba con gesto de desaprobación.
Hablamos de mil cosas entre tanto y tanto, mientras dibujamos o excavamos, los recuerdos son difusos pero una parte se me grabó para siempre:
- A mí me llevaron para una fiesta para mostrarme como monedita de oro.
- Te sentiste como un objeto?
- Si, como un trofeo.
- Quién? Tu enamorado?
- Si, mi novio...
- Tan joven y pensando en casarte?
- Es mi destino.
Llegada la tarde, llegó el momento de despedirnos.
- Y qué tal, te gustó el trabajo?
- Si, gracias! Aprendí bastante- me dijo entusiasmada.
- Te acompaño a tomar el bus?
- No, no puedo, me vienen a recoger.
- Si? Tu enamoradito?
- Si... El.
En ese momento su cara cambio de expresión, había llegado el pulpin. Era un flaquito un poco más alto que yo, pelucon y trigueño.
- Te estaba esperando, Rosa!
- Buenas tardes, jovencito. Aquí se saluda.
- Disculpe, señor.
Acto seguido se la llevó jalandola del brazo, apurado y a lo lejos se veía gesticulando y con reproches.
No se le veía feliz.
- También lo quieres atrasar al chibolo? Cualquiera con esas tetas que se maneja la flaca.
Quién me interrumpió era mi amigo Carlos, siempre tan oportuno.
- Ten cuidado con ella, es peligrosa.
- Que sabes de ella?
- Ya te contaré, solo que tiene su famita, dicen que se quiso levantar a un profesor y que por eso su anterior enamorado dejó la carrera y terminó debajo de un puente.
- No jodas.
- Guerra avisada.
(Fin de la intro)
Hasta mi último polvo en esta vida, siempre recordaré la primera vez que la ví: ella tenía 20 años, era de talla pequeña pero armoniosa, en su cuerpo delgado destacaba a simple vista unos senos preciosos, redondos, los que unidos a su carita rosada, mirada misteriosa y nariz respingada, adornada con un cabello rizado, hacían que no la pierda de vista ni por un segundo, así ella estuviera sudorosa, cargando un balde de tierra en medio de la excavación.
- Al menos cierra la boca, estúpido.
La que interrumpió mi éxtasis era mi amiga Soraya, una rubia de ojos verdes, que pese a ser un mujerón, siempre la ví como una hermana desde los tiempos de la universidad, además estar con ella era sinónimo de mala reputación, ya que le gustaban vagos, pastrulos, malvivientes.
- Quién es ella?
- Se llama Rosa, en serio te gusta esa mujercita? Ay amigo, esos gustos que tienes.
- Está de practicante?
- No, ha venido con la "gatita" a llevar el curso aquí... No me digas que te la quieres levantar?
- No me jodas, Soraya. Solo pregunto.
Para esa tarde, haciendo las preguntas precisas a la gente correcta, armé su perfil (era el año 2004, público culto y decente, no existía facebook y el hi5 era un chiste): la chiquilla en cuestión efectivamente estaba estudiando, era inteligente, un poco sobrada con sus amigas pero amistosa con los hombres, ya se había ganado el aprecio de los señores obreros, el conserje y algunos colegas arrechos. Ah, y también tenía enamorado, un tipo que tocaba con los sikuris y, según ella, se iban a casar pronto, porque ella enseñaba a medio mundo un anillo de compromiso barato.
Al día siguiente me acerqué donde ella excavaba con los demás pulpines, yo tenía 24 años y aunque no era un babyface, mi voz gruesa y esa aparente imagen de tipo duro que proyectaba me daba cierta autoridad y confianza para dirigirme a los demás, en especial a las chiquillas impresionables y curiosas.
- Hola, Soy Ignacio, el responsable de este sector, quisiera tres voluntarios para un trabajo (blablablá y blablablá) quién quiere aprender conmigo?
- Yo, dijo una flaquita anteojuda llamada Paloma.
- Alguien más? Pregunté mientras escuchaba murmullos.
- vamos Rosa, acompañame, anímate- le dijo Noelia, una chiquita muy bajita pero de grandes tetas.
- Ok, ok, vamos- aceptó Rosa a regañadientes.
La primera fase del plan ya estaba completo.
Para la tarde ya habíamos entrado en confianza, ella se había sorprendido de mi edad (pensaba que tenía más de 30), y de su recelo inicial pasó a una química que se notaba, mientras mi rubia amiga me miraba con gesto de desaprobación.
Hablamos de mil cosas entre tanto y tanto, mientras dibujamos o excavamos, los recuerdos son difusos pero una parte se me grabó para siempre:
- A mí me llevaron para una fiesta para mostrarme como monedita de oro.
- Te sentiste como un objeto?
- Si, como un trofeo.
- Quién? Tu enamorado?
- Si, mi novio...
- Tan joven y pensando en casarte?
- Es mi destino.
Llegada la tarde, llegó el momento de despedirnos.
- Y qué tal, te gustó el trabajo?
- Si, gracias! Aprendí bastante- me dijo entusiasmada.
- Te acompaño a tomar el bus?
- No, no puedo, me vienen a recoger.
- Si? Tu enamoradito?
- Si... El.
En ese momento su cara cambio de expresión, había llegado el pulpin. Era un flaquito un poco más alto que yo, pelucon y trigueño.
- Te estaba esperando, Rosa!
- Buenas tardes, jovencito. Aquí se saluda.
- Disculpe, señor.
Acto seguido se la llevó jalandola del brazo, apurado y a lo lejos se veía gesticulando y con reproches.
No se le veía feliz.
- También lo quieres atrasar al chibolo? Cualquiera con esas tetas que se maneja la flaca.
Quién me interrumpió era mi amigo Carlos, siempre tan oportuno.
- Ten cuidado con ella, es peligrosa.
- Que sabes de ella?
- Ya te contaré, solo que tiene su famita, dicen que se quiso levantar a un profesor y que por eso su anterior enamorado dejó la carrera y terminó debajo de un puente.
- No jodas.
- Guerra avisada.
(Fin de la intro)
Última edición: