Hace poco tiempo en el metropolitano, en un horario de esos del día donde se llena bastante y que por cuestiones de trabajo no me quedó de otra que tomarlo, subí sin pensarlo dos veces.
Claro está, teniendo siempre presente que en un bus con estas características siempre existen más probabilidades de dar un buen arrimón.
Me encuentro una chibola (al menos para mí) de 20 y tantos, agarrada de una anilla de esas con correa; no sé cómo le dicen acá.
El asunto es que andaba rara como si se tambaleara, pero sin síntomas de borrachera o drogada. Pienso que o estaba aburrida, estaba dando señales para ella evidentes de que buscaba un buen arrimón o simplemente tenía problemas de inestabilidad física.
Era delgada, un tanto chata, no demasiado, trigueña, sin mucho busto y sin mucho poto tampoco. Se podría decir que no llamaba la atención de la mayoría de los hombres que muchas veces buscan lo exuberante. Pero a mí sí me jaló, una porque no discrimino y otra porque las oportunidades hay que aprovecharlas.
Fue una manera diferente de intentar acercarme, pues lo hacía con el temor de que con tanto tambaleo terminará golpeándome me partesitas. Así que con cautela me fuí acercando, primero casi desapercibido, luego atreviéndose a más y más. Hasta que se percata de mi intención, presencia, existencia y tanta fue mi sorpresa. Que primero se dejaba sin que le molestará para nada, luego buscó más estabilidad agarrándose con su mano izquierda a uno de lo tubos. De más está decirles que una vez que la serpiente de un solo ojo se entera de que hay barra libre, presta y dispuesta, se me pone bien duro al toque. Así bien dura, hacia un costado para no hacer la erección tan evidente, con mi casa que me cubre un poco también y atento a los censuradores, sapos o simplemente envidiosos; estuve disfrutando un buen tramo de varias paradas. Poniéndose bien caliente mi miembro, y sintiendo como se me mojaba con la precum. Ella evidentemente lo disfrutaba pues aprovechaba el vaivén de el metro para restregar su potito de lado a lado, y dar pequeños empujones de adelante hacia atrás.
Ya cuando llegó mi estación y sin otro remedio que bajarme se bajó también, pero caminaba con cierto apuro, no sé si por el ansia, nerviosismo, apurada por tocarse o simplemente no quería ninguna comunicación por mi parte, además que jamás volteó a mirarme siquiera.
Me dije, fin del capítulo, fue bueno mientras duró, lo aproveché y disfruté. Y esta fue una de mi últimas experiencias que tuve y una de las que más he disfrutado la verdad. Espero les haya gustado mi relato que les aseguro es 100 real. Salu2