Un trio con pisco

Danielatrios

Soldado
Tenía ganas de algo, no sabía bien que era, bordeaban las 5am y la plaza estaba repleta de gente borracha. Era la última madrugada de un martes de carnaval. Miraba alrededor y había de todo. Gente dormida en el piso, unos borrachos peleando con duendes imaginarios y las parejas, esas parejas de carnaval, que olvidan todo, él le sube la pollera y ella se quita el calzón con rapidez. Lo hacen contra la pared, contra los autos y sentados en las bancas de la plaza de armas. Estaba yo cantando con la última comparsa, cantando sobre el hombre y la mujer, esos seres tan diferentes pero cuando se encuentran en el sexo son uno solo y funcionan tan bien. De pronto una idea me salto ¿Porque yo no? Son tantos carnavales y yo ¿solo cantando? Porque no disfrutarlo diferente. O mejor dicho ¿igual que los demás? , Y entonces bebí mas pisco, puro de dulce y sutil amargor. Pisco que calienta el pecho, la garganta y la concha. Mis mejillas se sonrojan, mis pechos se hinchan y mis pezones enduran. Seguía bebiendo el pisco, pero ahora tomaba un poco de él y lo frotaba en el cuello, me dejaba llevar por el sexo del ambiente. Aun estaba cuerda y podía ver la orgia disimulada de fiesta provinciana. Sentía el aliento en mis oídos y en mi pecho unas manos que me apretaban. No quería abrir los ojos, me dejaba llevar por la música y el licor. Besaba ya unos labios y luego otros, las manos me recorrían los pechos la cintura y entraban por mi pollera, acariciaban mi concha, húmeda y deseosa ya. De pronto alguien me saco de ese idilio. Cuando abrí los ojos pude divisar una figura esbelta, llevándome a tirones de la mano. Era mujer y confieso que me asuste, por un momento pensé que era una hermana que enojada por mi comportamiento, me regresaba a la casa. Oh pisco, pisco solo pensaba en el calor de su licor, que se había alojado en mi vientre y latía, latía mi vientre mi corazón y mi concha en un solo sonido. >El sonido de los tambores que dejábamos en la plaza. Termino mi camino, por fin y entonces unos labios me besaron, pero que! Me dije. Abrí mis ojos y allí estaba ella me besaba, nunca bese a una mujer, antes se me hacía difícil hasta pensarlo. Abría mi blusa mientras metía su lengua a mi boca, yo estaba absorta, era diferente era excitante. Saco mis pechos a la luz, pellizcaba mis pezones y los lamia y mordisqueaba. Luego un gesto como una veña y llego el, ella me ofreció como si yo fuere un bocado. El me beso profundamente, y sin más ni más metió su verga en mi boca, ahogándome, asfixiándome, luego cuando sabía que no podía mas, la sacaba y seguía así. Me sentía extasiada y asustada. Era muchos sentimientos a la vez. Ella se sumó al felatio y cada que el sacaba su verga ella me metía la lengua o las tetas. Y de pronto un líquido caliente cayó sobre mi rostro y mis pechos, como un látigo, Ella comenzó a lamerlo lentamente, como una gatita bebiendo la leche derramada. Finalizando con un beso largo y profundo. Me abrió de piernas, y poso su sexo con el mío, pude ver que su marido nos miraba mientras agitaba su verga como un maso. Ella sobaba su concha con la mía a veces me mordía el pecho a veces el cuello. Y en eso el marido la toma por la espalda y la penetra. Pude sentir el choque de la estocada. Como si nos penetrara a ambas. Una energía me recorrió toda, se viene dijo ella y el cabalgo con más fuerza. Mi energía nos envolvió a los tres en un momento de clímax, ella decía: Oh sí! Lléname con tu leche amor! Y yo me solté diciendo las primeras palabras desde que desperté de mi embriagues. -_Te gusta zorra,
_Me encanta! Dijo, con un grito casi apagado que rompió el silencio de la noche y llamo a la madrugada.
Luego de eso volví a cerrar el ojo. Creo que fueron apenas unos minutos, los volví a abrir y allí estábamos los tres enredados como una madeja de lana. Me solté como pude me vestí rápidamente, cogí mis botas y Salí descalza a la calle. Ya el sol serrano estaba en lo alto. Y la ciudad dormía aun su resaca carnavalera. Pude comprender después de eso, todos aquellos versos de carnaval que hablaban de sexo y desenfreno. Después de aquella experiencia. Todos los años voy en busca de mi martes de carnaval.
“Arriba caballo blanco, cirulo
Diablito
Sácame de este arenal, guailulo
Que tengo un desafío, cilulo
El martes de carnaval, guailulo”
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