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30 de octubre 2006
Le Figaro
La prostitución gana terreno en las facultades
JEAN-MARC PHILIBERT
Para pagar su alojamiento u obtener dinero para sus gastos personales, aumenta el número de estudiantes que se prostituye
Algunas trabajas como anfitrionas en los bares o chicas escoltas. Otras utilizan la internet para ofrecer sus servicios como masajistas o chicas de limpieza. Las más osadas trabajan en las calles de París, Lyon, Montpellier o en Bruselas. El tema es delicado pero lo cierto es que aumenta el número de estudiantes que se prostituyen para pagar su alojamiento o sus estudios y gastos personales regular u ocasionalmente. No todas son estudiantes pobres, pero el creciente empobrecimiento de la población estudiantes – además del consumismo que azota nuestra sociedad – lleva a muchas jóvenes a prostituirse. No hay ningún estudio sobre el temas, pero la red de asistencia de servicios sociales Interuniversitaria estima 400,000 estudiantes se prostituyen en Francia, es decir un ratio de 1 a 57 estudiantes universitarias.
“Este fenómeno existe pues hay una brecha entre el poder adquisitivo de los estudiantes y los altos precios del alojamiento y de los estudios, que aumentan constantemente. Esto no sucede con las becas estudiantes”, declara Guillaume Houzel, presidente del Consejo de Observación de la Vida Estudiantil. Este organismo estima que 45,000 estudiantes viven debajo del nivel de pobreza y unos 225,000 apenas pueden financiar sus estudios. Así, la necesidad constituye un bolsón de candidatos dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero. Además existen aquellos que buscan lujos y gollerías, un fenómeno que siempre ha existido siempre, según el inspector de la brigada de represión del proxenetismo de París (BRP).
Siete años de trabajos eventuales
El dinero es el principal elemento por el que las estudiantes son atraídas al mundo de la prostitución. Emma, una mujer de 36 años, casada y madre de familia, ejerció la prostitución durante siete años en una casa de citas de la calle de Aerschot, en Bruselas. Lo hizo para pagar sus estudios en la escuela de Veterinaria, un trabajo eventual según ella lo cuenta.
“ En dos meses tenía cubiertos mis gastos personales del año, algo que jamás habría tenido si hubiera trabajado en un McDonald. No es dinero fácil, pero estaba orgullosa de cubrir mis gastos por mi misma”, nos dice Emma.
Esperar a los clientes detrás de una vitrina es la excepción y no la regla. La gran mayoría de prostitutas eventuales evitan la calle a toda costa y caer en manos de los proxenetas.
“La prostitución estudiantil es sobre todo una actividad individual y ocasional. Es un fenómeno muy discreto y de difícil cuantificación, que no es pasible de represión”, declara un oficial de la Oficina Central de Represión de la Trata de Seres Humanos. Dicho de otra manera, la ausencia de elementos que tipifiquen una conducta criminal obliga a la policía a no ocuparse del asunto. En la internet abundan las páginas de estudiantes que ofrecen sus servicios, ya sea por medio de webcams, fotografías, anuncios, etc. En cuanto a los ofertas de trabajo a estudiantes, muchas están ligadas al mundo de la prostitución. Así, pues, abundan los anuncios donde hombres generosos ofrecen alojamiento gratuito a estudiantes liberales y desprejuiciadas. En otros casos, son las mismas estudiantes que ofrecen a vouyeristas strip – tease personalizados vía internet o sus panties usados.
Este panorama confunde a la policía que no puede diferenciar con facilidad en qué caso se trata de estudiantes que se dedican a esas actividades o prostitutas cuyos proxenetas les consiguen acreditaciones falsas estudiantes.
Laura, la masajista erótica
A los 21 años Laura conoció el infierno de la prostitución. Esta es su historia.
Laura, 21 años, estudiante de Psicología en París, fue trabajadora sexual. Hoy respira aliviada porque eso ya quedó en el pasado y se pregunta cómo pudo caer en ese mundo y, más aún, cómo logro salir de él.
