- ¿Tienes condones?
No tenía (no soy de llevar condones salvo que tenga un clave fijo)
- Eso se consigue al toque. Dame un toque.
La dejé y salí corriendo del edificio rumbo a una farmacia. Cuando bajé a recepción del edificio vi a la recepcionista y me asusté pues tomé conciencia de lo que estaba haciendo (o bueno, de lo que iba a hacer), pero recordé que Lucía llegó en carro así que el recepcionista no podía haberla visto (el que atiende la cochera es uno de seguridad que avisa a recepción) y me tranquilicé.
Corrí como loco calato hasta la farmacia. Compré y volví también apurado. El recepcionista me miró pensando "qué tiene este weon" pero a mi me daba igual todo.
Llegué a la oficina de nuevo. Entré y me encontré a Lucía en la sala de espera, sentada, como si estuviese esperando su turno para hablar con alguien. La miré y le hablé.
-Ya compré.
-Ya compraste qué? jajaj
-Ya sabes.
-No, no sé, qué has comprado? Dime
-Esto (le mostré la caja de condones).
-Y qué vamos a hacer con eso? jajaja
En ese momento quise acercarme más a ella para volver a manosearla, pero me paró y habló con un tono muy coqueto.
-Quiero que me digas para qué compraste eso.
-Para metértela.
-Y tus modales?
-Me dejas sentirte Lucía?
-Eso está mejor.
Al recordar todo esto, pienso que lo que pasó es que Lucía volvió a retomar el "control" de la situación cuando me fui a comprar condones. Se le bajaron las chispas y decidió jugar un poco conmigo.
Me metió un piquito. Yo estaba con loxalito haciendo un hueco en mi bragueta pero con el piquito algo en mi se avivó y pensé que si seguía en modo bestia no iba a lograr nada, así que mejor ir poco a poco de nuevo. La empecé a tocar suavemente (ella seguía sentada) y nos pusimos a besarnos despacio,
-Quieres sentirme?
-Me muero por sentirte
-Quiero tu lengua loxal.
Lucía, todavía sentada, empezó a abrir las piernas. Yo quería penetrarla pero lamerle la conchita me pareció un buen plan. Me arrodillé y empecé a besarle la concha. Estuve así como 2-3 minutos.
-Ay loxalito, quieres seguir no? Pero aquí no veo que haya un lugar cómodo y me da cosas porque esta es la oficina de Julián.
La palabra mágica fue "aquí". Eso significaba que podía clavarla pero en otro lado.
-Dónde tú quieras, Lucía, dónde tú quieras.
-jajaja, podemos ir a otro lado, pero tienes que ganarte tu derecho a subir a mi carro.
Abrió un poco las piernas, comprendí que le gustaba sentirse "dueña" de la situación así que le seguí dando gusto.
[continuará]