capitandemina2018
Recluta
Siempre he tenido una fijación por las mujeres mayores que yo, ella es mi vecina y compartimos nuestras vidas en el mismo condominio. La llamaremos Alejandra, una hermosa mujer que decidió separarse de su esposo, funcionaria de una gran empresa, madre de dos niñas, y unas bellas piernas largas que nacen en unos pies bien cuidados y terminan en un derriere sediento de amor y lujuria.
Alejandra vive en el primer piso del edificio, y la ventana indiscreta de su departamento se convirtió en mi cómplice, el verano infernal la obligo una noche a vestir una pequeña tanga y polito, y al transitar por su sala pensó que no iba a ser observada. Solo me basto unos segundos, para ver esa piel blanca, para despertar mis bajas pasiones.
Hace unos meses, coincidimos en la panadería cercana al condominio, y me solicito ayudarla a replicar unos muebles, accediendo con gusto a su petición. Alejandra mide aproximadamente 1.80 metros, alta delgada pero con unas curvas bien conservadas, estimando su edad entre 45 y 50 años, llegado el momento ella estaba casual, como siempre en casa, vestía una licra y polera que me provocaron una erección progresiva. Nuestro trato siempre fue y es cordial, respetuoso como debe ser, así es que para mi fue complicado y hasta avergonzado, el verme delatado con mi pinga como una roca, encorvado disimuladamente para no dejarlo en evidencia, gesto al cual Alejandra se dio cuenta y solo esbozada una sonrisa y gestos de curiosidad, terminado de reubicar los muebles, me retire.
Alejandra vive en el primer piso del edificio, y la ventana indiscreta de su departamento se convirtió en mi cómplice, el verano infernal la obligo una noche a vestir una pequeña tanga y polito, y al transitar por su sala pensó que no iba a ser observada. Solo me basto unos segundos, para ver esa piel blanca, para despertar mis bajas pasiones.
Hace unos meses, coincidimos en la panadería cercana al condominio, y me solicito ayudarla a replicar unos muebles, accediendo con gusto a su petición. Alejandra mide aproximadamente 1.80 metros, alta delgada pero con unas curvas bien conservadas, estimando su edad entre 45 y 50 años, llegado el momento ella estaba casual, como siempre en casa, vestía una licra y polera que me provocaron una erección progresiva. Nuestro trato siempre fue y es cordial, respetuoso como debe ser, así es que para mi fue complicado y hasta avergonzado, el verme delatado con mi pinga como una roca, encorvado disimuladamente para no dejarlo en evidencia, gesto al cual Alejandra se dio cuenta y solo esbozada una sonrisa y gestos de curiosidad, terminado de reubicar los muebles, me retire.
Última edición: