Los últimos encuentros con Javier habían sido en su carro o en hoteles. Esta vez le dije que quería que nos viéramos en su cuarto, quería estar en el mismo lugar donde pasaron parte de los hechos que me contó en nuestro último encuentro y del cual me seguirá contando. Durante los días previó fantaseaba con Javier follando con sus vecinas, tuve sueños eróticos, hasta gemía dormida y me despertaba exaltada, sudorosa pero sobretodo mojada, tanto que despertaba a mi esposo para que me follara.
Llego un nuevo día en el que me tocaba verme con Javier. Salí temprano de mi trabajo y me fui para su casa. Al llegar a su cuartucho caímos en su colchón, nos besamos apasionadamente, nos quitamos la ropa, acariciábamos nuestros cuerpos el uno al otro pero nada de penetración. Hoy no había apuro, tenía bastantes horas libres. Le dije que me siguiera contando lo qué pasó con sus vecinas. Javier me dijo: Te da mucho morbo saber lo qué paso con ellas y yo le respondí que sí, demasiado. Javier procedió a relatar.
Después de lo qué pasó con Carmen, ambos quedaron en mantenerlo en secreto. Si bien Clarisa y Javier no tenían nada serio, Carmen sentía que quizás ella estaba enamorando de él. Carmen le dijo que si bien ella es todo lo contrario a una santa, disfruta del sexo con quien y donde desee, ella tiene códigos y por eso mismo lo de ellos no se iba a volver a repetir. Javier río por dentro porque estaba seguro que no sería así. Javier se siguió viendo con Clarisa pero después de unos días Carmen empezó a llamar la atención de Javier. Subía dos o tres veces al día al último piso donde vivía Javier para disque tender su ropa y siempre calculando la hora en la que estaba Javier. El la veía por su ventana y se reía pensando lo desesperada que estaba por follar con él. A veces salía de su cuarto, la saludaba levantando la cabeza y pasaba de frente. Hasta que un día, desesperada, Carmen le toca fuerte la puerta a Javier. Al abrir Carmen le dice: Hola Javier, veo que estas serio conmigo, la idea de mantener distancia no quiere decir que casi no hablemos…. Javier la agarra del brazo, la mete a su cuarto. Plap! La puerta se cierra fuertemente.
Unos minutos había pasado y Javier ya se follaba a Carmen en posición de perrito sobre el mismo colchón en el que me encontraba en ese momento. Ella estaba en 4, quebrando y levantando sus enormes caderas y Javier la follaba sin compasión en medio de los alaridos de Carmen. Javier la agarra de los pelos para jalar su cabeza hacia él y decirle: Eso querías no perra? Para eso tocaste mi puerta? Para que te follara, toma puta. Plap! Comenzó a darle manotazos a su nalga. Luego escupió entre su nalga y comenzó a dilatarle su ano con sus dedos. Carmen le dijo: Estas loco, esa pinga tan grande que tienes no me va entrar, me vas a partir, me vas a matar. Javier no le hizo caso y siguió dilatándole, metiéndole uno, dos, tres dedos. Le decía: Querías mi guevo, ahora aguanta perra. Cuando Carmen ya tenía su ano bien dilatado, Javier se lo fue metiendo poco a poco y cuando ya estaba todo adentro comenzó a darle con furia en medio de los alaridos de Carmen, que ahora le rogaba porque siguiera y no parara. Carmen que era una mujer tan imponente y dominante terminó sometida por un verdadero macho como Javier. Mientras yo escuchaba el relato. Javier me sobaba el clitoris hasta hacerme venir.
Después de ese encuentro Javier y Carmen se siguieron viendo en secreto. Un día Carmen llega tarde a su casa, al entrar escucha los fuertes gemidos provenientes del cuarto de Clarisa y entendió que estaba follando con Javier. Carmen se mete a su cuarto y comienza a sentir celos y al mismo tiempo mucha excitación de escuchar los gemidos. Cuando escucha decir a Clarisa: No creo que entre, ay duele. Javier le pedía que aguantara, al rato le dice que ya está entrando. Clarisa le dice: Duele! Dios mío! Ya! No lo saques! Si! No pares! Dame más duro! Más fuerte. Carmen entiende que Javier estaba follando a Clarisa analmente y empieza a masturbarse desnuda en su cama imaginando esa situación y escuchados los gemidos de ambos. Javier baña en semen a Clarisa y se quedan dormidos mientras Carmen llega al orgasmo y también se queda dormida.
