- Ahhh!!! Si amor, que rico. No pares
- Ahhh!!! Me encantas mami, que rica concha tienes
Cerca de amanecer, Javier me seguía follando. Era la tercera de la noche. Él estaba encima de mí, en posición de misionero Sus caderas las movía incesantemente, sacando casi todo su pene para volver a hundirlo en mi conchita y yo disfrutaba cada golpe de su pelvis. Me chupaba mis pezones, lamia mi cuello, nos besábamos, nos comíamos la boca. De un momento a otro bajo el ritmo y comenzó hacerlo más suave, yo también me puse más serena. Sin dejar de penetrarme comenzó acariciar cada centímetro de mi cuerpo y yo también hice lo mismo con cada parte de su musculoso cuerpo. Lo acariciaba también con mis piernas, deslizándola por su espalda, glúteos y muslos. Nos besarnos lentamente. Ufff no dejábamos de besarnos, casi media hora de besos. Sus palabras morbosas y sucias se volvieron tiernas. Me decía: “Me encantas, me fascinas” “Me gustas mucho” “Me hubiera encantado conocerte soltera”. Esas palabras me puso más romántica, fue el momento más tierno de la noche. Javier me estaba haciendo el amor y yo lo disfrutaba tanto que me provocaba responder sus halagos. Le decía, que también me encantaba y que quería que se volviera a repetir nuestro encuentro pero sobretodo le repetía: “Hazme el amor”. Pero de a poco la lujuria volvió, comenzó acelerar sus penetradas y yo volví a los gritos de placer. Sentía que me volvía a venir los orgasmos y volvió uno tras otro hasta que comencé a mojarme. En ese momento Javier gemía apunto de venirse, yo clave mis uñas en su espalda y con un grito ensordecedor bote todo dentro de mí, a chorros y Javier con un gemido varonil eyaculo adentro, sin sacarlo (tenia condón). Se quedó rendido encima de mí. Así nos quedamos descansando después de tres maratónicas folladas. Comencé a quedarme dormida pero en una ráfaga de lucidez me levante de un sobresalto, empujado a Javier a un lado. De inmediato agarro mi celular y eran las 5:50am. Me desespere, Javier me dijo que me tranquilizara, que él me llevaría a mi casa. Su cuarto no tenía baño propio así que si quería usar la ducha tenía que salir del cuarto. Me era muy incómodo eso, así que solo me limpie con la toalla que él me alcanzo. Me vestí rápidamente y ya lista me subí al carro de Javier. El me llevo hasta mi casa.
Camino a mi casa, no dejaba de mirar mi celular rogando que mi esposo no despertase y me llamara, al ver que no llegaba a la casa. Javier me tranquilizaba acariciándome. No sé qué me pasaba ese día, que a pesar de la preocupación me volví a calentar, la verdad es que teníamos ganas de más. Saque su pene de su pantalón y se lo masturbaba mientras él seguía manejando, luego le hice oral. El no aguanto más y estaciono su carro en una zona despejada. Yo no dejaba de chupársela, intentando meterme todo lo posible de su pene en mi boca, a pesar de las arqueadas o el riesgo de lastimarme la garganta. Finalmente, con los ojos lagrimeados, pude meterme gran trozo de su verga pero no por completo. Lo masturbaba con mi mano y me lo volvía a meter a la boca, se lo ensalivaba, luego el me agarraba de la nuca y me follaba la boca. Él me decía: “Ahhh!!! Eso mami, sácalo todo, sácame toda la leche, ahhh!!!”. Estaba haciéndolo gemir con mi oral y eso me excitaba demasiado, tanto que no pare de chupársela hasta escuchar decirme: “Ahhh!!! Ya sale!!!”. En ese momento quite mi boca y toda su eyaculación embarro mi cara. Quede hecha un desastre. Me puse a buscar en su gaveta algo con que limpiarme, mientras Javier se masturbaba, me dijo que aún tenía más leche, su pene seguía erecto. Me dijo: “Siento que no bote toda mi leche”. Reclino mi asiento hacia atrás, me volteo poniéndome casi en cuatro, me levanto el vestido, se puso condón, se colocó detrás de mí y me penetro por mi empapada conchita. Plap, plap, plap Javier me estaba dando duro, era una follada que no iba a durar mucho pero que sería intensa. Javier me agarro fuerte de mi pelo y me metía manotazos en mis nalgas. Luego me volteo quedando boca arriba, agarrándome de las piernas y abriéndomelas, quería ver como su enorme pene penetraba mis paredes vaginales. Me bajo la parte superior del vestido para liberar mis tetas y ver como rebotaban por sus embestidas, mientras yo me sobaba mi clítoris. Ambos gemíamos y sudábamos de placer en medio de la incomodidad del carro, que parecía una sauna por el vapor de nuestros alientos. Comencé a venirme. El saca su pene y se retira el condón y comienza a dispararme con su leche. Me cae en las tetas y también me mancha el vestido. Javier se repuso, encendió el carro y siguió con dirección a mi casa, mientras yo me limpiaba su leche con un trapo que al parecer era con el que limpiaba su carro.
Tres cuadras antes de llegar a mi casa, me despedí de Javier con un apasionado beso. Me dijo que me quería volver a ver, es más, me hizo prometerlo. También me hizo recordar que no follara con mi esposo durante ese día, que él quería ser el único con el que haya follado en mis bodas de plata. Luego metió sus manos por debajo de mi vestido y me saco mi hilo negro transparente. Yo observaba anonadada sin poner resistencia. Se lo puso en la nariz, lo olio, y me dijo: Me lo llevo como recuerdo de la noche que pasamos. Lo mire y me tire sobre él, a besarlo. Después de la despedida arranco el carro y me dejo en la puerta de mi casa. Baje rápidamente de su carro sin mirar atrás. Llegue pasada las 7:30am a mi casa, mi esposo a un dormía. Seguro había tomado bastante porque cuando lo hace, no hay nada que lo despierte. Lo primero que hice fue meterme a la ducha, luego metí toda mi ropa en el cesto de ropa sucia y finalmente me metí a la cama al lado de mi esposo. Estaba exhausta, me quede rápidamente dormida.
A las 11 de la mañana mi esposo me despierta. Tuvo el hermoso detalle de llevarme el desayuno a la cama. Por fin nos pudimos saludar en persona por nuestro aniversario pero mi esposo quería más y en ese momento recordé la promesa que le hice a Javier. No tenía que cumplirlo, no estaba obligada a cumplir mi promesa a un casi completo extraño, pero el morbo que me daba de decirle a Javier, la próxima vez que lo viera, que cumplí mi promesa y ver su reacción. Quizá fuera un afrodisiaco que produzca una noche de sexo aún más salvaje de la que viví, porque tenía toda la intención de volver a ver a Javier las veces que se pudiera. Rechace a mi esposo, la verdad también me sentía cansada, Javier me había destrozado literal. Había quedado brutalmente satisfecha y Javier seguía en mi mente mientras hablaba con mi esposo y lo seguiría estando el resto del día, el día de mi aniversario, de mis bodas de plata.