Yo siempre le hago las siete sopas con beso de pavo, se deja llevar pero se contiene, no se entrega, aunque lo disfruta y se deja hacer de todo pero sumisa y pasiva.
Ninguna como Diana, ella se entregaba completamente, me dejaba seco, sin aliento, sin saliva, sin aire, sin fuerzas, sin leche, nunca me cansaré de repetirlo porque me sorprendió, pese a su contextura que a cualquiera podía intimidar, era la más dócil, la más sensible, la más entregada, se dejaba llevar, suspiraba, jadeaba y temblaba como una adolescente primeriza en la intimidad, respondía a mis caricias, chapes y estímulos, buena predisposición e interactuaba como tu mujer, se transformaba cuando se mojaba, por momentos delicada y luego un volcán en erupción.
Personalmente, no soy de atenderme con las masajistas por fuera, me gusta hacerlo todo en los locales, mas emocionante y mas excitante.