Luego de una hora Carmen se despierta y escucha que alguien sale del cuarto de Clarisa y luego escucha que alguien toca su puerta. Carmen se levantó de inmediato, abrió la puerta de su cuarto y ahí estaba Javier desnudo y con su ropa en mano. Carmen le dijo que estaba loco, que Clarisa se podía dar cuenta y él le respondió que está bien dormida y que le había dejado un mensaje diciéndole que se iba a su cuarto. Carmen no aguanto y se abalanzó sobre él, lo metió a su cuarto y cerró la puerta.
Javier follaba a Carmen, la tenía piernas al hombro. Carmen le dice: No creo poder aguantar, voy a comenzar a gritar, tápame la boca por favor. Pero Javier no lo hizo. Carmen aguanta todo lo que podía y en eso gira su vista hacia la puerta y en medio de la oscuridad logra visualizar a Clarisa dentro del dormitorio, desnuda, apoyada contra la pared, con una de sus manos entre sus piernas, masturbándose mientras observa cómo Javier la folla. En ese momento Carmen no aguanta más y comienza a gritar del placer. Javier estira su mano como llamando a Clarisa, ella se acerca. Javier se para y Clarisa se echa encima de Carmen. Ambas se quedan viendo y terminan besándose, con lengua, apasionadamente. Javier se sube a la cama y empuja hacia adelante a Clarisa haciendo que sus senos queden en boca de Carmen, quien se los chupa y aprieta. Javier penetra por la conchita a Carmen quien se viene rápidamente provocando que la boca de Carmen se aferre a los senos de Clarisa. Luego Javier saca su pene y penetra por la conchita a Clarisa mientras ambas se comen la boca a besos. Luego Carmen se desliza hacia arriba quedando su conchita a la altura de la boca de Clarisa quien no desaprovecha la oportunidad de comerle la conchita a su mejor amiga. Carmen explota de placer y comienza a venirse en la boca de Clarisa quien también se está viniendo producto de la follada de Javier. En ese momento yo me estaba viniendo al ver esas imágenes, mientras Javier lamía y besaba mis paredes vaginales y sobaba mi clitoris con la punta de su lengua. Dios! Que hombre para saber mover su boca y lengua en la vagina de una mujer. Le pedí a gritos que me follara. Javier se puso entre mis piernas y me penetró de una forma precisa para que yo pueda continuar viendo las imágenes.
- Te gusta lo que vez, como me follo a las perras de mis vecinas.
- Si me encanta.
- Te gustaría estar ahí, compartirme con ellas, que me folle a las tres.
- Si amor, me encantaría porque eres capaz de hacernos llegar a las tres con esa enorme pinga que tienes, eres un macho, follame, no pares (Javier empieza acelerar su follada).
En la imagen veo a Carmen y Clarisa en posición de perrito bien quebraditas, una al lado de la otra, mientras Javier se turna para dilatar sus anos con la lengua y dedos. Primero penetra analmente a Carmen y le da duro y luego penetra a Clarisa también por su ano. Así estuvo por buen rato rompiéndoles el culo a las dos. Luego las puso en 69 para que ambas se coman la conchita (Clarisa encima de Carmen). Clarisa recibía las últimas embestidas de Javier, mientras Carmen veía de cerca cómo Javier sacaba y metía su verga de la conchita de su amiga, mientras ella le chupaba su clítoris. Ambas llegaron al orgasmo y empezaron a venirse en la boca de la otra, estaban empapadas de las venidas la una de la otra. Javier saca su enorme pinga y se para en medio de la cama. Carmen y Clarisa se arrodillan ante él para chuparle la pinga, turnándose entre ambas. Javier eyacula sobre la cara de ambas, quienes se relamen y besan entre ellas y le chupan la pinga a Javier para limpiársela. En ese momento me excite a mil, Javier, ya por venirse, me follaba fuerte y duro y yo empiezo a venirme a chorros. Estimados lectores estaba entregada al placer y es cuando miro a los ojos a Javier y le digo: Quiero hacer lo mismo. Javier lo entiende y se para sobre la cama, se saca el condón y yo me meto su enorme pinga en la boca. Recibo una cantidad inmensa de leche tibia y espesa, rica muy rica. Me lo pasé poco a poco, me lo saboreé. Le seguí chupando la pinga a Javier para no dejar nada de su leche desperdiciarse. Me lo tragué todo y se lo relamí para dejárselo limpia como lo hicieron Carmen y Clarisa.