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Escrito por Eugenio D'Medina Lora
El "No" y su falsa moralidad
Del eje de la campaña del "No" ha sido la descalificación moral de todos los que se pusieron en la vereda del "Sí". Tal estrategia posicionaría al "No" en un terreno de santidad. Pero ¿qué hay de cierto en esto? Nada. Pura demagogia, mentira e inmoralidad política.
La presencia de un personaje como el señor que se hace llamar "Favre" en las filas del "No", sindicado como protagonista de sonados casos de corrupción en el gobierno de Lula, en Brasil, es en sí misma un baldón de imposible disimulo. A pesar de los torpes esfuerzos de un Julio Cotler que declara que las prácticas de los revocadores son "montesinistas", ocultando el hecho de que el "No" tiene su propio "Montesinos" con sabor a caipirinha. Una nueva versión de la paja en el ojo ajeno, desconociendo la viga en el propio.
También despierta curiosidad que Lourdes Flores, como por arte de magia, desde que ahora es amiguísima de Susana Villarán y apoya el "NO", ya no está en "las filas de la corrupción", como le endilgó la propia Fuerza Social por sus vinculaciones con Cataño. ¿Es que se "blanqueó" ahora la plata de Cataño?
Ya ni recordar lo de los regidores de Fuerza Social acusados de corrupción flagrante ni a los funcionarios municipales exponiendo cómo las licitaciones públicas del transporte estaban "conversadas" para sacar del camino a unos y favorecer a otros. Todos lo vimos, pero se silencia y se silencia.
Ni qué decir de la izquierda completa, desde el MAS de Santos o Tierra y Libertad de Arana y Glave, hasta el mismísimo Movadef y Patria Roja, que han hecho del anticapitalismo y de la paralización violenta del país su único tema real de agenda, todos ellos apoyando su proyecto político, que es el mismo.
Inmoral también es la campaña del miedo del "No". Porque ni las obras ni los servicios se paralizarán si gana el "Sí". De hecho, mejorarán.
¿Por qué tanto afán de aferrarse al poder con una campaña multimillonaria? Por dos razones. Uno, porque manejar Lima significa fortaleza política para potenciar proyectos como los que patrocinan Santos y otros. Dos, porque implica manejo de grandes negocios, desde consultorías y construcciones hasta concesiones de vías, pasando por todo tipo de licitaciones. ¿Amor por Lima? No es el chancho sino los chicharrones los que despiertan el apetito, no solo de la izquierda sino de sus hoy socios de la derecha más rancia
El "No" y su falsa moralidad
Del eje de la campaña del "No" ha sido la descalificación moral de todos los que se pusieron en la vereda del "Sí". Tal estrategia posicionaría al "No" en un terreno de santidad. Pero ¿qué hay de cierto en esto? Nada. Pura demagogia, mentira e inmoralidad política.
La presencia de un personaje como el señor que se hace llamar "Favre" en las filas del "No", sindicado como protagonista de sonados casos de corrupción en el gobierno de Lula, en Brasil, es en sí misma un baldón de imposible disimulo. A pesar de los torpes esfuerzos de un Julio Cotler que declara que las prácticas de los revocadores son "montesinistas", ocultando el hecho de que el "No" tiene su propio "Montesinos" con sabor a caipirinha. Una nueva versión de la paja en el ojo ajeno, desconociendo la viga en el propio.
También despierta curiosidad que Lourdes Flores, como por arte de magia, desde que ahora es amiguísima de Susana Villarán y apoya el "NO", ya no está en "las filas de la corrupción", como le endilgó la propia Fuerza Social por sus vinculaciones con Cataño. ¿Es que se "blanqueó" ahora la plata de Cataño?
Ya ni recordar lo de los regidores de Fuerza Social acusados de corrupción flagrante ni a los funcionarios municipales exponiendo cómo las licitaciones públicas del transporte estaban "conversadas" para sacar del camino a unos y favorecer a otros. Todos lo vimos, pero se silencia y se silencia.
Ni qué decir de la izquierda completa, desde el MAS de Santos o Tierra y Libertad de Arana y Glave, hasta el mismísimo Movadef y Patria Roja, que han hecho del anticapitalismo y de la paralización violenta del país su único tema real de agenda, todos ellos apoyando su proyecto político, que es el mismo.
Inmoral también es la campaña del miedo del "No". Porque ni las obras ni los servicios se paralizarán si gana el "Sí". De hecho, mejorarán.
¿Por qué tanto afán de aferrarse al poder con una campaña multimillonaria? Por dos razones. Uno, porque manejar Lima significa fortaleza política para potenciar proyectos como los que patrocinan Santos y otros. Dos, porque implica manejo de grandes negocios, desde consultorías y construcciones hasta concesiones de vías, pasando por todo tipo de licitaciones. ¿Amor por Lima? No es el chancho sino los chicharrones los que despiertan el apetito, no solo de la izquierda sino de sus hoy socios de la derecha más rancia