Pier10
Capitan
En las discotecas pierdo. No por feo o por que huelo mal si no por que no me gusta bailar. Como si fuera poco, las canciones modernas me parecen puñetes en los oídos. Son raras las veces que he ido a una disco y haya salido feliz o con un premio. Normalmente salgo ebrio o con hambre. Mi prima, llegó del extranjero y a diferencia mía ella sí es un pez en el agua cuando el asunto es bailar. El reencuentro sería en un disco antigua. No queria ir, pero acepte la invitación. Por ser un local antiguo, ponen clásicos de rock e pop. Esó hizo que la velada no este tan incomoda. Baile un poco com ella y sus amigas, conversamos poco y bebí bastante. No lo suficiente para caerme, pero sí lo suficiente para estar alegre a pesar de estar sentando en un rincón.
No sé cuanto tiempo pasó, lo único que se es todos estaban enparejados. Algunas parejas estaban sentadas comiendose a besos, otras bailaban músicas suaves, otras salían del baño con la cara de haber copulado. Ante tal espectáculo decidí fumar. En segundos llego un tipo, con camisa negra y un auricular en una oreja.
- Señor, no sé puede fumar en esta parte del local. Lo puede hacer en el balcón del segundo piso.
- Okay. Disculpe el transtorno.
No apague el cigarro, solo me levante, me serví un vaso lleno de ron, le coloque un hielo y camine hacía el balcón. El balcón era pequeño y a diferencia del local, el piso de madera no estaba pulido. Había telas de araña en las esquinas y polvo en la baranda. Una vez que vote humo cerraron la puerta.
Por vários minutos pensé en que diablos estaba haciendo en ese lugar. Estaba más que claro que no queria estar allí. Que debería haberle dicho a mi prima que al día siguiente la invitaba a almorzar o algo parecido. Bebí ron y me dije a mi mismo. Hace años que no existe más la zona de fumadores, pero aqui parece que no solo la música es antigua si no las leyes tambien. En esó la puerta se abrió y entro una chica.
Una rubia no muy alta con un traje aparentemente cara se aproximo del balcón y extrajo un cigarro de su cartera. Antes de pensarlo mi mano estaba estirada con mi encendedor encendido.
- Gracias. No hacia falta. - Se aproximo para prender el cigarro y con el reflejo de la llama pude ver que sus ojos eran claros y que sus labios estaban pintados de un rojo carmesí.
- Salud - dijo aproximando su coctel colorido.
- Por el tabaco y el silencio - dije. Ella se río.
- Liv.
- Dije mi nombre y bebí un poco de ron.
- Suerte la tuya que no utilizas tacos.
- Sí los utilzará no sentiría dolor, pues no bailo.
- Yo no bailo mucho, pero igual duelen dejame decirte.
- Bailarias sin tacos y sin música.
- Es un propuesta interesante. Ayudeme a sacarme los tacos.
continuará...
No sé cuanto tiempo pasó, lo único que se es todos estaban enparejados. Algunas parejas estaban sentadas comiendose a besos, otras bailaban músicas suaves, otras salían del baño con la cara de haber copulado. Ante tal espectáculo decidí fumar. En segundos llego un tipo, con camisa negra y un auricular en una oreja.
- Señor, no sé puede fumar en esta parte del local. Lo puede hacer en el balcón del segundo piso.
- Okay. Disculpe el transtorno.
No apague el cigarro, solo me levante, me serví un vaso lleno de ron, le coloque un hielo y camine hacía el balcón. El balcón era pequeño y a diferencia del local, el piso de madera no estaba pulido. Había telas de araña en las esquinas y polvo en la baranda. Una vez que vote humo cerraron la puerta.
Por vários minutos pensé en que diablos estaba haciendo en ese lugar. Estaba más que claro que no queria estar allí. Que debería haberle dicho a mi prima que al día siguiente la invitaba a almorzar o algo parecido. Bebí ron y me dije a mi mismo. Hace años que no existe más la zona de fumadores, pero aqui parece que no solo la música es antigua si no las leyes tambien. En esó la puerta se abrió y entro una chica.
Una rubia no muy alta con un traje aparentemente cara se aproximo del balcón y extrajo un cigarro de su cartera. Antes de pensarlo mi mano estaba estirada con mi encendedor encendido.
- Gracias. No hacia falta. - Se aproximo para prender el cigarro y con el reflejo de la llama pude ver que sus ojos eran claros y que sus labios estaban pintados de un rojo carmesí.
- Salud - dijo aproximando su coctel colorido.
- Por el tabaco y el silencio - dije. Ella se río.
- Liv.
- Dije mi nombre y bebí un poco de ron.
- Suerte la tuya que no utilizas tacos.
- Sí los utilzará no sentiría dolor, pues no bailo.
- Yo no bailo mucho, pero igual duelen dejame decirte.
- Bailarias sin tacos y sin música.
- Es un propuesta interesante. Ayudeme a sacarme los tacos.
continuará...