Todo comenzó el año 2003, en Neuilly, donde estudiaba cursos de rehabilitación física. Era una estudiante brillante pero con una triste historia familiar. Fue agredida sexualmente a los 15, paso a un hogar sustituto a los 16. De aquellos años recuerda haber sufrido de bulimia, anorexia y depresión. Poco a poco fue perdiendo el interés en los estudios por sus problemas emocionales y sus padres, lejos de entenderla, se desatendieron de ella. Sin medios para ganarse la vida, buscó vanamente trabajo en el rubro de la restauración artística y, agotadas todas las posibilidades, la emplean como azafata en un bar. Sin embargo, siguió buscando empleos en los anuncios del periódico porque su salario apenas le alcanzan para pagar sus deudas.
En el verano del 2004 acepta trabajar como muchacha de limpieza, lo cual le chocó en un principio pero al final se acostumbro. Un día acepta un trabajo y se da cuenta que el apartamento que tenía que limpiar estaba impecable. Luego el propietario le ofrece 50 euros por hacer la limpieza en ropa interior. Ella aceptó la oferta y se dio cuenta que ganar ese dinero no le costo nada. Lo siguiente fue la oferta de masajes y caricias por dinero. Lo que sintió fue entre su fuero interno y su cuerpo se levantaba una muralla que le permitía hacer eso y utilizar a los hombres para cubrir sus necesidades económicas.
El verano del 2005 uno de sus clientes le propone a Laura dar masajes con masturbación por internet. En dos horas llegaron cincuenta respuestas y estaba sorprendida cuán fácil era hacer dinero así. Pero el dinero no podía ocultar el malestar que tenía consigo misma. Ese otoño se preparaba para su segundo de facultad en la Sorbona cuando decide incursionar en el negocio de las fotos eróticas. Para ella ese negocio le resultó más simpático porque no tenía que tener contacto físico alguno con los clientes. Al poco tiempo se convierte en una de las modelos eróticas más solicitadas. Según ella ya había desarrollado el sexto sentido para identificar a los pervertidos. Un día su intuición le falla y es agredida por un fotógrafo. Eso la obligo a pasar al mundo de la cámaras webs. Su tormento se atizó por los extravagantes pedidos de sus clientes. Poco tiempo después intentó suicidarse y fue hospitalizada. Un amigo la salvó de la autodestrucción y borró toda huella de su vida de prostituta. Las cicatrices de esa vida aún no la abandonan pero nos cuenta su mala experiencia como ejemplo para miles de muchachas que conoció en ese mundo.
Le Figaro
La prostitución gana terreno en las facultades
JEAN-MARC PHILIBERT
Para pagar su alojamiento u obtener dinero para sus gastos personales, aumenta el número de estudiantes que se prostituye
Algunas trabajas como anfitrionas en los bares o chicas escoltas. Otras utilizan la internet para ofrecer sus servicios como masajistas o chicas de limpieza. Las más osadas trabajan en las calles de París, Lyon, Montpellier o en Bruselas. El tema es delicado pero lo cierto es que aumenta el número de estudiantes que se prostituyen para pagar su alojamiento o sus estudios y gastos personales regular u ocasionalmente. No todas son estudiantes pobres, pero el creciente empobrecimiento de la población estudiantes – además del consumismo que azota nuestra sociedad – lleva a muchas jóvenes a prostituirse. No hay ningún estudio sobre el temas, pero la red de asistencia de servicios sociales Interuniversitaria estima 400,000 estudiantes se prostituyen en Francia, es decir un ratio de 1 a 57 estudiantes universitarias.
“Este fenómeno existe pues hay una brecha entre el poder adquisitivo de los estudiantes y los altos precios del alojamiento y de los estudios, que aumentan constantemente. Esto no sucede con las becas estudiantes”, declara Guillaume Houzel, presidente del Consejo de Observación de la Vida Estudiantil. Este organismo estima que 45,000 estudiantes viven debajo del nivel de pobreza y unos 225,000 apenas pueden financiar sus estudios. Así, la necesidad constituye un bolsón de candidatos dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero. Además existen aquellos que buscan lujos y gollerías, un fenómeno que siempre ha existido siempre, según el inspector de la brigada de represión del proxenetismo de París (BRP).
Siete años de trabajos eventuales
El dinero es el principal elemento por el que las estudiantes son atraídas al mundo de la prostitución. Emma, una mujer de 36 años, casada y madre de familia, ejerció la prostitución durante siete años en una casa de citas de la calle de Aerschot, en Bruselas. Lo hizo para pagar sus estudios en la escuela de Veterinaria, un trabajo eventual según ella lo cuenta.
“ En dos meses tenía cubiertos mis gastos personales del año, algo que jamás habría tenido si hubiera trabajado en un McDonald. No es dinero fácil, pero estaba orgullosa de cubrir mis gastos por mi misma”, nos dice Emma.
Esperar a los clientes detrás de una vitrina es la excepción y no la regla. La gran mayoría de prostitutas eventuales evitan la calle a toda costa y caer en manos de los proxenetas.
“La prostitución estudiantil es sobre todo una actividad individual y ocasional. Es un fenómeno muy discreto y de difícil cuantificación, que no es pasible de represión”, declara un oficial de la Oficina Central de Represión de la Trata de Seres Humanos. Dicho de otra manera, la ausencia de elementos que tipifiquen una conducta criminal obliga a la policía a no ocuparse del asunto. En la internet abundan las páginas de estudiantes que ofrecen sus servicios, ya sea por medio de webcams, fotografías, anuncios, etc. En cuanto a los ofertas de trabajo a estudiantes, muchas están ligadas al mundo de la prostitución. Así, pues, abundan los anuncios donde hombres generosos ofrecen alojamiento gratuito a estudiantes liberales y desprejuiciadas. En otros casos, son las mismas estudiantes que ofrecen a vouyeristas strip – tease personalizados vía internet o sus panties usados.
Este panorama confunde a la policía que no puede diferenciar con facilidad en qué caso se trata de estudiantes que se dedican a esas actividades o prostitutas cuyos proxenetas les consiguen acreditaciones falsas estudiantes.
Laura, la masajista erótica
A los 21 años Laura conoció el infierno de la prostitución. Esta es su historia.
Laura, 21 años, estudiante de Psicología en París, fue trabajadora sexual. Hoy respira aliviada porque eso ya quedó en el pasado y se pregunta cómo pudo caer en ese mundo y, más aún, cómo logro salir de él.
Todo comenzó el año 2003, en Neuilly, donde estudiaba cursos de rehabilitación física. Era una estudiante brillante pero con una triste historia familiar. Fue agredida sexualmente a los 15, paso a un hogar sustituto a los 16. De aquellos años recuerda haber sufrido de bulimia, anorexia y depresión. Poco a poco fue perdiendo el interés en los estudios por sus problemas emocionales y sus padres, lejos de entenderla, se desatendieron de ella. Sin medios para ganarse la vida, buscó vanamente trabajo en el rubro de la restauración artística y, agotadas todas las posibilidades, la emplean como azafata en un bar. Sin embargo, siguió buscando empleos en los anuncios del periódico porque su salario apenas le alcanzan para pagar sus deudas.
En el verano del 2004 acepta trabajar como muchacha de limpieza, lo cual le chocó en un principio pero al final se acostumbro. Un día acepta un trabajo y se da cuenta que el apartamento que tenía que limpiar estaba impecable. Luego el propietario le ofrece 50 euros por hacer la limpieza en ropa interior. Ella aceptó la oferta y se dio cuenta que ganar ese dinero no le costo nada. Lo siguiente fue la oferta de masajes y caricias por dinero. Lo que sintió fue entre su fuero interno y su cuerpo se levantaba una muralla que le permitía hacer eso y utilizar a los hombres para cubrir sus necesidades económicas.
El verano del 2005 uno de sus clientes le propone a Laura dar masajes con masturbación por internet. En dos horas llegaron cincuenta respuestas y estaba sorprendida cuán fácil era hacer dinero así. Pero el dinero no podía ocultar el malestar que tenía consigo misma. Ese otoño se preparaba para su segundo de facultad en la Sorbona cuando decide incursionar en el negocio de las fotos eróticas. Para ella ese negocio le resultó más simpático porque no tenía que tener contacto físico alguno con los clientes. Al poco tiempo se convierte en una de las modelos eróticas más solicitadas. Según ella ya había desarrollado el sexto sentido para identificar a los pervertidos. Un día su intuición le falla y es agredida por un fotógrafo. Eso la obligo a pasar al mundo de la cámaras webs. Su tormento se atizó por los extravagantes pedidos de sus clientes. Poco tiempo después intentó suicidarse y fue hospitalizada. Un amigo la salvó de la autodestrucción y borró toda huella de su vida de prostituta. Las cicatrices de esa vida aún no la abandonan pero nos cuenta su mala experiencia como ejemplo para miles de muchachas que conoció en ese mundo.